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Las previsiones de crecimiento que figuraban en anteriores planificaciones que intentaban adivinar cómo iba a ser Segovia en un horizonte a temporal a medio y largo plazo han saltado por los aires. La sucesión de crisis financieras desde finales de la primera década del siglo ... y, cómo no, la pandemia del coronavirus, han sido curvas demasiado cerradas y consecutivas como para intentar mantener encauzada la conducción hacia aquellas metas que aventuraban, por ejemplo, una capital con 120.000 habitantes. Esa predicción data de 2008.
Quince años después y tras muchos derrapes y salidas de pista, el padrón era de 50.802, a fecha de 1 enero de 2022, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). Una cuarta parte de lo vaticinado en aquellas ambiciones, hoy rotas.
No solo la capital sufre la sangría demográfica, el éxodo de jóvenes, el hundimiento de la natalidad hasta niveles desconocidos desde la década de los setenta, la provincia también ha perdido habitantes a borbotones. En los últimos diez años, en concreto se ha dejado por el camino 10.506 vecinos. El vaso se ve medio lleno cuando se enfoca el retrovisor de la comparación al inicio de siglo. Desde entonces, el saldo es positivo, favorable a un aumento en conjunto de la población de 6.635 personas, gracias en buena parte al fenómeno de la inmigración y al 'boom' del decenio inaugural de la centuria, a lo largo del cual el padrón provincial sumó cerca de 23.000 altas.
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En términos relativos, desde que este siglo XXI comenzara a deshojar anualidades, el territorio segoviano está un 4,5% más habitado. Sin embargo, en los últimos diez años, la tendencia ha sido descendente. La caída demográfica registrada desde 2011 es del 6%, hasta los 153.663 residentes recabados por el INE a fecha de 1 de enero de 2022. Por lo tanto, la potencial demanda para acceder a una vivienda, también se ha desinflado.
Además, el poder adquisitivo ha menguado y el consumo está sumido en otra depresión por la inflación, que desanima también otros sectores de la economía segoviana que no son el inmobiliario, como ocurre en el comercio, que recientemente ha alertado también de los efectos perniciosos de la despoblación en la provincia.
Por el contrario, mientras la curva de la evolución demográfica dibujaba el desplome, otra curva, la de la oferta inmobiliaria disponible en provincia miraba en sentido inverso y trazaba una línea ascendente. Frente a 6% de merma poblacional, en los mismos diez años el parque de vivienda se ha extendido y ampliado en un 3,5%. Y eso que las crisis con las que ha tenido que lidiar la construcción a lo largo de este tiempo -desde el cierre de empresas que dejaron edificaciones a medio hacer hasta la pandemia de la covid y las más recientes relativas al aumento de costes o la escasez de materiales y suministros- han desacelerado el ritmo del crecimiento de este mercado.
Los últimos datos disponibles que posee el Ministerio de Transporte, Movilidad y Agenda Urbana son de 2021. A finales de ese ejercicio, el parque de la provincia constaba de 128.601 viviendas. Son 28.853 más que las registradas en las estadísticas ministeriales al comienzo del siglo XXI, lo que equivale a un aumento del 29%, muy por encima del incremento de la población segoviana en el mismo periodo de tiempo, que es del 4,5%. Estos datos dan fe del desfase entre la evolución del parque inmobiliario y la del padrón, entre la oferta y la susceptible demanda, aunque esta se vea reforzada con la que proviene de fuera de la provincia, fundamentalmente de compradores madrileños que buscan residencia en Segovia.
Sin embargo, esa desproporción se ha ido ajustando con el paso de los años. La brecha entre viviendas en el parque y empadronados se ha acortado a lo largo del siglo XXI, que empezó con una diferencia de más 47.000 casas por encima de la población residente. Dicha distancia se ha recortado casi a la mitad, a unas 25.000 viviendas, lo que significa que tanto el parque como la demografía se han ido acoplando, al menos en los números.
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Y es que en esa relación entre población y vivienda hay dos realidades que también tienen en cuenta las estadísticas del INE. Una es el fenómeno del paulatino envejecimiento, más acusado en el medio rural que en los entornos urbanos. Los segovianos suman años en el DNI y la media de edad sube, a pesar de que es la provincia más joven de Castilla y León con sus 45,5 años de promedio. La longevidad al alza propicia el aumento de las unidades familiares formadas por una sola persona. El 12,1% de los segovianos viven solos. Estos hogares unifamiliares han ido ganando terreno en la demografía del siglo XXI, con un crecimiento superior al 48% en los últimos veinte años.
La otra circunstancia tiene que ver con el reparto de la población. El alfoz absorbe la pérdida de la capital y más. Las promociones residenciales que han crecido en torno al cinturón metropolitano de la capital han atraído nuevos vecinos, muchos son familias jóvenes que han fijado su domicilio en estas localidades con un parque de vivienda más moderno, servicios como los que puede ofrecer la ciudad y que presumen de tranquilidad y proximidad a la capital segoviana para convertirse en reclamos para potenciales nuevos habitantes.
Palazuelos de Eresma, San Cristóbal de Segovia, Torrecaballeros, La Lastrilla, Valverde del Majano y últimamente Espirdo, Bernuy de Porreros, Trescasas u Hontanares de Eresma se suman al Real Sitio de San Ildefonso, que antes del 'boom' del extrarradio segoviano ya tenía su propio peso representativo en el reparto demográfico de la provincia.
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