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El rey Felipe VI presidió ayer en el Alcázar de Segovia la inauguración del ciclo de conferencias sobre Isabel la Católica que debe cerrar los ... actos conmemorativos organizados con motivo del 550º aniversario de su proclamación como reina de Castilla el 13 de diciembre de 1474 en el atrio de la segoviana iglesia de San Miguel.
Era la primera visita oficial que don Felipe realizaba a la ciudad después de su acceso al trono en junio de 2014, pero no había demasiado público en la plaza de la Reina Victoria Eugenia, antesala del Alcázar. El día festivo y la gélida temperatura jugaron claramente en contra. Aun así, el grupo de segovianos y turistas que acudieron a la cita dejó oír sus vítores y aplausos. Nada más bajarse del coche, el rey se acercó a algunos de ellos y les saludó cariñosamente. Acto seguido, en compañía de la ministra de Igualdad, Ana Redondo, del presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, del alcalde de Segovia, José Mazarías, del presidente de las Cortes de Castilla y León, Carlos Pollán, del presidente del Patronato del Alcázar, Ignacio Ojeda, y de otras autoridades, penetró en el Alcázar, donde había de asistir a la primera de las conferencias de las jornadas 'Isabel de Castilla, entorno cultural y legado simbólico', impartida por Carmen Sanz Ayán, numeraria de la Real Academia de la Historia.
La figura de Isabel la Católica estuvo muy presente durante toda la mañana. Don Felipe se pronunció sobre su antepasada en la dedicatoria que firmó en el libro de honor del Alcázar. El rey valoró la contribución del ciclo de conferencias organizado por el Patronato del Alcázar y la Real Academia de la Historia al «conocimiento y aprecio justo del legado imperecedero de Isabel la Católica para la Historia de España y la gran Historia de Europa y más allá». En líneas escritas de su puño y letra, Felipe VI felicitó a la organización y aseguró celebrar el 550º aniversario de la proclamación de Isabel de Trastámara como reina de Castilla con el «orgullo» y el «honor» de sentirse «heredero» de su linaje y del de su esposo, Fernando de Aragón.
La conferencia tuvo lugar en el Salón de Reyes, en cuyo friso están representados en efigie todos los monarcas asturianos, leoneses y castellanos que hicieron posible la Reconquista, desde don Pelayo hasta los Reyes Católicos. El actual rey de España no pudo evitar mirar, en reiteradas ocasiones, tan magnífico escaparate regio. Antes de Carmen Sanz Ayán intervinieron el alcalde de Segovia, José Mazarías, el presidente del Patronato, general Ojeda, y la directora de la Real Academia de la Historia, Carmen Iglesias. Mazarías aprovechó su discurso de bienvenida ante el monarca para invitarlo formalmente a visitar el Ayuntamiento, a fin de que pueda conocer a fondo la Casa Consistorial, cuya remodelación inauguraron sus padres, los reyes Juan Carlos y Sofía, en 1998. El regidor relacionó la figura y el legado de Isabel I con el propio Felipe VI, de quien elogió «el compromiso con los valores democráticos, la transparencia y la modernización de la Monarquía». Del mismo modo, Mazarías subrayó la «especial vinculación» que Segovia mantiene históricamente con la Corona de España y mencionó al abuelo paterno del monarca, don Juan de Borbón, conde de Barcelona, nacido en el Real Sitio de San Ildefonso en 1913.
El general Ojeda recordó el pasado del Alcázar de Segovia como lugar en el que residieron veintidós reyes y recordó que Isabel de Trastámara partió de la fortaleza aquel lejano 13 de diciembre de 1474 en que fue proclamada reina de Castilla. Por su parte, Carmen Iglesias alabó el impulso que el Patronato ha dado a la conmemoración. La que fuera profesora de Historia de don Felipe allá por los ochenta, destacó la «personalidad abierta a los demás» de la reina Isabel, así como su «inteligencia, bondad, fortaleza y voluntad».
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'Isabel de Castilla, espejo de reinas gobernantes en la época moderna' es el título de la conferencia que después impartió Carmen Sanz Ayán. La historiadora dijo que la reina castellana fue «modelo de conducta ideal» para las soberanas de los siglos XVI y XVII. De manera consciente, Isabel la Católica dio visibilidad a sus acciones públicas y privadas en textos y paratextos de diversos géneros literarios auspiciados por ella directa o indirectamente a lo largo de su vida. Ese modelo de conducta ideal trascendió a su muerte tanto en la literatura dramática del Siglo de Oro, como en impresos de diversos géneros que, dirigidos a las sucesivas reinas de la Casa de Austria, proponían a Isabel como espejo en el que mirarse.
Tras la conferencia, el rey participó en un ágape en el mismo Alcázar y regresó a Madrid.
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