El Nava disfruta y sueña en su locura

Bidasoa empezó con la ejecución de grande: circulación pausada hasta encontrar a Esteban Salinas en el pivote y contra de libro de Julen Múgica para poner el 0-2 en apenas 65 segundos. Los irundarras atacaban como un cuchillo y su portero, Jakub Skrzyniarz, tocaba los primeros balones e intimidaba a Dani Pérez, que lanzaba fuera el primer penalti. Un 1-4 en cinco minutos, la muestra del daño que puede hacer Bidasoa en un suspiro.

El primero en despertar fue Patotski, con dos paradas que no evitaron el gol de los vascos a la tercera, un misil de Pedro Pacheco, que colocó el cuerpo a la derecha y sacó la muñeca a la escuadra izquierda. Pero el pabellón se encendió y Moyano dio un paso adelante avasallando por el carril central con el brazo armado para fusilar a quien se pusiera por delante. El ataque navero encontraba la cadencia y Borja Méndez manejaba los hilos. Encontraba en el pivote a Gonzalo Carró, que marcó a la segunda un gol de mucho mérito tras recoger en un ejercicio de equilibrismo el balón repelido por la madera. El gallego lo hacía todo: empataba con un gol a la remanguillé mientras forzaba la primera exclusión del partido y volvía a encontrar al pivote con un pase picado para dar la primera ventaja a los suyos (7-6). Una herida que Gedeón Guardiola convertiría en un parcial de 6-1 tras embocar a portería vacía.

Y pese al gran inicio, era el técnico visitante, Jacobo Cuétara, el que paraba el partido. El Nava estaba en su apogeo, con Patotski negando una y otra vez a Iñaki Cavero en seis metros y un rival errático, una búsqueda de soluciones rápidas que se traducía en pérdidas. El ataque local funcionaba con las incursiones valientes de Moyano y las lecturas de Méndez, que sumaba a Pablo Herranz a la nómina de anotadores. El Bidasoa tampoco medía atrás y Tito Díaz premiaba con una exclusión evitable el contragolpe forzado de Ahumada. Un penalti que, esta vez sí, convertía Dani Pérez. El pucelano ponía el 12-8 –tras un parcial de 10-3– y su equipo, con los dos gemelos Guardiola levantando las dos torres en defensa, estaba en su apogeo, quizás su mejor momento de la temporada. Gorka Nieto, desesperado en busca de una grieta, lanzaba forzado por encima del travesaño. Todo un síntoma.

Pero el Bidasoa se ancló al partido por fondo de armario, porque su rotación es otro equipo titular. Los visitantes encontraron en el correcalles lo que se les negaba en estático y Tao Gey se hinchó a goles, batiendo una y otra vez a Patotski con el mismo lanzamiento al palo corto desde el extremo derecho. El físico y la defensa complicaron las cosas al Nava y el dinamismo de Smetanka no cuajaba como la cirugía de Méndez. Cualquier pérdida o definición dubitativa local tenía eco en su propia portería ante un rival inmisericorde. Esa defensa adelantada dio réditos, en parte porque Harbaoui se hacía notar con tres paradas seguidas para despedir la primera parte, cerrada por Esteban Salinas marcando en seis metros sobre la bocina: 14-16, tras un parcial de 2-8.

El paso por vestuarios no alivió el dolor de muelas del Nava: Harbaoui. El francés estiró la ventaja a cuatro en un primer cuarto de hora por encima del 50% de paradas. Desde la incursión de Marugán a los penaltis que paró al canterano y a Dani Pérez o al misil de Gedeón Guardiola en el pivote. Cada parada era un motivo para rendirse, pero el Nava no conjuga ese verbo.

Los segovianos fueron encontrando consuelos para mantenerse a tiro hasta que Patotski pilló la racha buena y cambió el partido. Primero, paradas con ayuda de la defensa para lanzar contras como las de Ahumada; después, cuando Cuétara paró el partido porque sentía al Nava en el cogote, se sacó dos consecutivas de resumen: abajo a Tito Díaz, arriba a Pacheco. Así es como Isaías Guardiola empataba a nueve del final con una contra. Las defensas dominaban y los ataques estaban bajo presión, pero Méndez resolvió un penalti clave con Harbaoui bajo palos y encontró a Carró en seis metros en un despiste grosero del Bidasoa que salvó un ataque en pasivo (28-27). Gedeón sacaba el puño tras la pérdida de Borja Nieto, pero Nevado no pudo solventar la contienda y dio a los vascos la bala del empate. La que cazó Dani Pérez.