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La paradoja del RAC Lobos es que su crecimiento le aleja cada vez más de Segovia, pues militar en la liga madrileña da a los rivales la carta de negarse a viajar y forzarles a competir en Madrid. Solo tres veces sus aficionados vieron el curso pasado en La Albuera –un tercio del calendario– su exitoso estreno en 2ªA, una división que este año aspiran a encabezar. «Es nuestro punto de batalla. Queremos traer el rugby a Segovia y no sabemos cómo hacerlo», subraya su entrenador, Iván Martínez, que habla de un mal menor respecto a jugar en Castilla y León y tener que viajar a Ponferrada. Cuanto más temibles son, menos armas escatiman sus oponentes contra ellos. «Hace dos años todos querían. De repente, empezamos a ganar partidos y nadie quiere venir a Segovia». Por eso han elegido una sede al otro lado de la sierra en Puerta de Hierro, un campo de grandes dimensiones: para poder correr, su estilo. Allí jugarán el sábado su primer partido de local tras arrancar la liga con derrota en Tres Cantos. Se miden el Alcorcón: el primer visitante se niega a viajar.
Martínez no solo entrenará a los Lobos por segunda temporada, sino que vuelve a vestirse de corto ocho años después, y lo hace tres semanas después de ser padre. Con todo, la conciliación es fácil. «Al ser un staff de tres personas, nos ayudamos mucho».
Tras salvar la categoría en su primer año, los Lobos aspiran a seguir su progresión y se presenta una oportunidad propicia porque las circunstancias han llevado a Primera Madrileña a los principales 'cocos'. La renuncia del Independiente, un club que militaba en División de Honor B –la segunda categoría nacional– abrió un proceso en cadena que desembocó en el ascenso de tres equipos de la 2ªA. Cisneros B y Filo ya habían subido, Veterinaria ha desaparecido y Rivas aprovechó la última vacante para dar el salto. Una oportunidad pintiparada para los segovianos. «De repente, se nos pone muy bien para estar luchando arriba. Luego ya veremos ascender».
Martínez dibuja un primer nivel entre Majadahonda, Cisneros –un club ilustre, pero que presenta aquí un filial sub-23–, un recién descendido como Hortaleza y su equipo. «No sé si llegaremos a ascender, pero el objetivo es estar en el top-4». El sistema cita a los 12 equipos a una primera vuelta a partido único hasta finales de enero; tras esos 11 partidos, los cuatro últimos disputan la fase de permanencia y los ocho primeros vuelven a enfrentarse entre sí cambiando el anfitrión. Tras el cómputo de los 18 partidos, el primero asciende, el segundo juega un 'play off' contra el penúltimo de Primera Regional y el tercero queda en reserva para eventualidades como estas.
Los Lobos esgrimen para ello un acuerdo con IE University tras la experiencia positiva de varios jugadores que ya integraron el equipo el año pasado. «Hemos pasado de ser 14 entrenando a 25». Tantos chicos como chicas, adscritas en el equipo madrileño Ammonites. «Es verdad que algunos no han jugado al rugby nunca, pero de cara a visualizarlo, llama mucho más tener a 30 personas juntas. Nosotros, encantados, porque esto favorece a Segovia y al club».
La consecuencia es que las fichas aumentan considerablemente: un equipo que sufría para alcanzar las 30 parte este año con un «pack fuerte» de 35, a la espera de que lleguen los transfer para los extranjeros y la cifra aumente hasta 45. Esa quincena de diferencia se explica por la IE, pues el bloque continúa, con casos como un sub-18 que el año pasado ya estuvo en dinámica con el equipo y que este año podrá jugar al cumplir la normativa de edad de la federación. Y un delantero procedente de Madrid, especialmente preciado porque es 'pilier', la primera de la melé, un puesto que tortura las rodillas y el cuello. Y que no está de moda. «Los puestos que más gustan son en los que menos te pegan».
Lo asume Iván, un delantero que recibe menos golpes porque juega entre la segunda y la tercera línea y sirve de puente táctico con los tres cuartos, los más rápidos, los que menos contacto sufren. Por eso cree que jugar le aporta más como entrenador de lo que le resta. «Te da tiempo a ver muchas más cosas porque estás dentro del entrenamiento. A mí me ayuda a ver cómo se colocan mis delanteros». Pedro, entrenador de tres cuartos, hace lo mismo, pues juega como zaguero, la última cortina defensiva. «Le ayuda a controlar como están colocados los demás. Es una visión mucho más cercana y empatizas mucho mejor con el jugador, a veces le exigimos cosas que no funcionan». Con todo, los minutos de Iván serán residuales, un apoyo para los últimos 10 o 15 minutos.
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Un equipo más de velocidad que de kilos, aunque los delanteros han cogido peso y músculo en la pretemporada. «Hablamos con ellos a final de temporada: si queremos mejorar, esto es lo que hay que hacer. Y se lo han tomado en serio, se empieza por coger kilos en el gimnasio». Engordar bien. «Gente que puede llegar a los con unas dimensiones proporcionadas, sin que sea coger grasa». Todo suma.
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