En el reino del chorizo

Para coronarse como chorizo de Cantimpalos no vale cualquier embutido. Hasta el cordel de las sartas identifica al soberano. Blanco, rojo y negro son sus colores. Además, desde 2008 está amparado por el sello de la Indicación Geográfica Protegida, lo que le otorga prestigio y avala la autoridad de su trono dentro de las carnes curadas. Como ha ocurrido con tantas otras rendiciones de culto, en este gastronómico, y con tantas manifestaciones populares, la feria que lo ensalza había estado recluida por la pandemia hasta ahora. Como manda la tradición, el último fin de semana completo de abril, devotos y curiosos se han acercado de nuevo en peregrinación al reino del chorizo en Cantimpalos.

En esta ocasión, el acontecimiento ha prescindido de algunas citas habituales en las ediciones anteriores a la irrupción del coronavirus. Así, este domingo no ha tenido lugar el concurso de recetas debido a la escasa participación, que tampoco ha contado con los alumnos e la escuela de cocina que últimamente contribuían con sus elaboraciones a descubrir nuevas combinaciones culinarias.

A falta de recetas, la feria ha sacado a relucir su cara más solidaria y ha organizado la degustación de bocadillos que han sabido a generosidad con Ucrania, que sufre la invasión rusa y el éxodo de refugiados. También bares y restaurantes de la localidad segoviana han rendido su particular homenaje con sus tapas en las que el chorizo de Cantimpalos ha sido el rey de esta cocina a escala.

Más de diez expositores se han congregado este domingo por la mañana para exhibir y vender sus productos artesanos. Y antes de que los comensales guardaran cola para degustar las cerca de cuatrocientas raciones de chorizo con garbanzos de Villovela de Pirón con bacalao y verduras elaboradas por la Asociación de Cocineros de Segovia, el recital musical el Cuarteto Xosé Liz ha amenizado la espera.

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