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Ahumado lanza a portería durante el partido de este sábado en Nava de la Asunción. Antonio de Torre

El Nava libera a su prisionero

Los segovianos dejan vivo al Cangas, al que dominaban por dos goles a falta de menos de un minuto, tras una gestión nefasta del tramo final

Luis Javier González

Nava de la Asunción

Sábado, 30 de septiembre 2023, 23:22

Suena la bocina en Nava de la Asunción y los jugadores del Cangas saltan de su banquillo. Es la cuarta jornada de la Liga Asobal y solo han sumado un punto, pero la celebración con su afición fue de permanencia. Ni en sueños ... podían imaginarse que iban a rascar algo en un partido que los segovianos mandaban por dos goles a falta de menos de un minuto y con la posesión en su poder. Pero ocurrió lo que ni las casas de apuestas contemplaron. Unos segundos de caos que cuestan una victoria ante un posible rival directo por la salvación y cortan la dinámica feliz de los naveros, que venían de ganar al Sinfín y empatar en León.

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El final previsible elogiaba la paciencia del Nava, que trabajó en la segunda parte para domesticar al frenético Cangas y esperó su momento en una noche en la que solo tuvo cuatro ventajas. Cuando Smetanka fue el más rápido para lanzarse a por un balón suelto y rematar en carrera el 29-27, todo indicaba que los dos puntos se quedaban en casa. Máxime cuando Dorado estrelló contra la madera un penalti. Quedaba menos de un minuto.

Nava

Luis de Vega, Andrés Moyano (5), Borja Méndez (1), Andrés Vila (1), Dani Pérez (6), Mario Nevado (2), Francisco Ahumada (2), Jakub Prokop (5), Roberto Pérez, Dragan Soljic (3), Óscar Marugán, Dzimitry Patotski, Tomas Smetanka (2), Isaías Guardiola y Pablo Herranz (2)

29

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29

Cangas

Moisés Simes (2), Brais González (39, Rafa Andrade (2), Juan Carlos Quintas (2), Rajmond Toth, Jorge Pérez, Mohammed Mourad, Rares Fodorean (5), Mario Dorado (4), Juan del Arco (3), Santiago López (2), Jenilson Monteiro (4) y Brandao (2).

Lo que vino después fue un cuadro extremo de ansiedad. Sin nada que perder, los gallegos abrazaron la anarquía y arrastraron a los segovianos. Obligados a buscar la portería contraria, sí, pero entre eso y rifar el balón hay un abismo. Justo lo que hicieron cuando Santi López se coló por el centro y redujo diferencias. El Nava sacó de centro y adoptó el papel del equipo que iba perdiendo: no solo tiró a portería, sino que lo hizo de forma precipitada, con una internada de Smetanka, que ejecutó sin apenas ángulo y permitió una fácil parada. El Cangas tenía casi 30 segundos; visto lo visto, podían hasta haber ganado. Empataron con un ataque convencional que resolvió Juan del Arco, tirando de envergadura para zafarse del defensor.

Fue el desenlace a un partido igualado con muchos protagonistas. El primero fue Jorge Pérez, el portero maño del Cangas que se adueñó de los primeros compases con tres paradas en los cuatro primeros lanzamientos naveros; dos de ellas, categóricas, las sufrió Francisco Ahumada en seis metros. Los mejores cimientos para un equipo fugaz que quiere correrlo todo, balonmano sin red. Con riesgos en defensa como los que tomó Brais González para interceptar un pase inocente del Nava y castigar al contragolpe. La misma receta que aplicaba Varela, que exhibía su mejor sonrisa después de poner la máxima ventaja de la noche (5-8).

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El Nava se debatía entre subirse al tren de alta velocidad o frenar el ritmo. Así lo hizo en la primera pérdida gallega, esperando a colocar sus piezas. Pero en otros lances no hubo tanta paciencia. Prokop, tan feliz cuando se convierte en un mercancías, asumió el duelo. Unas veces salió cara, como un contragol que hubiera firmado el propio Cangas, y cruz en otras, como un pase demasiado arriesgado o una contra que le negó Pérez, agigantado por momentos con un porcentaje de paradas cercano al 50%. A pedir de boca para los gallegos.

Fueron momentos aciagos, pero el Nava demostró compostura. La prueba fue una circulación pausada que desembocó en Pablo Herranz, que ha abandonado la timidez y enciende el público. Le siguió Patotksi, que también estrenó el puño, y una exclusión que los segovianos aprovecharon para empatar tras un tiro de Mario Nevado, un joven con hechuras de veterano, que se coló entre las piernas de Pérez. El Nava tuvo el primer bofetón, pero el maño no dejó ni un centímetro a Herranz. Y del 10-9, al 9-10, tras un golazo de Rares Fodorean.

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El Cangas mantuvo la inercia. Pérez seguía parando –gran esfuerzo para negar el penalti a Óscar Marugán–, Brandao ofrecía soluciones en ataque y Fodorean le daba el partido a Herranz; su camiseta aguantó de milagro los agarrones, buen textil gastan en Nava. El navero se sacó uno de los mejores goles con un giro rápido para lanzar en caída, pero cuando el Nava olía el empate siempre pasaba algo. Como el fuerte golpe en la cabeza que se dio Marugán tras mandar por encima del travesaño una contra. Y Del Arco, como haría después, batía a Patotski sobre la bocina para poner el 14-16 al descanso.

La reacción vino por Patotski, el responsable de un parcial de 4-0 que dio a los segovianos la primera ventaja (20-19). La defensa frenó el tempo; menos pérdidas, menos contragolpes. Se jugaba a lo que quería el Nava, aunque las ventajas, ya exiguas, fueran gallegas. Era el dibujo de Plata, con Smetanka de central y los laterales goleando. Moyano robaba un balón, lo retenía como el niño que no quiere compartirlo y asistía a la contra de Prokop. Es eslovaco fallaba el siguiente lance, pero recogía rápido el rechace y ponía un 27-26 que parecía clave. Como el penalti que embocaba Dani Pérez –excelso en la finalización toda la noche– entre las piernas de su tocayo de apellido. Todo estaba escrito para empezar la liga con cinco puntos de ocho. Pero llegó el caos.

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