Amada Peñalosa | Vecina de Segovia afectada por los ruidos
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Amada Peñalosa | Vecina de Segovia afectada por los ruidos
«Recuerdo cuando nos mudamos de casa y a esos chavales gritando: 'Hemos ganado, hemos ganado'»Cuando Amada Peñalosa se marchó de su piso en la calle San Agustín, los culpables de su éxodo celebraban la victoria en el balcón. «Recuerdo perfectamente aquel día y esos chavales gritando: hemos ganado, hemos ganado». La «puta zorra», insultos que propinaban en francés a ... una mujer que hablaba mejor esa lengua que ellos el castellano, se marchaba con sus hijos, los mismos que llevaban el colchón a la cocina para intentar conciliar el sueño las noches que su madre trabajaba en una fábrica. Porque la coordinación era perfecta: cuando ella dejaba el piso, empezaba la noche sin ley.
El piso de aquellos estudiantes de IE University pertenecía a una agencia y su salón daba al dormitorio de sus hijos. «Yo les expliqué que es pladur y que se oía todo. Ellos decidieron que les importaba todo un pimiento. Como sabían que llamaba a la policía, en cuanto salía por la puerta, ponían la música a todo trapo». Tan alta estaba que una noche escuchó una de esas canciones francesas –muy a su pesar, aquellos acordes eran la banda sonora de su vida– cuando estaba tomando algo en el Clandestino. Como una orquesta. Cuando vino la policía, la respuesta de los inquilinos fue alternar media hora con música con otra media hora sin ella. Y vengarse de la denunciante con golpes en las paredes. «Nos convertimos en su diversión».
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Luis Javier González
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Amanda dejó a sus hijos, de unos 10 años entonces, el teléfono de unos amigos, a los que han tenido que llamar madrugada: «Es que todavía no nos hemos podido dormir». Pidió a la agencia que anulara el contrato de alquiler por ruidos, pero la única respuesta fue organizar una reunión con los estudiantes. «Yo tenía que entender que era gente joven y que divertirse estaba en su naturaleza. Esto llegó a ser completamente inviable. Hubo noches que la policía tuvo que acudir tres veces. Lo que hacían era irse al edificio de enfrente, que también había estudiantes franceses, y cuando iban allí, volvían al mío».
Tuvo que mudarse a un piso «mucho más caro» para salir de aquello. Ahora vive en la Calle Real, pero no huyó de los estudiantes. «En comparación con aquellos son más tranquilos, pero también tenemos muchísimos problemas». Hay un piso con una terraza que da al patio interior, donde están los dormitorios de todo el edificio. La respuesta del casero, dueño de todo el edificio, es que a finales de mayo se mudan. «Viene toda la primavera de fiestas en la terraza». Fiestas que empiezan cada vez más temprano, a las seis de la tarde: horario europeo. Una de las inquilinas –estudiantes de IE University– ha denunciado al casero por permitir que los vecinos la acosen con llamadas a la policía. «Flípalo».
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