El Ayuntamiento de Segovia asume la polinización como un fenómeno natural contra el que no intervenir y no tiene en cuenta la afectación a los alérgicos en la elección de los árboles que integran el paisaje urbano de la ciudad. Lo mismo ocurre con los ... mares de pelusas que se acumulan en espacios verdes como la Alameda del Parral. «No podemos ir con un colador recogiéndolo. Las mismas lluvias naturales de la primavera hace que vayan reduciéndose y desapareciendo», subraya el concejal de Sostenibilidad Ambiental, Gabriel Cobos.
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La polinización no solo es consecuencia de plantas autóctonas, sino de otras especies que forman parte de la cadena alimentaria como el trigo, la cebada o el centeno, razona el edil segoviano. Y lo dice un alérgico a estas dos últimas, así como a las gramíneas. «Hay pocas herramientas de actuación que se puedan llevar a cabo porque es algo natural que debe seguir su curso y es necesario para la humanidad», ahonda en su explicación.
Lo mismo ocurre con las pelusas. «No son portadoras de alérgenos; es un elemento natural», apunta Gabriel Cobos. Unas especies tienen más que otras en sus periodos de floración; su presencia es un aviso para los alérgicos porque es el rastro de un alérgeno, pero es el propio árbol el que causa el problema, no la pelusa.
El problema de las pelusas radica en su carácter especialmente inflamable, una broma que para algunos niños o adolescentes nunca pasa de moda. «Los chicos tienen que saber que puede causar algún pequeño conato de incendio», advierte el representante municipal. Con todo, el Ayuntamiento no identifica un riesgo elevado porque no coincide con la sequedad y las altas temperaturas del verano. «Lo bueno de esta pelusa es que aflora en una época en la que el campo está bastante verde, si es un año hidrológico normal. No es una preocupación alarmante, simplemente hay que tener cuidado porque se puede prender de forma antrópica [por iniciativa del ser humano]».
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Gabriel Cobos
Concejal de Sostenibilidad Ambiental
Es un aspecto que el Consistorio segoviano trata con los menores en los cursos de educación ambiental y en sus excursiones pedagógicas al medio natural en las que aprenden los diferentes procesos de las especies vegetales. «Se les explica que hay que tener cuidado con los residuos para no tener disgustos como los incendios».
Hay especies más propensas a los alérgenos que otras, pero el Ayuntamiento tiene en cuenta otras prioridades. «Cuando hacemos plantaciones de árboles urbanos o repoblaciones, nos basamos en que sean especies autóctonas que sufran bien los cambios del clima, desde la época de sequía a los extremos de precipitación. Y que pueda convivir con los elementos urbanos. Que sus raíces no intenten sobresalir de la acera», señala el concejal. Factores que años atrás no se tenían tan en cuenta en el urbanismo de muchas ciudades. «Vemos aceras levantadas o cómo raíces han entrado en tuberías de agua, porque van buscando humedad, y provocan roturas», añade.
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Gabriel Cobos
Concejal de Sostenibilidad Ambiental
El mensaje de Cobos es que no se pueden poner puertas al campo. «Si tienes un arbusto con gramíneas fuera de la ciudad, al final el aire lo va a llevar a ella. No significa que por no plantar una especie esa alergia vaya a desaparecer», comenta el edil. Segovia también tiene arizónicas, yedra, el plátano de indias, los chopos –dejan mucha pelusa, pero no provocan tanta alergia como otros–, entre otras. «Estamos rodeados de campos de trigo y de cebada. Cuando están en plena efervescencia, es irremediable», apostilla.
El sentido común lleva a evitar zonas críticas como la Alameda del Parral, la zona verde con más variedad de especies vegetales de ribera. Una diversidad con la que también cuenta el Jardín Botánico, una macedonia de pólenes y de especies como el tomillo o el romero. Lo mismo ocurre en todo el valle del Eresma o el Lago Alonso, en Nueva Segovia, uno de los principales espacios verdes de la ciudad.
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Luis Javier González
Ana Santiago
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A falta de medidas administrativas, Cobos deja hacer a la medicina. «El que tenga la suerte de vacunarse, que lo haga y pase la época como mejor pueda. Que use gafas de sol, como uso yo, para evitar la claridad. Y colirios. Más que una arenga al ciudadano, son consejos de convivir con ello». Con todo, su resumen es que es el mal menor de una ciudad tan verde. «Vivir en un entorno tan bonito y extenso tiene sus cosas buenas y malas. Tiene que ser así».
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