El Nava saca músculo en la prórroga

El Nava necesitó de una prórroga para mostrar en Antequera la diferencia entre la Asobal y División de Honor Plata. Físico, fondo de plantilla y capacidad para solventar finales igualados, el sino de casi todas sus victorias. El equipo de las remontadas también remontó en la segunda Copa del Rey un partido que perdía por tres a falta de diez minutos y mantiene vivo su sueño de jugar la primera final a ocho de su historia. Para ello tiró de resistencia en los peores momentos, y destapó el tarro de las esencias en el tiempo extra.

El Antequera borró la diferencia entre categorías y recordó a Álvaro Senovilla ese aroma de la División de Honor Plata: equipos con oficio, capaces de cualquier encerrona. Los locales empezaron con ataques sin grandes fuegos artificiales, aburriendo al rival, rozando el pasivo, pero saliéndose con la suya. Ocho goles en los diez primeros minutos ponen en valor su juego, la calidad de Edu Escobedo en todos los lances, un diablo que ve la jugada una décima antes que el resto. El Nava respondía con acciones individuales de Moyano o Nevado. Y con las carreras de Óscar Marugán, que se repartía los duelos con Paco Alarcón, el portero que podría en jaque a los segovianos.

Los locales hilaban acciones maduradas y encontraban al pivote, un Rafa Baena que hace valer su envergadura pese a ir corto de centímetros. La ventaja era local porque su ataque era más constante y Alarcón paraba mientras la meta visitante no aparecía. El talento salvaba al Nava, una acción eléctrica de Smetanka, que se coló en diagonal para sacarse un tiro picado que entró por la escuadra. Pero su defensa no ayudaba; mérito de Lorenzo Ruiz, un imán para las ventajas. Así las cosas, Álvaro Senovilla se hartó de esperar y paró el partido tras un mal repliegue defensivo que ponía el 13-11.

Fueron minutos en los que el Nava evitó la brecha con acciones clave como un lanzamiento de Pablo Herranz en seis metros que entró llorando pese a tocar en Alarcón o un globo delicioso de Borja Méndez. El Antequera movía mejor el balón, con una colgada que hubiera entrado en cualquier resumen de Asobal, y Alarcón paraba penaltis a un reputado especialista como Dani Pérez y a un enrachado Óscar Marugán. Así que Escobedo culminaba una acción de pizarra antes del descanso (18-16).

Pasaban los minutos y el leguaje se mantenía. La defensa navera no contenía las fugas y el Antequera empezaba a crecerse. Los gritos de Alarcón, los puños de su banquillo. Dos bolas para poner el +3, pero entendieron lo efímero de su ventaja cuando Patotski tocó uno de sus pocos balones de la noche para que Ahumada empatara el partido. Debió ser un momento de dudas, pero el cuadro local creyó, gestó un par de contras y puso la moneda de su lado. Baena recogía en seis metros un balón repelido por el larguero y aprovechaba la segunda oportunidad. Y Alarcón no solo paraba, sino que marcaba ante la meta vacía rival para poner al fin el +3 y colmar de nuevo la paciencia de Senovilla (25-22) mientras el pabellón entonaba «oé, oé, oé, oé». Demasiado pronto.

De nuevo, el Nava se sostuvo con Méndez al timón y con Pablo Herranz como ayudante, marcando goles clave, forzando penaltis, que también ejecutaba el central. Alarcón había leído las intenciones de los dos extremos, pero esa ambivalencia de todo buen gallego le quedó grande. Con todo, la ventaja seguía ahí y el reloj se agotaba. Senovilla dio la portería a Luis de Vega, una fe que dio réditos, como ocurriera en los dos últimos partidos ligueros. Antequera tenía todo a favor, pero decidió parar el partido con 32-30. Un tiempo muerto que le explotó. Primero, porque la jugada de pizarra no salió. Segundo, porque dio al rival tiempo para colocar sus últimas cartas.

Dani Pérez comenzó la remontada resolviendo un ataque atropellado y Luis de Vega no solo paró el balón, sino que se quedó con él: parada y media. Una contra certera, otra parada del leonés y una estampida de Moyano por el centro volteaban el duelo con un parcial de 3-0. La inercia había cambiado y el Nava ya atacaba de memoria, pero Antequera resistió. Méndez marcó a 19 segundos lo que parecía el gol de la victoria, pero un buen dibujo de pizarra forzaba la prórroga.

Dos tiempos de cinco minutos que el Nava gestionó como un cirujano que extirpa un apéndice. Buenas circulaciones de Nevado, abriendo el campo y dos golazos de Moyano. Un ritmo imposible para el Antequera, que encajaba cuatro goles en la primera parte (37-39). Forzados por el marcador, solo pudieron ver como Dani Palomeque se desquitaba en su tierra y sumaba enteros para entrar en dinámica. Y las hostilidades terminaron con los saludos antes de la bocina y el público ovacionando a los suyos por poner al Nava contra la lona.

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