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Uno de los últimos partidos disputados por el RAC Lobos. El Norte
Los Lobos aprueban a la primera

Rugby

Los Lobos aprueban a la primera

El equipo segoviano asegura la salvación en su estreno en 2ª A madrileña tras acabar la primera fase octavo y empezará ya a preparar el próximo curso

Miércoles, 14 de febrero 2024, 17:33

Mientras otros pelean hasta primavera por sus objetivos, el Rac Lobos es el primer club segoviano que ha aprobado el examen de su temporada. Su estreno en la Segunda A madrileña terminará en permanencia. Todo un éxito para un grupo en formación, que ha asumido un relevo generacional y ha incorporado a jugadores de nacionalidades muy diversas. Tras un comienzo dubitativo, los novatos tomaron el pulso a la categoría y terminaron la primera vuelta fuera de los cuatro últimos puestos, los que obligan a defender la plaza contra los cuatro mejores de Segunda B. Es decir, salvación asegurada. Lo que queda de temporada es un premio.

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El formato de la segunda madrileña cita a los 12 equipos del grupo A en 11 jornadas a una vuelta. Los ocho primeros completan en calendario entre sí para discutir al campeón de liga; los cuatro últimos juegan una liguilla con los cuatro primeros de la Segunda B para ver qué cuatro juegan en cada categoría. Así subieron el año pasado los Lobos, que empezaron el curso con cinco derrotas en su tramo más exigente de calendario, pero ganaron cuatro de los últimos seis encuentros. En el segundo de ellos dejaron a cero (0-39) a un rival directo por la permanencia como el Getafe, lo que supuso un salto anímico que les permitió cerrar el año con victoria en casa ante el Boadilla. Tres triunfos seguidos que dejaban a tiro una permanencia obtenida en el último partido de la primera fase, en casa de Aeronáuticos. Les bastaba un punto –anotar cuatro ensayos o perder de siete– pero ganaron el partido con una de las mejores actuaciones de la temporada.

El equipo ha maquillado con los meses su gran carencia: una delantera pequeña, sin los kilos de otros rivales. Y ha sacado provecho de su fortaleza: una línea trasera, los anotadores, con mucha movilidad. «Hemos hecho mucho entrenamiento separado», subraya su entrenador, Iván Martínez. Ante la falta de tamaño, bajaron el eje gravitatorio de su melé –más agachados– para que fuera más difícil empujarles. Los mismo con la touch, la acción con la que se pone el balón en juego desde la banda. «Sabemos que no somos tan altos, así que vamos a sacar lo más rápido posible». En el juego corrido, en lugar de juntar a muchos jugadores y empujar al rival con músculo, plantean un juego rápido: poner rápidamente el balón en juego tras el placaje para pillar a la defensa desorganizada.

Juego al pie

El gran añadido en la trasera ha sido el juego al pie, más residual a principios de curso. Las patadas son los atajos del rugby y los equipos deben manejar las dos facetas: ataque y defensa. Embolsar un balón cuando cae del cielo –si se escurre, entrega la posesión y una buena posición de campo– y tener la malicia para buscar las cosquillas al rival. Sus jugadores clave –el medio de melé, el apertura y el zaguero– son «muy buenos pateadores», subraya su entrenador. «Buscábamos que el balón fuera más dinámico que estático». De hecho, entrenan específicamente el gran atajo, la norma 50:22, que permite al equipo que patea desde su propio campo mantener la posesión si el balón cae en la zona de 22 rival y sale por la banda sin que nadie la toque. «Más o menos tengo controladas las líneas del Mariano Chocolate», admite Martínez con una sonrisa.

Su equipo ha eliminado errores, por ejemplo, a la hora de recibir los saques de centro. «Todos íbamos hacia el balón, pero nadie sabía quién era el que le tenía que coger». También ensayan cómo placar para proteger al rival y paliar un tropezón o la diferencia de estatura. «Hay que tener cuidado cuando se placa a la altura del pecho». Acciones que cuesta diseccionar a cámara lenta y que en estas categorías un árbitro tiene que ver sin asistentes, así que, en esencia, los jugadores se cuidan entre sí. Ante Boadilla, tuvieron que improvisar porque la federación no mandó árbitro –como ocurre con los rivales, los colegiados tienen margen para no viajar a Segovia–, así que asumió la tarea uno de los dos que hay en Segovia. «Para ser árbitros de categoría inferior, lo hicieron muy bien. No es fácil pitar a seniors cuando estás acostumbrado a sub-14».

«Nos quedan dos añitos de vagar un poco en el desierto antes de plantear el ascenso a Primera», subraya su entrenador

La derrota abultada en el primer partido de la segunda fase (76-10) se explica porque era fin de semana de carnaval y faltaba medio equipo. «La idea es intentar trabajar ya de cara a la temporada que viene. Y si podemos dar un susto a los equipos de arriba». Equipos como Boadilla, Alcobendas o Veterinaria. «Intentar mejorar el sistema de juego y que los jugadores vayan aprendiendo cosas nuevas». Martínez tiene 32 fichas del primer equipo más las del Amunites, su filial, madrileño. «Ellos juegan en Tercera, hay que empezar a darles minutos en Segunda para que los que vengan con nosotros el año que viene sepan lo que se van a encontrar».

Sin saltarse pasos, el reto de los Lobos es asomarse a la zona alta. «Vamos a mantener el mismo bloque. El objetivo este año era la permanencia; de cara al año que viene, tiene que ser intentar estar ahí en la pomada. Nos quedan dos añitos de vagar un poco por el desierto, de ir mostrándonos. Y una vez creada la base, podremos empezar a plantearnos el ascenso a Primera». Hablamos de una tercera división nacional con filiales de División de Honor. Y Madrid es el gran granero demográfico del rugby nacional. Ahí estarán los Lobos, un año más.

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