La mayoría de los refugiados que llegaron a Segovia regresaron a Ucrania en verano

La labor que desarrolla Cruz Roja con los ciudadanos que han huido del conflicto bélico en Ucrania mantuvo activados unos recursos de emergencia para la gestión y atención de estas personas que finalizaron el pasado 31 de agosto. El programa de acogida e integración de solicitantes y beneficiarios de protección internacional consta de dos fases. Una, la inicial, es la de la acogida temporal en la que se hallan la mayoría de los cerca de cien ucranianos que incorporados por la institución a su programa; y luego está la segunda etapa de integración.

En ambas fases tienen cubiertas las necesidades básicas y el alojamiento. Además, se valoran otras carencias a través de una atención integral que se lleva a cabo a través de un equipo multidisciplinar. De esas evaluaciones salen los planes individualizados de intervención con los refugiados. La asistencia se presta en diversos ámbitos, desde el social hasta el jurídico, psicológico, educativo, económico u laboral.

100refugiados ucranianos están en el programa de acogida e intergración de personas solicitantes y beneficiarias de protección internacional de Cruz Roja

Por su parte, la Asociación de Ucranianos de Segovia tenía registrada, hasta el pasado mes de mayo, la llegada a la provincia de alrededor de 477 ciudadanos huidos de la devastación de la guerra. Una gran mayoría de estas personas se ubicaron en la capital. Sin embargo, otra gran parte del contingente humano ha regresado a su tierra a pesar de persistir la invasión rusa, afirma la presidenta de la asociación, Mariana Radvanska.

«Durante el verano, muchos aprovecharon para irse de vuelta porque hubo como una especie de tranquilidad», cuenta la portavoz de este colectivo civil. «Aunque en las fronteras se seguían manteniendo los bombardeos, en el este del país, más cerca de Polonia, no había tantos, por ello volvió mucha gente a esa zona del país», matiza Radvanska.

En esta línea, la representante de la agrupación añade que un alto porcentaje de los que han retornado a Ucrania se queda allí y no regresa a Segovia. «Al final, no hay que olvidar que en su mayoría las personas que vienen aquí siguen teniendo el pensamiento de volver [a su país de origen], por ello no ven importante el aprendizaje del idioma o la búsqueda de empleo», expone la presidenta de la asociación en la provincia.

Y es que la lengua –y por ende, la comunicación– es una de las barreras más altas que se están encontrando los refugiados ucranianos durante su estancia en Segovia, además de asimilar que van a estar lejos de sus hogares más tiempo del que pensaban. Mariana Radvanska apunta que algunos requieren ayuda psicológica porque han vivido situaciones terribles que les han marcado como los bombardeos y la destrucción de los lugares donde vivían. Ese apoyo también se produce porque hay refugiados que no son conscientes de que tienen que empezar de cero una vida nueva en un nuevo hogar.

«Aquí tienen que empezar a trabajar, a estudiar… empezar una vida de cero en un nuevo país y es complicado», admite Radvanska, quien pone de manifiesto que «cuando se hace una integración total en un país es cuando se aprende el idioma, ya que es cuando puedes comunicarte y sociabilizar». En este caso, está la barrera del lenguaje; y aunque tratan de aprender el castellano y comienzan a hablarlo, sigue siendo una barrera porque «todavía no hablan el idioma libremente», incide la presidenta.

La vicepresidenta de la asociación, Sofiya Prin, señala que los refugiados ucranianos, dentro de lo que cabe, están teniendo una integración «muy buena». Esta representante de la agrupación especifica que algunos de los huidos que recalaron en la provincia ya residen en una vivienda y hacen una vida más o menos independiente. Otros siguen en programas promovidos por el Ministerio a través de organizaciones no gubernamentales como Cruz Roja o ACCEM.

Además, muchos de ellos «han encontrado ya trabajo por su cuenta, algunos siguen trabajando de forma 'on-line' en las empresas de Ucrania y también hay personas que siguen en busca de empleo», retrata así la variedad de realidades a la hora de la inserción laboral de los refugiados durante estos meses. «Hay casos muy diferentes porque algunos quieren trabajar o encontrar una profesión de su ámbito, de lo que saben hacer, a lo que se dedicaron en Ucrania, pero a veces es complicado», llama la atención Prin.

Quienes mejor se han adaptado a la nueva vida lejos del país y de la guerra han sido los niños. Marina Radvanska afirma que todos los menores están escolarizados y pone como ejemplo colegios como el Claret, los Maristas o las Concepcionistas. La presidenta del colectivo ucraniano en Segovia señala que los niños son los que mejor comprenden y hablan castellano, «de forma casi fluida».

Esos escolares «son los que captan la información más rápidamente», reitera. «Van al colegio, aprenden español y tienen muchos amigos; algunos incluso siguen las clases de Ucrania y también van al colegio de España, por lo que están muy ocupados por la cantidad de tareas y de cosas que tienen que hacer. Al final, tienen que combinar dos colegios a la vez», relata Prin.

El hecho de que los pequeños de la casa se hayan adaptado tan bien puede llegar a favorecer la integración de sis padres dentro de la sociedad segoviana. «Los niños tienen esa facilidad de aprender cualquier idioma de manera rápida y sin apenas esfuerzo y su integración es muy distinta a sus padres. De hecho, yo creo que son la clave que pueden ayudar e, incluso, obligar a que la integración de los padres o de la madre, que son la mayoría, sea mucho más rápida», destaca Mariana Radvanska.