Si el Viveros Herol Nava llegaba a Sagunto con alguna duda sobre si su permanencia estaba publicada en el BOE, las disipó de un plumazo. Es tan probable que el Nava descienda como que un asteroide destruya la Tierra. En teoría podría pasar, pero no ... apuesten por ello. No solo por su victoria, la tercera en las últimas cuatro jornadas. O por su margen con el descenso, ya 15 puntos con solo 18 por jugar. Sino por la contundencia con la que sometió al colista, el campeón de la División de Honor Plata del curso pasado, su verdugo. Los partidos de balonmano son una serie llena de episodios, de cambios de guion. Los de Álvaro Senovilla rebajaron el suspense al aburrimiento: + 4 en el minuto 10 y +6 en el descanso, la diferencia final ante un rival que no tuvo réplica. Así fue como los segovianos arruinaron la cabalgata de fallas de la localidad: prendieron sus castillos antes de tiempo.
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Puerto Sagunto
Luka Krivocapic, Montserrat (1), Díaz Ledo (1), Lander Simón (2), Álex Plaza (8), Dani Martínez, Adrián Nolasco (4), Carlos Pueyo (1), David García, Artur Parera (6), David López (2) y Seka Gallart y Diego Olba.
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Balonmano Nava
Luis de Vega, Andrés Moyano (2), Borja Méndez (1), Andrés Vila (1), Dani Pérez (4), Mario Nevado (2), Francisco Ahumada, Gonzalo Carró (3), Jakub Prokop (5), Roberto Pérez, Óscar Marugán (4), Dzimitry Patotski, Tomas Smetanka (4), Isaías Guardiola (1), Gedeón Guardiola (1) y Pablo Herranz (3).
Parciales: 2-4, 4-8, 6-10, 8-11, 9-13, 11-17 (descanso), 14-20, 16-21, 17-24, 21-25, 21-27, 25-31.
Árbitros: Navarro Baquero y Espino Guerra. Señalaron cinco exclusiones a los locales, tres a los visitantes y expulsaron con roja directa a Ahumada por el Nava.
Que Luis de Vega recogiera el balón de su portería en las dos primeras incursiones locales fue una anécdota. El Sagunto no puede esconder su destino, el descenso que se avecina. Un pabellón recién estrenado y una afición que no cree; la imagen del graderío era mantequilla sobre demasiado pan. Aquello no era El Sargal de Cuenca, los decibelios eran bajos. Y el Nava se encargó de que no se elevaran más de la cuenta. Contragol de Óscar Marugán, que recogió el testigo de sus diez tantos ante el Huesca. Las primeras incursiones de Prokop, que vivió en Sagunto su peor partido de la temporada pasada. Y la portería, de nuevo con Luis de Vega como muro y Patotski en la retaguardia. Con un sinfín de lesiones, el ataque de Sagunto era confiar en el duende de Adrián Nolasco. Sin duda, no fue un buen síntoma que el leonés detuviera su primer penalti y sacara el puño a pasear.
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Luis Javier González
La defensa del Sagunto tampoco era un lechado de virtudes. A poco que Prokop se empeñara en continuar la jugada, sacaba un lanzamiento limpio ante los esfuerzos insuficientes de tres defensores. Y tampoco brillaba en el repliegue, pista libre de despegue para Marugán, que culminaba una contra excelsa de Isaías Guardiola: conducción, amague y asistencia. El 4-8 encendía las alarmas. Tiempo muerto local.
El Sagunto pasó de encajar un gol por minuto a que el partido se frenase. Álex Plaza, su refuerzo invernal, se echó el equipo a las espaldas, pero la mejora local solo se tradujo en reducir los goles encajados, no en ampliar los propios. El marcador vivió unos minutos en un impasse, con el Nava perdonando la dentellada –contragolpes errados por Prokop y Marugán, unos pasos de Nevado o una pérdida de Gonzalo Carró por pisar el área en un ataque con superioridad de los suyos–, pero ni con los errores no forzados se encogía la renta.
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La estadística del balonmano destaca el porcentaje de paradas, pero el 27,9% con el que Luis de Vega terminó el partido no hace justicia a su papel. Hay paradas que valen más que otras, que matan. Como el penalti que le negó a Álex Plaza que hubiera acercado a los suyos a dos goles. Sus compañeros lo convirtieron en el cuchillazo de desangró al Sagunto. Un latigazo de Nevado, que se asociaría después con Moyano en una triangulación de voleibol que culminó siempre atento Pablo Herranz y asistió más tarde a Méndez para poner el 10-16 y obligar al técnico local a gastar el tiempo muerto comodín.
Ya no quedaba más plasma en el quirófano valenciano, un circo al que le crecían los enanos. Incluso cuando Krivocapic hizo su mejor parada de la tarde ante Andrés Vila, sus compañeros le vendieron con portería vacía y encajaron gol sobre la bocina. La culpa la tuvo de nuevo Luis de Vega con una parada de valor doble: el gol que evitó y el que marcó Carró desde su pista, estirando de nuevo el puño. Habían pasado 30 minutos, pero la victoria era inevitable (11-17).
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Remontar al Nava hoy en día son palabras mayores porque Senovilla ha reducido las fugas tácticas. Las pérdidas que tanto pagaron fuera de casa en el tramo inicial han dado paso a una circulación fiable, un equipo que no regala. Los lanzamientos de siete metros, que costaron goles clave, ahora son un trámite para un Dani Pérez que se ha convertido en uno de los mejores especialistas de la liga. El Sagunto necesitaba una salida en tromba y vio cómo el vallisoletano ponía el +7 tras una secuencia diabólica de amagos. Y los extremos han mejorado mucho. Ahumada, quizás el mejor finalizador de la primera vuelta, ha dejado paso a Marugán, que limpiaba la escuadra contraria para mantener la ventaja. Y a Andrés Vila, cuya renovación pese al escaso minutaje en Plata empieza a dar réditos.
El Sagunto gastó todo su arsenal táctico en busca del milagro. Empezó con vaciar rutinariamente su portería pata atacar en formato siete contra seis, una ventaja numérica que no se tradujo en orden. Más adelante, planteó una ofensiva con dos pivotes, que sí molestó más al Nava, con Lander Simón encontrando huecos. Ayudó la tarjeta roja directa a Ahumada por una zancadilla que los colegiados entendieron demasiada peligrosa para el saltador. El ataque segoviano se apagó y el Sagunto apareció ligeramente en el retrovisor con diez minutos por jugar (20-17) gracias a un Krivocapic que acabó el partido con un 36% de paradas.
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Pero no consiguió que ninguna de ellas cambiara la inercia. Así que el Nava cerró la contienda con algún fuego artificial más, como el pase de Moyano a Smetanka: el argentino se llevó a la defensa con la mirada hacia la grada y asistió al eslovaco sin verle. La diferencia era ya insalvable, uno de los pocos finales plácidos para los segovianos, acostumbrados al thriller. Así llegó, a la tercera, su primera victoria en Sagunto, que es la primera a domicilio en 2024 y les eleva al sexto puesto. A un punto del Ademar, quinto. Y de Europa.
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