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Cuando funcionaba la estación de ferrocarril, Ortigosa de Pestaño era uno de los pueblos con más renta per cápita de la provincia. De aquellos almacenes que daban empleo a la comarca a una cifra de vecinos que ya no alcanza el medio centenar. Cuando la alcaldesa, Milagros Alonso, llegó de Madrid en 1992, «aún pasaba algún tren que otro». Aquello era el ocaso, pues esos mayoristas hicieron las maletas. Ahora quedan unos pocos valientes del cereal y una población envejecida, la realidad de un pueblo que perdió el tren y que busca nuevas vías.
Aquella población emigró a Madrid, dejando atrás una tranquilidad impagable. La alcaldesa habla de un pueblo «pequeñito», con unas pocas casas abiertas y otras a medio hundir. Algunos arreglaron la vivienda al fallecer su familiar y la utilizan como segunda residencia. Esta es la población flotante. Los fijos apenas superan la treintena: agricultores jubilados, algunos en activo –los hijos estudian o trabajan en Segovia– y un almacén que oferta empleo a los pueblos de la zona.
La casa que hoy ocupa Alonso, en la propia avenida de la estación, antes era un bar. Enfrente había otro, junto a dos más en la parte baja. Cuatro bares ya extinguidos. La gran instalación del pueblo es un centro médico inaugurado en 2006. «Está todo nuevo y hay una habitación para el médico que está muy bien. Tenemos el cartelito de que viene un día al mes». Y con cita previa. Una instalación tan renovada para tan poco uso. El Ayuntamiento no tiene despacho para el alcalde –lo comparte con el secretario– precisamente para reservar esa habitación que tan poco uso tiene. Como Nieva está cerca y recibe más visitas médicas, los vecinos han cogido el hábito de desplazarse allí ante cualquier urgencia. La compra, en Santa María de Nieva o en Nava de la Asunción.
Para un pueblo con pocos recursos, cambiar las tuberías de fibrocemento lleva más de una década, aprovechando subvenciones. El Ayuntamiento también ha cambiado el alumbrado por luces de bajo consumo, todo un gasto para un pueblo que requiere mucha iluminación porque, pese a ser pequeño, es muy alargado, como esos municipios adheridos a la carretera, que ocupa todo el casco del pueblo. «Y luego están las calles pequeñitas. También hay que atenderlas y alumbrarlas». Entre las mejoras recientes está el asfaltado de una de las pocas calles anchas de su callejero.
Alonso habla de pequeñas obras que llegan sin esfuerzo a los 30.000 euros y subraya la necesidad de ayuda por parte de otras administraciones. «Con un presupuesto de 94.000 euros, siempre estoy preguntando al secretario si ha salido algo que podamos pedir. Hay que hacerlo, por lo menos para mantenerse. Si el Ayuntamiento no hace un esfuerzo por invertir, los vecinos, menos».
Sin bares Ortigosa fue perdiendo aquellos locales, que se han reinventado como viviendas.
las tuberías cambiadas La sustitución del fibrocemento y la iluminación son el legado de años de subvenciones.
Web www.ortigosadepestano.es
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