Languilla: Donde confluyen los ríos y luce el románico

Languilla no escapa a ese color rojizo de las tierras de Ayllón, en el nordeste de la provincia. Su caserío está impregnado de ese tono que tanto identifica la zona, tan alejada de la capital segoviana. El pueblo también es el de los dos ríos, Aguisejo y Riaza, que confluyen en su término, muy cerca del casco urbano.

Limítrofe con la provincia de Soria, su vinculación con la misma ya se deduce del nombre, porque el lugar fue repoblado en época medieval con personas que procedían de la cercana zona soriana de Langa de Duero.

También Languilla mantuvo una relación con otra provincia próxima, Guadalajara; en este caso desde el punto de vista eclesiástico, puesto que estuvo ligado a la diócesis de la monumental localidad de Sigüenza.

Pero volvamos al rojo. Las construcciones tradicionales poseen esa tonalidad por la piedra extraída en los alrededores. Como le ocurre a la iglesia parroquial, dedicada a San Miguel Arcángel, que conserva de su época románica una maravillosa portada de arquivoltas, sustentadas con unos capiteles muy vivos e interesantes; en los mismos se representan escenas de Adán y Eva en el Paraíso, la Matanza de los Inocentes y la decapitación de San Juan Bautista, entre otras.

Todo apunta a que sus autores intervinieron en la extraordinaria catedral de la localidad soriana de El Burgo de Osma. La portada se conserva en buen estado gracias a que está protegida por el pórtico cerrado. En el interior, se encuentran varios retablos y una cruz procesional realizada en Sigüenza en el último tercio del siglo XVI, así como una gran pila bautismal.

A Languilla pertenece la pedanía de Mazagatos, a medio camino de la cercana Ayllón. Por ahí discurre un importante tramo de la Cañada Real Soriana y sobre un cerro del pueblo destaca su iglesia parroquial románica de San Juan Bautista, de cuya época conserva su portada de ingreso. Dentro del templo se puede contemplar la excelente bóveda de crucería que es ya de estilo gótico y que cubre su capilla mayor.

La iglesia vigila desde lo alto el casi deshabitado núcleo de Mazagatos, que apenas suma ochenta habitantes con Languilla, pero que pueden presumir de dos joyas románicas.