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Un artículo de carácter científico publicado por los arqueólogos David Álvarez Alonso y María de Andrés Herrero y el geólogo Andrés Díez Herrero en la prestigiosa revista 'Munibe' ha dado a conocer la última joya arqueológica con que cuenta la ciudad de Segovia: el yacimiento ... de la Peña de Santana, que viene a llenar un vacío existente en el conocimiento de la Prehistoria en la ciudad de Segovia, pues constata la presencia de humanos a finales del Paleolítico superior, algo, por otra parte, poco frecuente en el interior de la Península, en comparación con las márgenes litorales cantábrica y levantina o el sur mediterráneo.
El yacimiento de la Peña de Santana está situado en la parte superior del paraje La Huerta Grande, en la llamada ladera del Parral, unos 40 metros por encima de la margen derecha del río Eresma. Los arqueólogos del equipo del proyecto Primeros Pobladores de Segovia, capitaneado por los doctores David Álvarez y María de Andrés, de la Universidad Complutense de Madrid, lo descubrieron el 19 de julio de 2014, aunque no pudieron empezar a excavarlo hasta el verano de 2020. Lo hicieron en dos fases distintas, entre los meses de julio y septiembre, muy condicionadas por la pandemia de covid-19.
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«En 2012, tras el descubrimiento del yacimiento musteriense del Abrigo del Molino, iniciamos un programa de investigación centrado en su excavación y en la prospección y realización de sondeos en otras zonas cercanas, con el objetivo de tener más evidencias de poblamiento paleolítico en el valle del Eresma. La estrategia empezó a dar pronto sus frutos. Este yacimiento de la Peña de Santana nos resultó especialmente llamativo, pues encontramos un pequeño conjunto lítico de clara adscripción al Paleolítico superior, apuntando una posible pertenencia al Magdaleniense», explica María de Andrés. Hay que tener en cuenta que los yacimientos del Paleolítico superior en el interior de la Península son muy escasos. «Por ello, se convirtió en un punto de especial interés para nuestras investigaciones», añade.
El yacimiento, con una cronología de entre 13.450 y 14.350 años, aproximadamente, está en una pared rocosa mas o menos verticalizada, sin visera, por lo que no se trata formalmente de un 'abrigo', aunque es probable que durante el Pleistoceno sí estuviera dotado de una visera con un desarrollo limitado. Santana es la denominación que recibe el paraje por la existencia de un antiguo monasterio medieval y posterior ermita –hoy desaparecidos– con advocación a Santa Ana.
maría de andrés
Doctora en Prehistoria y Arqueología
«Es un hallazgo de relevancia que contribuye a plantear nuevas vías de investigación sobre la ocupación humana a finales del Paleolítico superior en las zonas interiores de la Península y sus relaciones con el Cantábrico y el área levantina. Y también es importante para entender el poblamiento de la ciudad de Segovia. Que tanto los últimos neandertales (Abrigo del Molino) como algunos de los primeros sapiens que habitaron el interior peninsular (los de la Peña de Santana lo eran) eligieran el valle del Eresma quiere decir que tenían recursos alrededor (fauna, materias primas...)», señala De Andrés, que va más allá: «Segovia es ahora la Ciudad Patrimonio de la Humanidad que posee la secuencia más larga de ocupación humana en su entorno inmediato. Una cosa así no se ha constatado en ninguna otra Ciudad Patrimonio, y menos en el centro de la Península».
La Peña de Santana, coetánea con algunos de los niveles de Altamira, viena a sumarse, en la cuenca del Duero, al yacimiento de la Peña de Estebanvela, en la misma provincia de Segovia –el mejor conocido de esta cronología en todo el interior peninsular– y al de la Dehesa del Tajo, en Béjar (Salamanca), que no ha sido excavado, si bien ha aportado un interesante conjunto lítico.
«Los hombres que vivieron en el Magdaleniense en el entorno de Segovia, hace 14.000 años, eran cazadores-recolectores, gente que se iba moviendo por el territorio. Hacían sus herramientas de piedra (las tallaban allí, en el yacimiento), que empleaban en la vida cotidiana para descuartizar un animal o trabajar la piel. Y hemos encontrado vestigios que lo prueban», desvela la arqueóloga. Entre los restos de la fauna encontrados destacan los de bóvido pequeño, ciervo y caballo, y en la industria lítica abundan los raspadores, los buriles y las laminitas de dorso, que encajan en las características generales de los tecnocomplejos magdalenienses del ámbito cantábrico. En cuanto a la materia prima empleada, destaca el llamado 'sílex de Otero', muy presente en los cercanos yacimientos musterienses del Molino y San Lázaro. También llama la atención el elevado número de restos de cristal de roca, materia prima exógena cuya localización más cercana se encuentra en la cuenca del río Riaza. Esto podría relacionar a este grupo humano con el de la Peña de Estebanvela.
La reanudación de la excavación arrojaría, sin duda, más luz, pero hace falta más apoyo institucional. «Los ayuntamientos suelen implicarse cuando aparecen yacimientos de este interés. Nosotros pudimos empezar a excavar gracias al apoyo de la Junta de Castilla y León. Nos encantaría seguir haciéndolo, pero la falta de recursos no lo permite y tenemos que continuar en San Lázaro, que también requiere de ayuda, de un mayor esfuerzo», afirma María de Andrés.
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