![«Un producto de calidad no tiene que ser necesariamente moderno»](https://s2.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/2024/11/10/Imagen%20cnv-andres-ortega-detorre2-kLWC-U2201780677956H3F-1200x840@El%20Norte.jpg)
![«Un producto de calidad no tiene que ser necesariamente moderno»](https://s2.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/2024/11/10/Imagen%20cnv-andres-ortega-detorre2-kLWC-U2201780677956H3F-1200x840@El%20Norte.jpg)
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Andrés Ortega García (5 de octubre de 1969) no solo preside la patronal segoviana, sino también el Patronato de la Fundación Centro Nacional del Vidrio. Celebra y asume la tarea de preservar el soplado de vidrio, una técnica que se remonta al siglo I y ... que fue reconocida el año pasado por la Unesco como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. En la Real Fábrica de Cristales de La Granja, el continente es más importante que el contenido: cada pieza tiene personalidad. Un sector que tiene futuro porque la producción aumentará con la reciente inauguración de nuevos hornos.
–¿Qué significa la declaración de la Unesco?
–Aunque la Real Fábrica y el Ministerio de Cultura han tenido un papel muy destacado, ha sido un trabajo en equipo con Francia, Finlandia, Alemania, Hungría y República Checa. Alrededor de cinco o seis años. No solo en la parte administrativa, sino innumerables reuniones para trasladar a los evaluadores la importancia de la técnica del vidrio soplado, así como el tallado que nosotros hacemos. La preparación concluyó aquí para tener en Botsuana esa declaración satisfactoria. Ha supuesto un gran espaldarazo a lo que hacemos.
–¿Cómo convencieron a los evaluadores de que esa técnica merece reconocimiento?
–Tenemos un montón de producto elaborado aquí con moldes que tienen casi 300 años de historia. En nuestro museo hay cristal de hace 700. Es una técnica que se usaba prácticamente igual que ahora y que no se puede perder, necesita de reconocimiento. Además se está demostrando que se puede vivir de ello, los cursos están teniendo éxito. No solamente en chavales, sino en personas más adultas. Todo esto sirve de palanca para seguir creciendo.
–Dice que no se puede perder. ¿Está en riesgo?
–Todas las técnicas artesanales con un recorrido tan antiguo pueden desaparecer si no están apoyadas por las instituciones, como es el caso de la Real Fábrica con el apoyo del Gobierno, la Junta, Diputación o el Ayuntamiento del Real Sitio. Hoy el vidrio se puede hacer en una máquina automática que puede producir en una hora 50.000 vasos; nosotros, igual podemos hacer 25 copas. Eso sí, sopladas a mano con el máximo detalle, un cristal de gran pureza y hecho por artesanos formados aquí desde hace 300 años.
–Su relato plantea un abismo entre números.
–No pretendemos competir con la industria, sino que trabajamos por destacar la importancia de lo artesano, hecho a mano, la creatividad, el diseño. En una máquina no se puede hacer lo que hacemos.
–¿Se puede vivir de lo artesano?
–Definitivamente, sí. Hay que trabajar por un producto de calidad y un buen diseño, que no necesariamente tiene que ser moderno. Por eso estamos transmitiendo esa técnica.
–¿Qué encaje tiene este sector en la economía del siglo XXI?
–No todo son máquinas, ni automatismos ni grandes tiradas. En un mundo global, lo pequeño también es importante. Lo artesano, lo especializado.
–¿El mercado lo valora?
–Las personas que se acercan a la Real Fábrica valoran nuestro producto. De hecho, no es caro, tiene el precio que cuesta elaborar estos artículos. El museo es muy valorado en las encuestas de satisfacción, más aún cuando ves cómo se sopla una pieza de cristal. Cada artículo es una pieza única y bella en sí. Es el edificio industrial antiguo en marcha más grande de Europa. Maquinaria que ha pertenecido a la historia del vidrio y una exposición en la que ves una copa de la que el rey bebía vino en su día.
–¿Cómo es posible que los diseños de hace tres siglos sean actuales?
–Pongo un ejemplo. Uno de nuestros diseñadores trabaja con algunas de las galerías más prestigiosas de Nueva York. Hicimos diseños aprovechando moldes antiguos que no estaban pensados para hacer lámparas, pero gracias a su toque crearon un producto muy de diseño. El CEO de Google pasa por allí, aprecia su belleza y ahora hay cinco lámparas en su sede de San Francisco.
–¿Hay relevo generacional para los sopladores?
–Estamos trabajando precisamente para que los maestros tengan relevo generacional, es uno de los objetivos fundacionales. Hoy por hoy, tenemos garantizados unos cuantos años y acabamos de incorporar varios sopladores a nuestra plantilla.
–¿Qué incentivos da a los jóvenes para que cojan el testigo?
–El mundo del vidrio es mágico. Una vez que lo ves, te enamoras; cuando soplas, caes rendido a sus pies. Que tiene un futuro. No todo el mundo quiere trabajar dentro de una empresa o ser funcionario. Pueden hacer su pequeño o gran taller y vivir de ello.
–¿Por qué son importantes sus nuevos hornos?
–La producción va a aumentar exponencialmente. La primera ventaja es que nos permite tener dos hornos de vidrio transparente y dos de color. Ahora tenemos una limitación; o haces transparente o haces color, y solo tenemos un horno. Pero no estamos en un negocio donde lo importante sea la cantidad.
–Pero habla de un aumento exponencial.
–Ya, pero necesitamos también sopladores. No es que tenga cuatro hornos y pueda sacar cuatro veces más producción. Por eso uno de los objetivos es incorporar mano de obra.
–¿Por qué hace falta más producción?
–El mercado nos está demandando más producto. Tanto los clientes profesionales como los particulares lo aprecian y viene más trabajo. Necesitamos aumentar nuestra capacidad.
–¿Hay mano de obra para dar respuesta a esa demanda?
–A día de hoy, tenemos capacidad. En la medida que aumente el número de pedidos, necesitaremos ir incorporando personal.
–¿De dónde saldrá?
–De lo que estamos formando nosotros y también hay profesionales en el mercado. El mejor ejemplo es que hemos incorporado a una persona de cincuenta y tantos años que estaba soplando en Barcelona. En lámparas hemos traído a alguien de Portugal especializado porque tenemos una relación muy estrecha con ellos.
–¿La cantidad de recursos humanos es suficiente para ese aumento exponencial?
–Hoy no tenemos ese problema. Y en los próximos dos años tampoco lo vamos a tener.
–¿Qué significa la Fábrica de Cristales para el tejido económico del municipio?
–Lo primero, casi 50 empleos directos, que es importante. Lo segundo, el impacto a través del turismo. Ya vamos por sesenta y tantos mil visitantes: muchos comen y compran en el municipio. Esto está en aumento y, cuantos más visitantes, mayor repercusión económica.
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