Las estaciones invernales ya están operativas. Estos días han abierto sus puertas con los copos caídos en las cumbres serranas. Son consicentes de que el coste de oportunidad meteorológico ha reducido los días hábiles para esquiar y ha elevado la demanda de clientes de ... las estaciones de esquí cuando hay nieve que pisar. Raúl Gómez, uno de los promotores de La Pinilla, lo contrapone como en esos países del norte de Europa en los que no faltan copos. «Si tienes algo todo el día, no le das tanta importancia;pero si tenemos dos meses nieve, es un 'boom'».
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Su empresa ve su segundo año al frente de la estación como «la prueba» para analizar sus posibilidades de negocio y aspira a duplicar el número de clientes, un reto que sostiene por su oferta musical paralela. «Pienso en los DJ, pero voy por la mañana a esquiar. Esperamos una temporada de bastante afluencia, lo estamos notando estos días en las ventas, llamadas o correos electrónicos». Hay 1.500 pares de esquís –la estación asume el alquiler– esperando dueño.
Fundamentalmente esos candidatos son madrileños, una región que representa más del 90% de los clientes de La Pinilla –la tarta la completan Segovia, Valladolid o Soria, además de, casualmente, muchos portugueses–. El porcentaje es mayor si cabe en Navacerrada. Sus datos son homologables. La media de visitantes sumando sábado y domingo de La Pinilla fueron 3.000 el año pasado, sumando unos 1.200 entre semana; este año quiere llegar a los 6.000 en el fin de semana y 2.000 de lunes a viernes, con un fortait que pasa de los 35 a los 37 euros –entre semana son 26– y sorteos en redes sociales. Las tres pistas de Navacerrada dan para un millar de personas.
La Pinilla tiene en funcionamiento los cañones las 24 horas. «El consumo que tiene es una barbaridad. A lo mejor te tiras diez días así, viene un cambio de temperatura y echa por la borda todo el trabajo. Y no hay forma de mantenerlo, la nieve con 15 grados se va», subraya Gómez. Su objetivo es llegar al segundo fin de semana de marzo, nueve semanas con imprevistos. «Ojalá no, pero yo tengo que pensar que alguna cosa va a pasar. Una avería en un telesilla te destroza un fin de semana. Nos pasó un domingo y estuvimos sin él hasta el jueves. O el viento. Al ser tan poco tiempo, el riesgo es mucho».
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3.000 personas
de media visitaron La Pinilla la pasada temporada durante los fines de semana
1.200 visitas
de media acogió la estación de La Pinilla el año pasado durante las jornadas entre semana.
El director técnico de Navacerrada, José Luis González, corrobora el aumento de demanda, sostenida tras la pandemia. «Como abres menos días, tenemos más clientes entre semana. No sé si aprovechan por si se acaba la nieve o por si no pueden abrir», reflexiona el voz alta. El litigio judicial a raíz de no renovar su concesión el Ministerio de Transición Ecológica en 2020, a la espera del veredicto del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León, que permitió su actividad cautelar, ha sumado adeptos.
González habla de 'stand by'. «No tenemos noticias. No sabemos qué pasara y el Ministerio no se ha puesto en contacto con nosotros para llegar a un acuerdo. Ahí seguimos trabajando. Nuestra intención es mantener la estación abierta, aunque compensa poco, pero podemos mantener una plantilla y dar un beneficio económico al entorno. Con el cierre se perderían puestos de trabajo y proveedores, no solo de la estación, sino de la residencia militar», advierte.
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Una estación de esquí plantea el dilema de hasta qué punto la montaña cede espacio al impacto económico. «El primer objetivo es no dañar el espacio, la arboleda. Todas las actividades que hemos generado se han hecho con cuidado porque la primera perjudicada sería la estación», subraya Raúl Gómez. Por su parte, el director técnico de Navacerrada habla de la «demonización» de los cañones. «Nosotros no gastamos agua, la transformamos y retrasamos el ciclo. Si no lo hiciéramos, eso se perdería río abajo», asegura.
El 'fortait' de adulto en Navacerrada está en 32 euros. «Yo entiendo que es un precio más caro que otras estaciones en relación a los kilómetros de pistas que les ofrecemos en comparación con Andorra o en el extranjero, pero está cerca de Madrid. Es una estación cara porque cuesta mantenerlo, no tenemos ninguna ayuda pública. Eso hace que intentemos cubrir gastos y por lo menos ganemos un poquito de dinero», asevera González.
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