Segovia

La provincia recoge casi 600 toneladas de basura electrónica el último lustro

La cifra de toneladas recogida anualmente por el Consorcio Provincial de Medio Ambiente ha oscilado desde las 104,5 de 2019 a las 166,6 de 2020, las 113,6 de 2021, las 113,7 de 2022 y las 98,6 del año pasado. «Es exagerado lo que hacemos», resume su presidente, Mario Pastor de la Cruz. Una evolución uniforme con la excepción de la pandemia, algo que se explica porque pasar más tiempo en casa pudo conducir a más reformas.

A partir de esas 166,6 del año 2020, el dato ha bajado levemente porque las renovaciones de electrodomésticos ya están hechas. Y el último dato, por debajo de las 100, podría apuntar a una pérdida de poder adquisitivo por la inestabilidad económica provocada por la inflación y a que las familias optan por alargar la vida de sus lavadoras y no cambiarlas tan a la ligera.

Los RAEE incluyen lavadoras, frigoríficos, lavavajillas o calentadores eléctricos: en resumen, los electrodomésticos habituales de una vivienda, pues la recogida no incluye material industrial. El Consorcio remite al principio de cada año un calendario con los días de recogida de enseres y voluminosos y lo habitual es que cada Ayuntamiento prepare en los días previos a los vecinos para depositarlos. Algunos tienen un lugar habilitado para ello y otros más modestos los acumulan en plena calle. Medio Ambiente lo recoge, los clasifica en su planta de Los Huertos y los distribuye a gestores autorizados. «Unas empresas recogen los frigoríficos; otras, las lavadoras...». La idea es clara: «Que ese electrodoméstico deje el menor residuo posible».

El número de visitas a cada municipio está directamente relacionado con su población. A los pueblos más pequeños, el camión pasa dos veces al año; mientras, hay otros a los que acude todos los meses –incluso cada semana– porque el volumen de residuos lo requiere. Los camiones recorren diariamente unos itinerarios diseñados. Son pocos los municipios con puntos limpios –El Espinar, Cantalejo o Marugán son las excepciones– mientras el grueso de ayuntamientos –en torno a un centenar de la provincia– cuentan con áreas de aportación, es decir, un recinto cercado de unos 120 metros cuadrados; algunos tienen un tejadillo para depositar los RAEE debajo y que no se mojen.

El punto limpio de Segovia capital es de gestión municipal, aunque hay ciertos residuos que llevan a Los Huertos. La recogida de basuras es municipal o de las mancomunidades, pero el Consorcio recoge envases, papel y cartón más los enseres y voluminosos, donde se encuadran los electrodomésticos, algo que la capital y el Real Sitio de San Ildefonso hacen de forma autónoma porque lo hacen con más frecuencia.

Uno de los beneficios de deshacerse de estos electrodomésticos es aligerar las toneladas que recibe el vaso de rechazo, es decir, lo que queda después de reciclar todo lo que se puede reciclar. Su ubicación está en Martín Miguel, aunque hay en estos momentos uno en desarrollo en Los Huertos. El precio de lo que no se recicla es alto –30 euros por tonelada–, así que el presidente pide ayuda ciudadana. «Lo que hacía falta es que no generáramos residuos. Pero es el sistema de vida que tenemos y tratamos de hacerlo lo mejor posible».

Con todo, la ecuación no es tan fácil de resolver. Aguantar un electrodoméstico no es necesariamente un ahorro ambiental. «Si tienes uno viejo, están generando energía por otro lado y no es tan eficiente como uno nuevo. Lo que sí pido es que la gente lo lleve donde lo tiene que llevar para que ese material tenga un segundo uso. Sobre todo, que no se tiren en cualquier sitio». Algo que con el paso de los años se ha revertido. «Va costando trabajo, pero cada vez nos encontramos menos cosas tiradas en las cunetas». Lo dice un alcalde que se ha encontrado en las de su pueblo, Torreiglesias, frigoríficos o ruedas de coche.

El resultado de dos décadas de gestión de residuos. «Antes había un hoyo donde se iba echando la basura. Y lo teníamos todos pueblos, es lo que había hace veintitantos años. Vamos evolucionando». Las áreas de aportaciones clausuraron aquellos hoyos y en los últimos años, con la colaboración de la Junta de Castilla y León, se han sellado 190 escombreras en la provincia. «Que ya no eran escombreras, eran basureros. Y la gente lo está respetando». Y faltan una docena, previstas para un próximo proyecto. En resumen, una por pueblo.

Además de adecentar esas zonas deterioradas, la normativa ambiental ha cambiado. «Antes no te encontrabas un contenedor en un pueblo para recoger escombros ni harto de cuba libres; ahora, están en todos». En cuanto a la pedagogía a la hora de deshacerse de los electrodomésticos, Pastor de la Cruz elogia «lo bien que lo hacen» los mayores de los pueblos. «El problema lo tenemos en verano, nos desborda. La provincia se triplica». Pero el sistema funciona, también con los vecinos de segunda residencia. «Tienen cuidado de decirle al Ayuntamiento que tienen una lavadora. Todo es mejorable, siempre hay algún desalmado, pero la verdad es que no estamos funcionando mal. El problema es que consumimos de más».