La protección de un ave obliga a eliminar arbolado en 188 hectáreas de parque natural

No muchos segovianos han escuchado hablar de esta especie hasta el momento, debido a su baja presencia en el territorio provincial. Sin embargo, conviven con otros ejemplos de fauna en las Zonas de Especial Protección para las Aves (ZEPA) existentes en la comarca del río Duratón y de Riaza. Al contrario que otros ejemplos, el recuento de la alondra ricotí ha descendido significativamente en el inventario con el paso de los años.

Este ave, de pequeño tamaño, coloración marrón claro y con un pico tan largo como la longitud de su cabeza, es «extremadamente selectiva» en la elección del lugar en el que vivir, detalla el Servicio Territorial de Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León. De ahí que antes de emprender acciones dirigidas a su protección o conservación, fuera necesario estudiar su comportamiento y su predilección por los medios esteparios poblados con matorral bajo en terrenos llanos, especifica la Administración regional, que participa como socio en el proyecto Life Connect Ricotí, cofinanciado con fondos europeos.

Esta iniciativa está coordinada por la Universidad Autónoma de Madrid y atribuye la progresiva desaparición de esta especie, la Chersophilus duponti, a múltiples factores. Entre ellos, destaca «la pérdida de hábitat de calidad», tanto por destrucción o alteración, lo que reduce su área de distribución e incrementa el aislamiento de las poblaciones. Precisamente, la alondra ricotí está catalogada como 'vulnerable' en el Catálogo Español de Especies Amenazadas, pero se incluye en el Libro Rojo de las Aves de España 2021 en la categoría de 'en peligro de extinción'.

Según el último censo, que data del periodo 2020-2021, se estima que 24 machos residen en la ZEPA de las Hoces del Río Duratón y otros 13 en el área protegida de Riaza. Ambos parques naturales han sido escenario de un amplio catálogo de actuaciones dirigidas a la restauración del hábitat de esta especie, que han contado con un presupuesto de más de 115.000 euros.

La Fundación Patrimonio Natural de Castilla y León, dependiente de la Junta, ha sido la entidad encargada de gestionar, licitar y adjudicar los dos contratos -uno por cada zona protegida- para ejecutar estos trabajos. En ambos casos, la empresa madrileña IGM, Ingenieria y Gestión Medioambiental S. L. ha resultado vencedora.

La superficie afectada por este proyecto asciende a 188 hectáreas, de las que 118 se ubican en la zona de Riaza, sobre todo en Valdevacas de Montejo; y cerca de 70, en el entorno del Duratón, en terrenos próximos al camino hacia la ermita de San Frutos, en el término municipal de Villaseca, y Castrillo de Sepúlveda.

Antes de poner en marcha las labores contempladas en el contrato, ha sido necesario firmar convenios de cesión para el uso de fincas con el Ayuntamiento de Sepúlveda y la Asociación Aldehornillo de Valdevacas de Montejo, que dieron su beneplácito a finales de 2023 tras mantener encuentros con la entidad responsable de la gestión de los parques naturales. También se recabó la aprobación de la Confederación Hidrográfica del Duero (CHD), según confirma la Junta.

Los trabajos realizados se han concentrado fundamentalmente en los últimos dos meses y han consistido en la corta y eliminación de arbolado, la recogida y apilado de los restos, el transporte de leñas a cargadero y la eliminación de residuos mediante astillado. «Se pretende obtener un escenario óptimo, reforzándolo con la actividad ganadera que puede mantener la estructura y composición del estrato camefítico y herbáceo favorable para la ricotí», concreta el Servicio Territorial de Medio Ambiente.

La presencia de gran maquinaria y operarios en el epicentro de estas áreas protegidas llamaron la atención e inquietaron a los vecinos próximos, pues la tala de árboles en los parques naturales es un hecho insólito. Sobre todo cuando los ejemplares eliminados han sido numerosos. La Fundación no ha detallado el número exacto de sabinas, enebros y encinas que han sido talados, pero las huellas de las motosierras son múltiples en el paraje.

Esta misma semana se podían observar hasta medio centenar de árboles que habían sido apilados en un camino paralelo al acceso a la ermita de San Frutos, cuyo paso está restringido tanto a vehículos de motor y bicicletas como a senderistas al tratarse de una «zona de uso limitado», según advierte un cartel. El objetivo es «evitar molestias a especies protegidas», avisa.

Se trata de parcelas casi vírgenes y de carácter pedregoso, conocidas como 'lastras', ya que la existencia de piedras dificulta el crecimiento de vegetación. «Algunos árboles que han sido cortados tenían más de 200 años», informan fuentes consultadas en el terreno que han preferido mantenerse en el anonimato. La Junta puntualiza que se han respetado los pies mayores indicados por la dirección de la obra, conforme a los requerimientos de hábitat de la alondra.

Este plan, orientado a la protección del ave, también contempla firmar contratos con ganaderos de ovino de la zona para «incentivar» la actividad agraria en las citadas superficies, según la Administración autonómica. Ya se han establecido contactos para «la mejora de la gestión del pastoreo, la financiación de infraestructuras, puntos de agua...». Los investigadores correspondientes harán seguimiento y evaluación de las poblaciones de la especie amenazada, su alimentación y relación con la cabaña ganadera.