La historia dirá que dos ligeros toques, una diferencia de centímetros, dejaron en la última bajada a David Llorente sin la plaza española en K-1 Slalom para los Juegos de París. El piragüismo en aguas bravas premia la velocidad, pero castiga con dos segundos ... los errores. Pero hay toques y toques: algunos se notan, pero muchos no, incluso a veces es el movimiento del agua el que activa el sensor. El segoviano fue el más rápido, pero rozó con la cuerda de su casco en un remonte y con la fibra del chaleco en otra puerta. Pau Echaniz impuso su descarado talento, pero Llorente, olímpico en Tokio, murió con las botas puestas. «Estoy satisfecho porque lo he dado todo, he podido luchar hasta el final, he remado muy bien. Mi deporte es así; hace cuatro años estuve en el lado bueno, ahora estoy en el otro. Pero la vida sigue». Y sus opciones olímpicas, pues aún tiene una carta por jugar en Praga para ir en Extreme.
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El segoviano llegaba a Pau, un canal que conoce bien, con la necesidad de ganar dos de las tres bajadas que quedaban para desbancar a Echaniz, que llegaba con ventaja tras haberse impuesto en dos de las tres del fin de semana anterior en la Seu d'Urgell. Se repitió el formato —una bajada el viernes y dos el sábado— y en desenlace. Llorente califica de «timidilla» la primera. «Quería tener todo bajo control y me cansé más de la cuenta. No termino de entenderlo. Iba súper bien en la primera parte, muy rápido, pero al llegar a las últimas puertas me empecé a desfondar». La fatiga cuesta tiempo y la manga fue para el vasco, que dejó en cero el margen de error: Llorente debía ganar las dos del sábado.
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Luis Javier González
Un circuito más difícil en el que el segoviano hizo un pequeño error en la parte baja. Entonces se dijo: «Disfruta del sprint, déjatelo todo, aquí se han ido tus opciones». Pero los demás fallaron más que él y se llevó la manga. Alegría contenida y al último asalto. «Son dos semanas llenas de pruebas y al final tienes que contener un montón todas las emociones. Pegas un salto y cara póker porque en dos horas tienes que volver a bajar. Pero me sentía contento porque, pasara lo que pasa, ya lo había podido luchar hasta el final».
Lo asumió como una final olímpica, como la que disputó en 2021 en Tokio. «Si quiero ir a unos Juegos, voy a intentar ir a por una medalla. ¿Qué mejor simulacro que este?» Disfrutó esa preparación como nunca en su carrera, esa mezcla adictiva entre nervios y ambición. Y bajó desatado, 1,88 segundos menos de reloj que Echaniz. Le apuntaron dos toques «imperceptibles», pero le quitaron uno de ellos nada más cruzar la meta. «Hubo un momento que pensé que me iban a quitar el segundo e iba a París». Y lo reclamó con esperanzas. No solo no hubo suerte, sino que el club del vasco, el San Sebastián, reclamó un toque más con éxito. «Prefiero quedarme lejos con un +4 que no un +2 y una distancia de 0,12».
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Cuatro años que se deciden en segundos. Como el remonte de la primera vuelta, una especie de ola con forma de rulo. «Tenías que ser muy preciso si querías ir rápido». Más adelante esperaba la maniobra más compleja. «De cada dos veces que pasabas, la media estaba en que se tocaba una. Quería arriesgar, ir rápido. En la primera me salió muy bien». Celebró Echaniz, pero Llorente no se queja del sistema, de esa última bajada. «Llevamos dos años y había competiciones que contaban para obtener bonus». Echaniz lo consiguió como finalista en el Mundial mientras él pudo hacerlo ahí —se quedó en semis— o con una segunda final en Copa del Mundo que no llegó. «Ha habido pequeñas batallitas que he ido perdiendo y me han obligado a jugármela ahí».
David Llorente vio la botella medio llena al verse apeado del K-1 olímpicos ante Pau Echaniz el pasado sábado. Consciente de que cualquier detalle pudo inclinar la pelea de su lado: las milésimas que les separaron en la Seu o un toque más del vasco en cualquier puerta. «Así le quitas un poco la tristeza. No es como un atleta que no va a los Juegos por cinco segundos. No puedo estar triste cuando muchísima gente buena se ha quedado fuera».
Confianza para mantener el domingo su ventaja en Extreme, asegurando su billete para el Europeo y confirmándose como el mejor español. «Estaba cansado. Me levanté con pocas ganas y mucho dolor de hombro. Luego, con la adrenalina, ni me enteré». Llorente ha sido el más rápido en las cuatro bajadas de Extreme en el selectivo olímpico. La modalidad clasifica los tiempos en bajadas en solitario para luego medir a los palistas en las rondas finales en descensos con cuatro participantes de los que dos pasan ronda. Así hasta los cuatro que disputan la final. Un formato más caótico en el que el segoviano ha mejorado sobremanera. Fue quinto en el último Mundial, un top-10 que, a diferencia del Slalom, no fue un bonus en el selectivo olímpico.
Es la vía olímpica: la Copa del Mundo en Praga, del 6 al 9 de junio, otorga tres plazas para la modalidad en París. «La motivación con la que he entrenado estos últimos meses es brutal. Vamos a intentar alargarla un poquito más». Viajará dos veces allí para entrenar. El que consiguió en el Mundial la plaza olímpica para el país —en España coincide con el que la ejecutará, Pau Echaniz, pero no en otros países— es inelegible. Se libra de ilustres como el checo Jiri Prskavec, el favorito al oro olímpico, o el francés Martin Dougoud, pero no de otros. «Igual hay 15 en Francia mejores que uno de los que va a los Juegos». Un centenar de palistas para tres plazas, que se adjudicarán a tres países distintos.
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