

Secciones
Servicios
Destacamos
claudia carrascal
Domingo, 20 de septiembre 2020, 07:39
El coronavirus cada vez es menos desconocido para la comunidad científica, sin embargo, hay predicciones que todavía son muy complejas, entre ellas, averiguar qué deparará ... este otoño con respecto a la evolución de la covid-19. El virólogo segoviano Juan Reguera que trabaja en la Universidad de Marsella (Francia) asegura que «los próximos meses siguen siendo inciertos». Desde su punto de vista, «se están tomando medidas eficaces, pero con cierto retraso», pues por estas fechas ya se tenía que haber aumentando la capacidad de diagnóstico de forma considerable y los centros de salud deberían estar acomodados para atender las solicitudes de diagnóstico. «Estamos mucho mejor que en marzo, pero todavía queda mucho por hacer y por afinar».
En un principio, reconoce que no estaba claro hasta que punto el virus podía ser estacional. De hecho, se esperaba que las altas temperaturas del verano redujeran de forma considerable el número de positivos y la virulencia del coronavirus. El resultado ha sido diferente y «la propagación más intensa de lo esperado, lo que no quiere decir que en invierno con las bajas temperaturas no se pueda volver más estable y se acelere el ritmo de contagios e incluso la gravedad de los mismos», subraya.
Por otra parte, indica que las diferencias entre comunidades autónomas son notables porque no todas están actuando del mismo modo, lo que dificulta hacer una predicción global del país. No obstante, considera que un nuevo confinamiento general es inviable porque «volver a parar el país acarrearía enormes consecuencias». Disminuir los tiempos de reacción es, a su juicio, una pieza clave para evitar un nuevo estado de alarma y es que «si el sistema se satura como ocurrirá dentro de poco, será imposible garantizar la eficacia de los rastreos».
En todo caso, su recomendación es clara; apostar por la aplicación móvil Radar Covid impulsada por el Gobierno para el rastreo de contagios. «Es el sistema más objetivo, mucho más que el rastreo, que solo se centra en las 48 horas previas a la realización de la PCR, o incluso las llamadas directas de la persona contagiada a aquellas con las que puede haber mantenido un contacto estrecho». También destaca la rapidez a la hora de procesar datos y de notificar la situación a las personas que puedan estar en riesgo porque «en estos casos acortar el tiempo es fundamental para evitar la propagación del virus». Por eso, advierte de que no solo es importante descargársela y comenzar a usarla de inmediato, sino también difundir su existencia y animar a familiares y amigos a que la incorporen a su vida cotidiana, «si no la utilizamos todos no sirve de nada y solo esta app permitirá controlar el coronavirus a corto plazo».
En cuanto a los problemas de vulneración de la privacidad que muchos ciudadanos temen que pueda provocar esta herramienta, Reguera indica que son ínfimos. «En países asiáticos como Corea la pusieron en marcha enseguida y se ha conseguido controlar el virus», recuerda. Eso sí, además de la colaboración ciudadana, en su opinión, es necesario que las pruebas diagnósticas sean accesibles para que a todo aquel que reciba la alerta de la aplicación de riesgo alto de contagio pueda acudir a su centro de salud y realizarse la PCR en cuestión de horas.
Los test son, según el virólogo, uno de los focos que requieren una mayor atención por parte de las autoridades sanitarias porque «no se están haciendo tantos como se debería». Al respecto insiste en que tendrían que realizarse muchos más, pero no de forma indiscriminada, ya que si hay limitación de recursos esta medida es «tirar balas al aire». Por ello, aconseja que se centren los esfuerzos en aquellas personas que tienen un riesgo objetivo de contagio. Por el contrario, entiende que el personal sanitario en muchas ciudades no esté haciendo una segunda PCR a los casos positivos y tan solo les esté mandando permanecer aislados durante 15 días. «Lo ideal sería hacer otro test para verificar el resultado, pero con recursos limitados es preferible emplear las PCR para diagnosticar a otras personas, ya que después de 10 o 15 días los síntomas han remitido y la carga viral es tan baja que carece de la capacidad de infectar. Lo verdaderamente grave es tener síntomas y que no te hagan la prueba de forma inmediata», confirma.
En la misma línea, comenta que hay que hacer lo máximo en cuanto a detección, diagnóstico y medidas barrera que están dando resultados como el uso obligatorio de mascarillas o adelantar el cierre del ocio nocturno. Sobre esta última decisión reconoce que es polémica, pero «muy conveniente para atajar el virus», por lo que defiende la necesidad de «echar un capote al sector» para evitar su ruina.
Así como para la vuelta al cole o para el ocio nocturno se han establecido protocolos o restricciones, Reguera señala que hay otras situaciones que no se están teniendo en cuenta y que pueden ocasionar importantes focos de contagio, como por ejemplo los pisos masificados de estudiantes. «Si uno contrae el virus y está con otros diez en un mismo piso es muy difícil que pueda hacer la cuarentena como debería», según el virólogo, quien cree que con el curso empezado ya es tarde para tomar unas medidas de control de este tipo de viviendas que deberían estar en funcionamiento.
ocio nocturno
En los hospitales también es necesario exigir las máximas precauciones y aboga por establecer un área de diagnóstico para la covid independiente del resto de pacientes con el fin de garantizar su seguridad y evitar que los ciudadanos dejen de acudir a Urgencias por miedo al contagio. Un estudio realizado en Francia ha revelado las amputaciones han crecido un 30% desde el inicio de la pandemia porque la gente procura no ir a los hospitales y las patologías se agravan.
Otra de sus recomendaciones para la sociedad es evitar el contacto con un elevado número de personas en un corto espacio de tiempo, es decir, no verse con mucha gente diferente en pocos días. Reconoce que este es un consejo duro porque a nivel social cambia nuestra forma de vida, pero «es un método sencillo que evita parte de los contagios y hay que tener en cuenta que es transitorio, ya que solo será necesario hasta que haya una vacuna», apostilla.
Las vacunas son precisamente la vía de escape a esta situación y aunque los procesos de fabricación y las pruebas se están acelerando mucho, Reguera cree que no comenzarán a aplicarse en Europa hasta 2021. Para disipar los miedos de la ciudadanía sobre este sistema para generar inmunidad, cuenta que la extremada premura para sacarlas a luz se debe a que no se está reparando en gastos, lo que acelera de forma notable los procesos. Por otra parte, los procedimientos que se están aplicando «son los mismos que con otros virus, lo que hace que los riesgos a largo plazo estén bastante controlados».
Asimismo, explica que se están haciendo rigurosos controles por lo que la seguridad del paciente «no se verá comprometida de manera significativa. Las vacunas más sencillas es difícil que a priori tengan efectos adversos, tan solo podrían generar problemas menores», argumenta. Más dudas le generan vacunas como las creadas en China y, sobre todo, en Rusia donde ya se están aplicando «sin haber tomado las medidas de control oportunas».
El desarrollo de tratamientos requerirá más tiempo y más investigación porque, de momento, «no se ha dado con ningún antiviral específico que resulte eficaz». No obstante, no descarta que unos años sea una realidad. A pesar de estos avances, «erradicar el virus será muy complejo porque no solo infecta a personas, también a animales, hasta el punto de que se ha instalado en el ecosistema. Es posible que se quede entre nosotros, pero la gente irá inmunizándose y dejará de ser un problema», sentencia.
A corto plazo, una posibilidad es que el virus tienda hacia versiones más benignas para el organismo humano, pero con mayor capacidad de transmisión. De hecho, esto ya se ha visto en otros tipos de coronavirus, como una variedad porcina que perdió parte de su genoma, de modo que en un principio producía gastroenteritis con efectos graves y luego un simple catarro, especifica el virólogo segoviano. Además, la versión mutada genera inmunidad frente a la inicial. Por el momento, solo son especulaciones ya que el doctor en Biología Molecular, que estudia los mecanismos básicos de infección de la covid-19, asegura que todavía no se han detectado este tipo de mutaciones.
Por último, atribuye la mayor incidencia que está teniendo la covid-19 en la población española al estilo de vida. «En España tenemos una gran afición a reunirnos y a salir por las noches, en especial, los más jóvenes, y esos entornos son un caldo de cultivo muy potente».
El turismo también ha contribuido a que el virus haya llegado antes y se haya propagado con rapidez. Otro de los factores de riesgo es el excesivo número de personas que vive en pisos pequeños, una situación provocada por los elevados precios de la vivienda, que obligan a gran parte de la población a compartir piso o a quedarse en casa de sus padres, algo que, tal y como manifiesta, no se produce en países del entorno europeo, como Alemania.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.