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Un año, otro y otro y otro y uno más... Se deshojan los calendarios de lo vivido hasta ahora del siglo XXI y no se encuentra un padrón tan raquítico como el que se ha dado en el inicio de este 2022. La capital segoviana ... se adentra en la centuria anterior para descubrir el abismo demográfico al que se acerca empujada por un nuevo descenso de población recogido por los datos del Ayuntamiento de la ciudad. Empieza a retroceder y a arrancar décadas del siglo XX y por fin se topa con unos números que se asemejan a los más recientes.
Ese rastreo se para a finales de los años setenta y principios de los ochenta, en cuyas horquillas del Instituto Nacional de Estadística (INE) encajan los 51.060 vecinos empadronados a fecha del pasado 1 de enero.
No hay torniquete que frene por el momento la hemorragia. Ni siquiera el de la comunidad inmigrante que se asienta en la capital en vez de fijar su residencia en los pueblos del medio rural. En otras ocasiones ha sido un leve aunque constante y persistente goteo. La ciudad se ha visto incapaz de cerrar una herida latente desde la crisis financiera generalizada de 2008; pero durante los últimos años la pérdida de habitantes se ha agudizado y ha supuesto una sangría mayor para el padrón capitalino con una merma a borbotones de vecinos como consecuencia de un doble escenario crítico que ha erosionado la esperanza de vida, el crecimiento vegetativo y la economía.
La pandemia del coronavirus ha sido (y es) devastadora con Segovia. Basta recordar el exceso de mortalidad que dejó tras de sí en 2020, cuando en toda la provincia se lamentaron en total 2.417 defunciones, sumadas las causadas por la covid-19 y las provocadas por otras razones y patologías.
Lo dijo la propia alcaldesa, Clara Luquero, hace ahora un año. El coronavirus ha infligido un «tremendo dolor en la sociedad segoviana al haber sido uno de los territorios en los que la enfermedad mostró su cara más cruel». En los albores de 2021, la cifra objetiva y fría de empadronados era de 51.551 vecinos –24.036 hombres y 27.515 mujeres–. Justo un año después es de 51.060.
«Los movimientos padronales realizados en 2020 muestran un crecimiento vegetativo negativo», analizaban en el Ayuntamiento doce meses atrás. En la capital se contabilizaron 329 altas por nacimiento y 829 bajas por defunción, con un exceso de mortalidad con respecto a 2019 de 348 fallecimientos más. Por su parte, tampoco la natalidad ayudó a remontar el decaimiento demográfico. Estuvo por debajo de los niveles del ejercicio anterior. En concreto, hubo 64 alumbramientos menos en los doce meses marcados por la pandemia que en el mismo periodo sin coronavirus de 2019.
A pesar de que el azote de la infección fue más moderado en 2021, con unos datos de mortalidad menos alarmantes que en 2020, la capital ha seguido perdiendo vecinos. En concreto, 491 habitantes menos en el saldo negativo del curso pasado, como especifica la revisión padronal del Consistorio. En términos relativos, es prácticamente un 1% menos de ciudadanos residentes. Sumados los dos ejercicios estigmatizados por los estragos de la covid, la capital segoviana se ha dejado en este tiempo casi un millar habitantes por el camino. El curso 2020 fue el peor, ya que la ciudad vio diezmado su padrón en 799 personas, lo que supuso un descenso del 1,53%.
Sin embargo, hay anualidades precedentes en este siglo XXI que todavía erosionaron más la demografía municipal. En ese deshojar los calendarios, 2014 ostenta el dudoso honor de sufrir la mayor hemorragia de población en todo el devenir transcurrido en la presente centuria. Ese año se dieron de baja 1.043 habitantes, lo que equivale a una reducción que rondó el 2%.
Otro mal ejercicio para la evolución demográfica fue 2010, ya que 912 vecinos dejaron de estar empadronados, lo que supuso una disminución superior al 1,6%. Después se sitúa el fatídico 2020 de la pandemia.
También al arrancar anualidades de los almanaques se sonsaca otra conclusión nada halagüeña. En sus series históricas, el Instituto Nacional de Estadística echa la vista atrás hasta 1998. Desde entonces, dieciséis de veintitrés ejercicios se saldaron con descensos de población en la capital, si bien, once de esas caídas no llegaron al 1%.
No es consuelo. En los últimos trece años, solo uno se despidió con más habitantes que con los que empezó, que fue precisamente la tenue subida registrada entre 2019 y 2020, justo antes de que irrumpiera el coronavirus e hiciera saltar todo por los aires. Tampoco se trató de un incremento como para tirar cohetes, del 0,74%; pero sí representaba una ruptura en la pertinaz tendencia a la baja que dibujaba el padrón de la ciudad del Acueducto desde 2009, cuando la crisis generalizada financiera detonada por el estallido de la burbuja inmobiliaria empezó a hacer mella en las cifras de población. Ese punto de inflexión se diluyó en la pandemia del coronavirus.
Si la tendencia se prolonga en años venideros y la proyección de población continúa mirando hacia abajo en busca del suelo, la ciudad se expone a bajar de la barrera de los 50.000 empadronados. Para ello tendría que perder 1.061 vecinos. Si este descenso se materializa y se alarga, la composición de la corporación se vería recortada en cuatro concejales. Los partidos se repartirían 21 escaños en vez de los 25 actuales. Por tiempos, la Ley Orgánica del Régimen Electoral General emplazaría este escenario a los comicios municipales siguientes a los que se tienen que celebrar el año que viene. Eso siempre y cuando el padrón baje de los 50.000 habitantes.
Una Guerra Civil, un tercer conflicto bélico mundial en ciernes, la gripe de 1918, la pandemia del coronavirus de 2020... A lo largo de 122 años se han sucedido calamidades que han marcado hitos no solo en el devenir económico y político de las sociedades, sino también en su demografía. La población se ha visto sometida a los vaivenes de los acontecimientos y también a las tendencias de los flujos migratorios. La curva que dibuja la evolución del padrón también se han visto alterada por la llegada de ciudadanos de otros países que buscaban en España la dignidad que se les negaba en sus lugares de procedencia. La inmigración encontró en Segovia una tierra de acogida, sobre todo durante la década inaugural del siglo XXI.
La revisión municipal concreta que, a 1 de enero de este año, había empadronados en la capital segoviana 6.491 personas nacidas fuera de España, lo que equivale a decir que el 12,7% de la población que reside en la ciudad es foránea. Bulgaria es la comunidad más numerosa, con 1.433 ciudadanos, seguida de Marruecos, con 1.153, y Honduras, con 750 vecinos.
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