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El sacerdote oficia una misa en el salón de estar de la unidad de convivencia de Nuestra Señora de la Fuencisla para los residentes que viven en ella. a. taarro

El modelo hogareño de las unidades de convivencia se asienta en las residencias

Los tres centros de la Diputación de Segovia, pionera en la provincia, cuentan con cuatro pabellones y preparan otros tres

Domingo, 16 de mayo 2021, 09:11

La transformación de las residencias de la tercera edad tal y como se conocen en la actualidad en hogares habitados por los internos se extiende en la provincia, mientras la Junta ultima la futura ley que regulará el nuevo modelo de atención residencial para ... cuidados de larga duración en Castilla y León.

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Si se tiene en cuenta solo el ámbito público de gestión de este tipo de instituciones sociosanitarias, la Diputación de Segovia, pionera en la provincia en la puesta en marcha de las bautizadas como unidades de convivencia, es la que avanza más rápido. Más que el Gobierno regional. La Corporación provincial instauró una primera unidad en un pabellón acondicionado dentro del complejo de la residencia Nuestra Señora de la Fuencisla. Era el año 2014 cuando echó a gatear la experiencia. Desde entonces, la idea ha crecido y se ha expandido –inspirada en las bondades y criterios del programa 'En mi casa' de la Consejería de Familia e Igualdad de Oportunidades– a otros centros que dependen de la Corporación provincial. Así, en la residencia de La Alameda, en Nava de la Asunción, hay dos unidades de convivencia en funcionamiento, a la que está a punto de sumarse una tercera. Está pendiente de una pequeña obra de reforma que podrá tener listas las instalaciones a finales de este año o principios del que viene, calcula Mónica Fuertes, coordinadora de los centros de Servicios Sociales de la Diputación.

En lo que respecta al complejo de atención a personas con discapacidad intelectual que gestiona la institución en El Sotillo, alberga una pequeña unidad de convivencia diseñada para cuatro residentes, una capacidad menor de lo que es habitual a la hora de plasmar en la práctica la teoría del proyecto por el que las residencias se reconvierten en una especie de pequeñas viviendas compartidas. Además, en este mismo centro hay ideada una segunda unidad para el uso y disfrute de catorce internos. Por último, las dependencias de Nuestra Señora de la Fuencisla también van a ver cómo posiblemente este mismo curso se agregue un segundo 'hogar' al que ya existe desde hace siete años.

La Junta de Castilla y León, además de perfilar la ley que regulará este modelo residencial más hogareño e individualizado y menos institucionalizado, tiene en cartera varias inversiones programadas para adaptar su entramado de centros de la tercera edad tejido a lo largo y ancho de la comunidad autónoma. Y dentro de esos planes, están los de acondicionar espacios en la Residencia Mixta de Segovia, situada en la carretera de La Lastrilla, para adecuarla de manera que acoja también unidades de convivencia. Se crearán cuatro, dos en la primera planta y otras tantas en la segunda, según fuentes del Gobierno regional en la provincia, quienes recuerdan a su vez que ambos pisos están a día de hoy en «desuso por no reunir las condiciones adecuadas de accesibilidad y funcionalidad».

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Arquitectura 'personalizada'

De las dos unidades que se construirán en la primera planta, una tendrá capacidad para doce internos y la otra para dieciséis, los mismos que podrán habitar en cada uno de los dos módulos que se adecuarán en la segunda planta de la Residencia Mixta.

«Las unidades de convivencia se conciben como pequeños hogares dentro de los centros residenciales. Son espacios similares a los domésticos, pensados para favorecer que el usuario siga manteniendo su intimidad y el control de su vida, y se encuentre como en su propia casa», explican fuentes de la Junta, quienes especifican que su concepción «responde a la denominada arquitectura centrada en la persona».

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Las trabajadoras levantan las persianas de una de las estancias del pequeño hogar residencia. a. t.

En el caso de la Mixta, estos pabellones dispondrán de las habitaciones de los inquilinos, una sala de estar y comedor con una dependencia para el personal –ambos situados muy próximos a los núcleos de comunicación– y un baño apto para camillas.

A nadie se le escapa que la apuesta por conceder todo el protagonismo de la atención social al residente «requiere de infraestructuras y de personal». La coordinadora de los centros gestionados por la Diputación justifica la extensión del modelo en los años de experiencias positivas acumuladas, que concluyen en un beneficio asistencial para aquellas personas que al final conviven en estos pequeños hogares. Esas ventajas también las notan las familias y la plantilla de profesionales que se encarga del desarrollo del programa. Más autonomía personal, mayores comodidades, una atención más personalizada... en definitiva, más satisfacción. Todo ello estimula también la participación de los familiares, más visitas y más tiempo con su mayor; mejora la confianza en el modelo y declaran ver mejor a su allegado, además de percibir una mejor adaptación al centro. Las bondades para la organización y el personal que se implica más en las tareas se traducen en el buen clima laboral. Baja el estrés y disminuye el absentismo.

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La clave: el proyecto de vida

Como resume Fuertes, las unidades de convivencia consisten en que el 'inquilino' «mantenga su forma de vida». Para ello, se le crea «un ambiente hogareño en el que se sienta como en casa, en el que tengan la opción de tomar decisiones para hacer determinadas cosas por su propia cuenta o con la ayuda de un auxiliar». Dentro de las instalaciones de la residencia se generan, por lo tanto, «espacios más pequeños en los que se alojan normalmente entre catorce y dieciséis residentes, y que cuentan con los mismos trabajadores siempre».

La fidelidad y la confianza son claves, insiste Mónica Fuertes. «Cada uno de esos trabajadores se hace cargo de dos o tres personas y además es el encargado de hacer la historia de vida de cada uno de ellos –añade la coordinadora de centros residenciales de la Diputación–, así que cada uno ejerce el papel de profesional de referencia porque posee un conocimiento más exhaustivo sobre cómo quieren y tienen que vivir y qué es importante para cada uno de ellos, lo que llamamos su proyecto de vida».

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Por ejemplo, si a algún residente le gusta coser, le facilitan los utensilios necesarios para aprovechar el tiempo disfrutando de su afición. Si lo suyo es pasear y tomar el sol, las unidades de convivencia lo facilitan al tener una mayor flexibilidad que los actuales centros sociosanitarios. O si en su casa se escuchaba antaño Manolo Escobar, el profesional de referencia se encarga de que no le falte esta ambientación musical que le conecta con el que fuera su hogar.

Estos alojamientos dentro de las residencias permiten que los ancianos «mantengan su esencia», hace hincapié Fuertes. La fórmula huye de la institucionalización de esta población y ahonda en la directriz de prestar una atención personalizada, de forma que sus habitantes «ganan en autonomía y libertad de elección», destaca la responsable.

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Más protegidos ante el covid

Los usuarios disfrutan de su comedor, de su salón de estar, tienen su cocina por si les apetece un café a media tarde, y luego poseen la intimidad que les confiere su habitación, esa estancia es donde el proyecto de vida arraiga y el lugar en el que el residente se reúne con su mundo, sus aficiones, sus recuerdos, sus experiencias pretéritas y presentes o con los detalles de afecto dejados por sus familiares en forma de fotos, tarjetas o dibujos hechos con el trazo infantil y cariñoso de una nieta.

La coordinadora de los centros residenciales de la Diputación de Segovia precisa que el modelo no viene impuesto ahora por la crueldad del coronarias, que en los geriátricos de la provincia se ha cobrado hasta ahora 413 vidas, según las estadísticas de mortalidad que publica la Consejería de Sanidad; sin embargo, «este diseño favorece el control de la pandemia. Esa seguridad implícita que otorgan las unidades de convivencia viene de la diversificación de los espacios y de su tamaño. «No es lo mismo tener a tu cuidado a cuarenta que a catorce personas», apostilla la responsable de la institución provincial. Además, al tener el mismo personal asignado, los empleados no rotan, por lo que disminuye el riesgo de propagación de los contagios.

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Hasta ahora, el desarrollo de esta apuesta ha avanzado a golpe de decretos y autorizaciones de la Junta. A finales del pasado abril, La consejera de Familia e Igualdad de Oportunidades, Isabel Blanco, detalló las novedades de la futura ley reguladora del modelo de atención residencial para cuidados de larga duración en Castilla y León, coincidiendo con la publicación del borrador del anteproyecto para recabar la participación ciudadana.

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