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La proyección de crecimiento que hace el Instituto Nacional de Estadística (INE) para Segovia con la mirada puesta en el horizonte temporal de 2037 parte de un escenario lúgubre en lo demográfico. La provincia encadena año tras año un saldo vegetativo negativo. Los números rojos se refieren a que, cuando el calendario se deshace de su última página y voltea una nueva para empezar un curso, las muertes que se han lamentado durante doce meses son más que los nacimientos que se han festejado en el mismo periodo de tiempo.
La etapa más reciente de la que se hace eco el organismo estadístico corresponde a 2021, tal y como ha publicado esta misma semana en una actualización de la radiografía que capta el movimiento anual de población. Esos datos dan fe del declive de población que arrastra en los últimos tiempos la provincia, con casi el doble de muertes que de alumbramientos: 1.679 óbitos por 967 recién nacidos el año pasado. La cifra de la natalidad es la más baja de la serie histórica que se remonta a 1975.
Esas mismas estadísticas oficiales ponen de manifiesto que una gran parte del territorio viste más luto que trajes de celebración por nuevas vidas traídas al mundo. De los 209 municipios de los que consta el mapa segoviano, 143 tuvieron el año pasado mas sepelios que bautizos.
Las defunciones doblegan a los nacimientos en dos de cada tres términos que componen la geografía provincial. No se libra ni la capital ni tampoco la mayoría de los grandes padrones, que si bien concentraron la inmensa mayoría de los alumbramientos al final de año, también padecieron una mortandad superior.
En el conjunto del territorio segoviano, el crecimiento vegetativo, que es la diferencia entre defunciones y nacimientos, pinta los números en un tono rojo propio de la alerta demográfica y del llamamiento de auxilio que resuena con fuerza en el ámbito rural, azotado por el fenómeno de la 'España vaciada'. Esa resta deduce que, el echar la persiana del curso pasado, hubo 712 muertes más que nuevas vidas.
Si se coloca la lupa sobre la capital, el año pasado lo despidió con 346 nacimientos, prácticamente uno cada día; pero también con 522 defunciones, lo que conlleva una pérdida de población en lo que se refiere a cálculo del crecimiento vegetativo, que resulta de -176 personas.
Cuéllar, la segunda localidad por tamaño, tampoco remonta, ya que el curso anterior acabó con un retroceso de 29 vecinos, la cifra que sale de la diferencia entre los 99 finados y los 70 nacimientos que hubo a lo largo del año. El Espinar, por su parte, acorta las distancias entre mortandad y natalidad, pero no las enjuga. Los sesenta recién nacidos registrados por el INE en su información estadística son insuficientes para revertir un saldo negativo en el crecimiento vegetativo debido a las 73 defunciones que se contabilizaron en el mismo periodo.
Solo 18 localidades de las 209 que configuran el mapa provincia pueden sacar pecho de tener un saldo positivo. Es decir, no llega al 9% de los municipios los que presumen de haberse despedido del ejercicio anterior con más nacimientos que óbitos.
Esas resistencias demográficas que se rebelan, al menos en las estadísticas, contra la tendencia a la despoblación, asoman con más fuerza en el alfoz. La Lastrilla es el paradigma, a tenor de las conclusiones que se extraen del INE. Esta localidad se aúpa como la principal valedora del crecimiento vegetativo en la provincia. Según el Instituto Nacional de Estadística, la diferencia entre defunciones y alumbramientos fue favorable a éstos últimos, ya que se contabilizaron al término del año pasado 36 recién nacidos frente a doce fallecimientos, lo que supuso que la natalidad triplicara la mortandad.
También en el área metropolitana de la capital se encuentra Palazuelos de Eresma, que junto a La Lastrilla encabeza la lista de municipios de la provincia con un saldo positivo en el cálculo del crecimiento vegetativo. La cifra de alumbramientos casi duplicó la de las muertes (39 frente a 20). Si se habla en términos relativos, la distancia más amplia a favor de la natalidad se localiza en otros dos pueblos del alfoz segoviano.
Tanto Torrecaballeros como Hontanares de Eresma consiguieron finalizar 2021 con el cuádruple de nacimientos con respecto a las defunciones; aunque, la lectura absoluta revela unas cifras son más modestas que en La Lastrilla y Palazuelos. Así, Torrecaballeros celebró la llegada al mundo de doce nuevos vecinos y lamentó la pérdida de tres. Mientras que en Hontanares, se dio la bienvenida a 18 bebés y se despidió a cuatro finados.
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César Blanco Elipe
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El cinturón metropolitano ubica otras poblaciones de la parca lista de 18 con crecimiento vegetativo en positivo, como por ejemplo San Cristóbal de Segovia, que gana once personas al saludar dieciocho nacimientos y llorar siete fallecimientos.
Espirdo también figura en esta nómina de elegidos ya que la natalidad doblegó y duplicó a la mortalidad (19 recién nacidos frente a nueve óbitos). Rondando el límite del alfoz, La Losa arrojó también un saldo positivo en el crecimiento vegetativo de 2021 con el triple de nacimientos que de muertes.
Hay otras excepciones que confirman la regla y, por lo tanto, pueblos fuera del perímetro metropolitano de la capital segoviana que el curso pasado ganaron vecinos gracias a una natalidad superior a la mortalidad. Encinillas, Boceguillas, Grajera o en menor medida Castroserracín, Cerezo de Abajo, Condado de Castilnovo o Matabuena presentan saldos positivos al hacer la diferencia entre alumbramientos y defunciones.
Algunas de estas localidades repiten saldo positivo con respecto al letal primer año de la pandemia del coronavirus. Son los casos de Grajera y Boceguillas, que ya tuvieron en 2020 más recién nacidos que fallecimientos en sus poblaciones.
Y es que los primeros meses de la alerta sanitaria declarada por la irrupción de la covid resultaron altamente luctuosos en la provincia, una de las más castigadas por las olas mortales.
Ese azote hundió el crecimiento vegetativo. De los 209 municipios, 159 acabaron con más óbitos que nacimientos, lo que equivale a tres de cada cuatro localidades que integran el territorio provincial. Solo diecisiete aguantaron con más alumbramientos que muertes, y en los 33 restantes, mortandad y natalidad quedaron en tablas.
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