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Las críticas procedentes de los aficionados a la pesca han sido múltiples en las últimas semanas. Los pescadores han tenido que aceptar de un día ... para otro numerosas restricciones a su actividad en Segovia capital y provincia, lo que se debe a la aplicación de una nueva normativa dirigida a asegurar «un aprovechamiento compatible con la conservación de las poblaciones en masas pescables». La prohibición del desarrollo de esta práctica con muerte afecta al río Eresma a su paso por la ciudad y su limitación en el entorno del Pontón Alto.
La publicación del nuevo texto por la Junta de Castilla y León, en el que se declaran los cotos de pesca, escenarios deportivo-sociales, aguas en régimen especial y refugios, provocó cierta sorpresa entre los aficionados. En la primera orden, apenas se observaban cambios. Sin embargo, unas correcciones realizadas a lo largo de marzo pusieron a los pescadores de Segovia en pie de guerra.
Esto se debe a que, según figura en el Boletín Oficial de Castilla y León (Bocyl), la actividad de pesca con muerte se prohíbe durante todo el año, sin excepción, en el río Eresma. En concreto, en el tramo que va desde la llamada presa de Batanes hasta el puente de la carretera de Arévalo, el cual mide más de 6,6 kilómetros de longitud e incluye la Alameda del Parral. La especie más valorada en este ámbito es la trucha, además de los cachos y gobios. Tan solo se permite esta práctica si no conlleva la muerte del animal y durante el periodo que va desde el 15 de febrero al 15 de noviembre. Los métodos también han cambiado, ya que se veta el uso cebos tradicionales como la lombriz, pez o huevas.
Pero las modificaciones no solo han tenido lugar en este escenario, ya que las restricciones se extienden a su vez a ambos márgenes del pantano del Pontón Alto, lo que abarca una distancia de 4,5 kilómetros. En esta ocasión, tan solo se puede dar muerte durante la pesca en las jornadas de sábado, domingo y festivo (entre marzo y julio). Antes esta posibilidad se ampliaba a los martes, miércoles y viernes, unas jornadas que multitud de grupos de pescadores aprovechaban para ir en busca de los mejores ejemplares de carpas o bogas, entre otras especies.
Multitud de aficionados han observado atónitos el agravamiento de las limitaciones a su actividad. La Administración autonómica justifica la implementación de estas medidas en aras de cumplir la ley estatal, que regula la gestión de la pesca para el control de especies exóticas invasoras y la garantía de la reproducción de aquellas que requieren mejoras en su estado de conservación o desarrollo biológico «a fin de asegurar su sostenibilidad».
Es una decisión que no muchos pescadores han aprobado. «No tiene sentido; lo único que queremos es disfrutar de la actividad, ¿tenemos que ir a pescar como si fuéramos delincuentes», se pregunta Laurentino Fernández. «No entendemos esta limitación en el Eresma porque no es truchero, es algo que no tiene ninguna lógica; quieren quitar la afición, no hay otra justificación para ello», corrobora José Luis Sebastián.
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Ambos segovianos son aficionados «de toda la vida». La pesca está muy presente en su día a día desde hace años y temen que el declive futuro de esta actividad, por lo que han intentado transmitir la pasión por esta práctica a las nuevas generaciones. «Antes se podía ver a 20 o 30 niños disfrutar con las cañas, guiados por sus padres y abuelos, la Alameda era una auténtica escuela pescadora; ahora con suerte vemos a dos en todo el fin de semana», lamenta Fernández. También echan de menos aquellos campeonatos que se organizaban en fiestas.
Ante las restricciones, contemplan como alternativa viajar con sus anzuelos a Cotos en Madrid o al embalse de Linares del Arroyo en Maderuelo. «Aquí en Segovia en vez de dar facilidades ha sucedido todo lo contrario, ¿de qué vale tener licencias gratuitas si no se puede pescar?», concluye el aficionado.
Los aficionados a la pesca de mayor edad recuerdan cómo era esta práctica en el pasado y su evolución en los últimos años. Son muchas las leyes que se han aprobado en el tiempo más reciente, lo que ha obligado a modificar costumbres, comportamientos y la actividad en su totalidad. Ejemplo de ello es la presa de Puente Alta, que antes «daba todos los días medio centenar de permisos y echaban truchas, era una joya», relata Laurentino Fernández. A día de hoy, no hay apenas vestigios de la actividad pescadora en el pantano situado en Revenga. «Está abandonado», lamenta.
La mayor preocupación que visibilizan los pescadores es el desconocimiento total de los motivos que han llevado a esta situación en la actualidad. A ello se suma su temor a la pérdida de espacios que eran lugares de reunión habituales para diversos grupos de pescadores. «No se puede pescar a diario en el Pontón Alto pero con la llegada del buen tiempo sí que va la gente a bañarse y no les dicen nada», considera a su vez otro de los aficionados más veteranos de Segovia, José Luis Sebastián.
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