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Comandante Lara | Cómico
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Comandante Lara | Cómico
«Las redes hacen que aparezca demasiada gente, todos quieren ser 'youtubers'»Luis Lara (Jerez de la Frontera, 29 de octubre de 1976) fue a un restaurante de Sevilla en sus inicios como cómico: medio centenar de ... comensales más pendientes de sus platos que de escucharle. Fue su 'tierra, trágame', 45 minutos de reloj: «Te miraban hasta mal. ¿Quién es el calvo este? Que yo me estoy comiendo mi solomillo». Llegó a su casa y se cuestionó todo. «A mí quién me ha mandado meterme en esto». Al siguiente día, otro bolo le devolvió al redil y desde 2017 recorre la geografía española junto a Vicente Ruidos y Jesús Tapia. El Comandante Lara, el periodista que empezó en la radio de Canal Sur imitando a personajes como el futbolista Samuel Eto'o, se estrena esta noche en tierras segovianas dentro de las Noches Mágicas de La Granja.
–¿Cómo se convierte un periodista en cómico?
–'El Pelotazo' era un programa de actualidad deportiva con unas pizquitas de humor. Lo que pasa es que esas capsulitas tuvieron tanto éxito que se convirtió en un programa de humor con capsulitas de deporte. Lo que me gustaba del periodismo era narrar partidos y tuve la oportunidad de hacerlo con el Xerez en Primera División. Pero lo de hacer reír era intrínseco a mi persona, a pesar de mi timidez. No ha sido un cambio radical en mi persona, pero sí echo de menos decir algo en la radio y que se me tome enserio. Cuando opino, la gente está esperando a que diga la tontería.
–¿Cómo combate su timidez?
–Lo que peor estoy llevando es que me reconozcan por la calle. Te sientes observado en cualquier sitio. Voy a un teatro de público y me convierto en el foco de atención. Hay días que uno no tiene el horno para bollos y a partir de la octava foto en 15 minutos, molesta un poquito.
–¿Reivindica un cómico su derecho a la tristeza?
–Totalmente. Un día tienes mala cara cuando vienen a pedirte un chiste y dicen: «Valiente tío chungo, qué apagado». Tú no ves a un albañil por la calle y le dices que te levante un muro; o le pides un tartar de atún a un chef.
–¿Cómo definiría su comedia?
–Lo mío es humor surrealista, lo absurdo, el doble sentido. Sacar la exageración máxima de algo habitual, que la gente se vea reflejada. Ahora hablo mucho de mi cuñado Ramiro, un gilipollas. Cosas cotidianas, que no tengas que pensar mucho para reírse: ¡pum! No un encaje de bolillos.
–¿Qué rol juega el público?
–Ahora se ha puesto de moda esto de interactuar mucho, que se sienta protagonista. A nosotros nos gusta hablar más que el público; la gente paga su entrada y viene a escucharnos. A ver una sucesión de pamplinas y que desconecten de sus problemas durante una hora.
–¿Qué papel ha jugado el humor en la pandemia?
–Si ya fue una pesadilla, imagínate si no hubiéramos tenido esa ventanita de las redes sociales…. El humor ha jugado un papel fundamental en mantener arriba la moral de la gente. Sin esa válvula de escape, esto habría acabado con la salud mental de más gente. Reírte en las desgracias nos hace mejores porque ya nos podemos reír de cualquier cosa.
–¿Se pueden hacer chistes con todo o debe haber límites?
–Se ha puesto el mundo que haces un comentario y se te tiran a la yugular. No voy a hacer algo en el escenario si sé de antemano que hay gente que se va a sentir a disgusto. Si va a hacer daño, no lo digas. O hazlo en un corrillo más privado. El humor negro no está en mi batería de tonterías, pero a todos se nos escapa una risa cuando un amigo dice una burrada. Lo primero es reírse de uno mismo; luego ya tienes licencia para reírte de otras cosas.
–¿Hay una burbuja en el humor?
–Si tienes talento y lo quieres mostrar, es más fácil. Antes tenía que confiar alguien en ti sin conocerte. Cuelgas algo, cae en gracia y si mantienes regularidad en la calidad de tus tonterías… Sí, hay un boom por esa facilidad de las redes sociales. Eso hace que aparezca demasiada gente, todos quieren ser 'youtubers'. Que sí, es normal, tienen derecho, pero luego está la calidad. Yo todavía flipo en colores con que mi mensaje haya calado en tanta gente. No acabo de asimilarlo, de creerme lo que me está pasando. Habrá quien tenga una autoestima a prueba de bombas y se venga arriba con dos cosillas. Yo sigo agarrado a mi timidez.
–¿Le falta autoestima como cómico?
–Me falta autoestima en general, intento tener los pies en el suelo. No sé si es bueno o malo, lo que no quiero es soberbia, el ego de los argentinos. Mi timidez vence a mi autoestima. Antes de salir a cualquier escenario me pongo más nervioso que un testigo falso, pero en cuanto llega la primera carcajada me vengo arriba.
–¿Está el humor bien pagado?
–Yo me siento bien pagado. El que empieza en un garito irá más cortito de caché, pero si va gustando lo que haces esto es la ley de la oferta y la demanda. La calidad está en la venta de entradas Si haces un buen número de actuaciones al mes te puedes buscar un sueldo gracioso.
–¿Son respetados los cómicos?
–Yo creo que sí. La gente valora que les hagas reír. Lo de las fotos puede molestar a partir de la 17, pero que se acerquen a mostrarte su respeto está guay: «Llevaba tiempo sin reírme porque tenía un problema…» Joder, si yo he conseguido eso, qué bien.
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