El monasterio de Segovia que ofrecerá 'refugios de silencio' sin Internet ni móvil
El nuevo proyecto que reabrirá el monasterio de San Antonio el Real incluye un museo, cultivar el huerto y jardines y la recuperación de la vida contemplativa
La «plantilla general» creada a modo de teoría que trasladar a la práctica en los monasterios en los que la Asociación Camino del Asombro vaya ... a intervenir de forma individual y singularizada en un futuro consta de cuatro espacios con sus correspondientes funciones. Uno es el uso como museo que tendrá el proyecto de reapertura de San Antonio el Real en Segovia, inmueble datado en 1455 que mandó construir el rey Enrique IV y que hasta 2021 fue habitado y custodiado por las clarisas, cuyas últimas religiosas salieron del convento tras 533 años de presencia.
Bajo la denominación 'Ecos de Intramuros' contempla «la creación de una oferta muy amplia de diferentes actividades culturales y artísticas es espacios existentes o habilitados al efecto». Se trata de mostrar a través de ellas «el complejo mundo de la vida monástica», reza la declaración de intenciones para su proyecto en Segovia. Asimismo, incluye la coordinación de talleres; charlas; conferencias, y cursos relacionados con la historia, la naturaleza, la horticultura y el paisajismo, con la astronomía, la gastronomía, el pensamiento, la literatura, el cine, la artesanía y las bellas artes.
El segundo eje de la planificación está orientado al disfrute de la naturaleza y a la sostenibilidad económica. 'Paraísos Perdidos', como lo ha bautizado la organización promotora sin ánimo de lucro, consiste en «la recuperación productiva de los huertos y jardines, rescatando el espíritu simbólico con el que fueron creados como representación divina y como medio de experimentación y desarrollo de un conocimiento milenario en los campos de la agricultura y la farmacología».
El proyecto contempla «el desarrollo de laboratorios de bioeconomía circular dentro del contexto monástico»
Asimismo, aboga por «la creación de pequeños mercados de cercanía» para esos frutos de la faena agrícola o para productos de herboristería. En el fondo subyace también la implantación de un sistema de economía circular dentro del contexto monástico mediante «el desarrollo de laboratorios de bioeconomía circular y gestión del territorio». Los promotores piensan que este aspecto ayudará a luchar contra la despoblación.
Ese modelo de economía circular también tiene en cuenta las nuevas tecnologías. En concreto, «el valor digital del patrimonio», como reza en la documentación general. Se trata de «capturar en formatos digitales toda la nobleza de las obras, esculturas y patrimonio arquitectónico que nuestros antepasados nos dejaron en herencia».
El papel de las nuevas tecnologías
Esta apuesta tiene, a su vez, tres líneas de actuación. Una, la digitalización de los archivos documentales para crear «una base de datos preventiva, accesible y descargable con tecnología de impresión 3D». La digitalización de los bienes patrimoniales, por su parte, abre las puertas del monasterio a rutas turísticas en realidad virtual y aumentada. Asimismo, están previstos cursos 'on-line' sobre distintas disciplinas como la teología, el arte o la historia.
Este apartado incluye el diseño de «altares itinerantes» a través de los cuales se fomentan los vínculos religiosos con la vida contemplativa y se facilita la recolección de fondos que se destinarán a su vez a proyectos de restauración y conservación.
El tercero de los espacios lleva el nombre de 'Refugios de Silencio'. Su fin no es otro que el de recuperar la hospitalidad monástica a través del alojamiento en recintos sin ruido «para disfrutar de un ambiente sereno que permita meditar, descansar, reflexionar, orar y conectar con uno mismo como una forma de autoconocimiento y conexión espiritual». Esa es la teoría. Juan Ayres, presidente y fundador de la asociación que va a gestionar durante los próximos treinta años el monasterio de las clarisas en Segovia, una joya desconocida dentro del desbordante patrimonio que atesora la ciudad, admite que esta iniciativa ha sido «una de las cosas más locas» que puso encima de la mesa. Su traslado a la experiencia en el edificio segoviano ha requerido la instalación de una malla en las paredes para inhibir las señales de Internet y de teléfono.
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El huésped podrá permanecer en las antiguas celdas de las monjas, que van a ser espacios de silencio y «libres de nuevas tecnologías». Los alojamientos podrán ser de corta o de larga duración. Esta apuesta por «turismo consciente y respetuoso» servirá para generar «sinergias entre la vida religiosa y la civil», citan entre los beneficios aparejados a estos refugios, que también contribuirán al «descubrimiento introspectivo de la vida contemplativa intramuros».
En cuarto lugar, la organización pretende habilitar zonas de clausura adecuadas a las nuevas necesidades que se creen de la actividad.
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