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«Es la primera vez que sonrío desde que llegué a España en 2021»
Segovia ·
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Un joven refugiado procedente de Malí ha construido una nueva vida desde cero en la ciudad tras ser rescatado de una pateraHacía más de un año y varios meses que no bailaba ni sonreía. Casi se le había olvidado. El joven Anuar (nombre fictico), de 26 años, llegó a Segovia en condición de refugiado tras huir de la inseguridad, las muertes y el terrorismo en su ... país. «Soy de Malí», declara. En todo este tiempo, ha estudiado castellano sin apenas tregua. Su propósito es aprender a desenvolverse cuanto antes en la ciudad para construir una nueva y próspera vida, aunque su pensamiento permanezca unido a su familia.
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«Es la primera vez que sonrío desde que llegué a España en 2021», aseguraba Anuar este martes. Es voluntario activo de Cruz Roja Segovia y participó en el acto en conmemoración del Día Mundial de las Personas Refugiadas. «Sentimos esta jornada como una muestra de apoyo», refiere. Su sonrisa deslumbraba entre todos los asistentes a la batucada. «¿Has visto cómo bailo? Llevaba muchos años sin hacerlo», bromea el maliense.
No es tarea fácil para un joven tomar la decisión de abandonar su hogar, su familia y su país sin billete de regreso. Mucho menos hacerlo jugándose la vida en patera. «Nos rescataron los de salvamento y fuimos a Tenerife, allí nos ayudaron», subraya.
Anuar llegó a un punto en el que no podía contemplar otra opción que la de huir. «En mi país no hay tranquilidad, puedes acostarte por la noche y por la mañana ya no estás», lamenta. Los focos en los que actúan grupos terroristas no están localizados. «No se sabe dónde, pero están», asevera. Su familia todavía reside allí y mantiene muy vivo su recuerdo, por lo que le resulta muy doloroso hablar de ello.
Su destino tras recibir la protección internacional fue Segovia. «Me gusta mucho: por el trabajo, la gente y Cruz Roja, sus voluntarios me han ayudado», insiste el maliense. Nada más pisar la ciudad se marcó el objetivo de aprender castellano. «Estudié mañana y tarde; fue fácil, ya sabía hablar algo en mi país», sostiene.
Este conocimiento le ha permitido comunicarse y encontrar trabajo en un matadero. También le gustaría dedicarse a la albañilería. «Todavía soy migrante, pero puedo decir que ya soy independiente», se enorgullece Anuar, quien ha construido su vida de cero. Es consciente de que hay muchas personas que están y estarán en su misma situación. A ellos les aconseja estudiar, pese a que «nunca será como en su país», concluye.
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