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A Ramsés Gil Tordesillas se le ponen los pelos de punta al recordar no solo cómo la plantilla de la Gimnástica Segoviana acudió al tanatorio para acompañarle el día de la muerte de su madre, sino cómo mandaron a paseo el entrenamiento del día siguiente ... y se plantaron en la iglesia de Cantimpalos. Y sonríe al recordar una anécdota que tilda de «tragicómica». No sabía qué hacer cuando un familiar le dijo que había que llevar una cruz de un tamaño considerable, él bastante tenía con acompañar el féretro. Se desentendió. ¿Quién llevó la cruz? Nacho Gonzalo, el preparador físico. Y rompe en carcajadas al recordar su mirada, esa que decía: «Nadie quería hacerlo y me ha tocado a mí». El nivel humano de la plantilla fue la base de su éxito deportivo. «Cuando vi allí a todos fue un subidón. Qué nivel tienen estos tíos».
–¿Qué pasa por su cabeza cuando se arrodilla en La Albuera tras el pitido final del árbitro?
–No es fácil… Una acumulación de imágenes, de sensaciones. Te acuerdas de tu familia, de un año muy duro, de lo que ha costado. Por más que lo veíamos y lo teníamos en mente, no dejaba de ser algo utópico. De alguna manera, era decir: «Ya sí que hemos pasado página». Nos ha costado muchísimos años, pero esto ya es otra historia. Quiero ver a mi padre, a mi chavala, al niño, acercarme a Agus. Luego ya ves toda la estampida y estás fuera de lugar, no eres consciente de lo que pasa. Son momentos de la vida que no se olvidan.
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Quique Yuste
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–¿Qué significado tiene el abrazo con Agustín Cuenca?
–Era como decir: «Ostras tú, cuánto nos ha costado llegar a esto». Siempre hablamos de justicia, deportiva, y merecimientos, pero hay más cosas porque todo el mundo trabaja y cree que lo merece. Pero creo que se ha hecho justicia con un montón de años peleando por un sueño.
–Si todo el mundo trabaja y lo merece, ¿por qué lo ha conseguido la Sego?
–Por insistencia, seguro. En ningún momento se han bajado los brazos. Han sido años duros, con altibajos. Te acuerdas de un montón de gente que ha pasado y ya no está, pero puso su piedra en el camino. Manu González fue parte fundamental de esta historia. Cuando fuimos a buscar a Abraham García para entrenar y el club estaba horroroso. De esas cosas te acuerdas y en todas estábamos Agus y yo. Han sido muchos años de desvelos e ilusión. Y cuando culmina en algo tan bonito, la satisfacción es doble.
–¿Cuál fue el peor desvelo?
–Cuando el club estuvo a punto de desaparecer. Queda muy lejos ya, pero en nuestras cabezas siempre está reciente, nos pone en nuestro sitio. Siempre nos acordamos de un momento puntual: eran las 11 y pico de la mañana y a las 12 el equipo desaparecía porque había gente que no iba a retirar las denuncias, con todo su derecho. Si en Tercera nadie la asume, imagínate en Preferente. Se salvó sobre la campana y fue un punto de inflexión.
–¿Por qué quiere tanto a la Sego?
–Todo viene de la etapa de futbolista. Estar tantos años en el vestuario, la responsabilidad que te da ser capitán, te hace interiorizar una serie de valores y sentimientos. Y nosotros formamos parte de ellos. Esto no se puede caer. Aunque Agus y yo podamos parecer muy distintos a nivel de carácter, tenemos el mismo nivel de tozudez. Se convierte en tu forma de vida, una cosa como muy familiar. Y por tu familia lo darías todo. Generas un sentimiento profundísimo. Y a nivel egoísta, el fútbol es algo que nos ha encantado siempre.
–¿Cómo ha cambiado su relación el hecho de que sea su jefe?
–En ningún aspecto, pero ninguno. Es curioso. Cuando entré en el equipo, le dije que se olvidaran de contratos, hay que estar a lo que hay que estar. Y en el momento en el que renovamos, le dije: «Poned lo que podáis». No ha habido nunca negociación jefe-subordinado. Ni la habrá mientras yo esté aquí y sean ellos los que manden. Porque llevo tantísimo tiempo sabiendo lo que sufren para poder pagar nóminas y tengo sumamente claro que no me van a engañar nunca.
–¿Que sean tan distintos explica su amistad duradera?
–Puedes tener amistad con cualquiera. Pero el hecho de tener puntos de vista comunes es lo que hace que consolides amigos. Desde el primer momento encajamos muy bien, desde que nos sentamos juntos en el vestuario. Quince años compartiendo asiento con muchísimas anécdotas. Y eso luego va más allá del propio fútbol y es algo ya de por vida, está clarísimo.
–¿Ha pensado en la conversación sobre su despido?
–Sí, claro. Pero probablemente es una situación que no llegue a darse porque en el caso en que las cosas no funcionaran es bastante más probable que me diera cuenta yo antes que él.
–¿Cómo responde a los cánticos de '¡Ramsés, quédate!'?
–Gracias, está claro, pero son momentos de mucha euforia. Nadie ha hecho un análisis medianamente serio de la situación. La decisión que tomemos será reflexionada, consensuada y tranquila. No hay nada decidido y no he gastado ni un minuto en pensarlo. Parece que estoy dejando pasar tiempo a ver si llegan ofertas, pero no tiene nada que ver con eso. Hay que buscar lo mejor para todos. Si yo tengo una oportunidad de salir, los primeros que se van a enterar van a ser Agus y Juan Carlos Renedo. Necesito tiempo porque yo emocionalmente no soy el mismo que el año pasado y este año no es igual que el pasado para ellos. Lo primero que tiene que hacer el club es saber dónde pisa. ¿Cuánto dinero necesitas? Si no lo saben, ¿qué me van a ofrecer a mí?
–Es previsible que el entrenador de un equipo que gana la liga reciba ofertas.
–Imagino, sí. Previsible es, desde luego; yo ahora mismo no tengo ninguna.
–¿Cómo juzgaría las ofertas?
–Como cualquier ser humano. Escucharé, lo valorare y decidiré en función de lo que tu cabeza me dicte. Teniendo en cuenta una cosa, que la Sego siempre parte con ventaja. Es imposible que pueda igualar nunca lo que hemos conseguido este año, vaya donde vaya, sin ninguna duda. Es imposible ser más feliz con un logro. El dinero no será lo más importante, en ningún caso. Mientras tenga para poder mantener mi nivel de vida, que es absolutamente normal… Aunque tuviera muchísimo dinero, llevaría la misma vida. Mientras mi familia y yo podamos ser felices con lo que tenemos, el dinero no marcará nuestro futuro.
–¿Esta plantilla puede competir en Primera RFEF?
–Sí, seguro. Si tú asciendes es porque tienes equipo de Primera RFEF. Otra cosa es todo lo que la rodea. Hay que aumentar el nivel de exigencia a nivel de recursos, cuidados, entrenamiento paralelo, nutrición. Hemos llegado aquí exigiéndonos muchísimo, habría que dar un paso a mayores. Ahora mismo el equipo está a nivel élite total, pero siempre hay una vuelta más.
–¿Qué más se exigiría a sí mismo la próxima temporada?
–También lo he pensado y tengo que analizarlo. Pasaré a los futbolistas un cuestionario anónimo como el año pasado para una valoración personal. Y eso me sirve de mucho. Como decía Phil Jackson [ganador de 11 títulos de la NBA como técnico], no es dedicar tiempo, sino hacerlo bien. No te vale de nada ver diez partidos si no eres capaz de hacer un análisis en condiciones.
–¿Le ha pedido Agustín con la boca pequeña que no ascienda?
–Todo lo contrario. Cuando estábamos líderes, me dijo: «Ya hasta me llevaría un sofocón si no ganamos la liga». La ambición de ascender ha estado ahí desde el primer día. No nos pongamos techo a nivel deportivo si no lo tenemos.
–¿Cuándo piensa que pueden ganar el grupo?
–Verdaderamente sí que hay un momento porque el grupo es tan competido que, como dice Carleto [Carlo Ancelotti], es imposible que no te entren los miedos. Como se me tuerza la dinámica, pierdes tres partidos y te vas para abajo. Eso te ayuda a estar alerta. La realidad es que el equipo estaba funcionando muy bien. Se nos cae el posible fichaje, llegan las lesiones, tengo que llevar juveniles para completar las convocatorias, pero había un núcleo… Cómo compiten, pongas a quien pongas. Me acuerdo ante el Villanovense, que cambiamos el sistema y Manu jugó como central derecho. Llegué un día, puse un 1 en la esquinita de la pizarra y dije: «Vamos a quedar primeros». Les pedimos que firmen un compromiso de exigencia a nivel cuidarse: cero excesos. Era voluntario, sin cero consecuencias, y lo firmaron todos. Recuerdo perfectamente la charla porque me miraron todos como diciendo... Aunque ninguno dijo nada. Es que empecé a ver el calendario y lo tenía clarísimo. Los diez o doce últimos partidos han sido de coña, vamos. Una barbaridad de puntos que te meten arriba del todo cuando ni Talavera, Sanse o Numancia contaban con nosotros.
–¿Ese año tan duro a nivel personal le ha hecho más fuerte?
–No sabría decirlo. Lo que tengo claro es que para mí el fútbol ha sido una tabla de salvación. Llegar al vestuario y que los compañeros del cuerpo técnico hayan dado normalidad a mi día a día me ha ayudado muchísimo, muchísimo. Ha sido crucial. Y el buen rollo que ha habido siempre a nivel de jugadores.
Ramsés asume la misión de convertir una historia de amistad en un proyecto de ciudad. «Es así, la realidad de que hayamos sido todos tan insistentes parte de la amistad. Yo por ti, tú por mí y vamos para adelante. Incluso a nivel equipo, se consigue por lo mismo».
–¿Cómo se cambia la historia de la Sego?
–Es un trabajo de directiva brutal durante un montón de años y de muy pocas personas. Si se cansan Juancar [Renedo] y Agus, un día dicen: «He petado», se cae. No habría nadie.
–¿Cómo se consigue esa estabilidad?
–Ahora todo se abre. Para que el equipo sea viable en Primera RFEF, que ahora mismo no lo es, y de ahí hay que partir, tiene que entrar todo el mundo. Instituciones, empresas, socios. Muchos estarán dispuestos a asumir que les suban la cuota, pero el resto va a jurar, porque esto es Segovia. Y eso no vale. Estamos pringando los demás y yo tengo siete abonos. Podría meterlo en el contrato, mi familia entra gratis. Pero no se trata de eso. Es un esfuerzo mínimo. El que no tenga 200 pavos, que suba a la sede y lo diga: «Puedo pagar diez al mes». Y le van a decir que pague lo que pueda, pero métete. Estamos en ese punto.
–¿Confía en que la ciudad esté a la altura de su compromiso?
–Sí confío. Me decepcionaría muchísimo que no fuéramos capaces a todos los niveles de aprovechar este momento. Segovia necesita algo que nos haga más fuertes a nivel colectivo y el fútbol es una herramienta fundamental para conseguirlo. Lo estamos viendo en otro tipo de ciudades con más arraigo y gente. Ves a Coruña llenar Riazor; equipos como el Oviedo, el Sporting o el Racing. Que han bajado y han subido, pero siempre han tenido esa contundencia a nivel social que aquí no hemos tenido nunca. Ahora es el momento.
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