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El calor mata, no directamente, pero desencadena fallos orgánicos insalvables. La canícula que se ha asentado desde hace una semana en la provincia de Segovia ya se ha cobrado sus víctimas. Cinco fallecimientos en otros tantos días consecutivos, desde el jueves 25 hasta este domingo, ... inclusive, es la huella mortal del episodio sofocante con el que se está despidiendo este julio. Dos semanas atrás, el termómetro avisaba ya de lo que iba a ver. Una primera andanada, que no llegó a ser considerada en estas latitudes propiamente como ola de calor por las mínimas que se produjeron y que refrescaron las madrugadas, ya se cobró una víctima. Fue el sábado 20, justo en un leve paréntesis de respiro meteorológico de 48 horas, cuando hubo que lamentar la primera muerte del verano y de todo el año 2024 atribuible al intenso calor.
Así lo muestra el recuento del sistema de monitorización de la mortalidad diaria achacable a todas las causas, un seguimiento que lleva a cabo el Instituto de Salud Carlos III. El conocido como panel MoMo cumple veinte años desde que fuera desarrollado en el marco del plan de acciones preventivas contra los efectos de las temperaturas excesivas, bajo la coordinación del Ministerio de Sanidad.
Su objetivo no es otro que el de reducir el impacto de escenarios anómalos por el extremismo meteorológico que conllevan, ya sea por un frío sobreabundante o por un superávit de calor.
Esta metodología señala que, en la provincia de Segovia, en lo que va de verano han fallecido un total de seis personas. Todas por las altas temperaturas. De ellas, cinco han sucumbido recientemente al sofocante ambiente generado desde que, el lunes 22, las temperaturas empezaran a subir hasta valores por encima de la ya de por sí calurosa media que arroja el séptimo mes del año en estas latitudes.
No solo las máximas que se alcanzan en las horas centrales de cada jornada, sobre todo entre las cuatro y las seis o siete de la tarde, son dañinas para la salud, sino que también perjudican a los organismos más débiles y vulnerables las noches tropicales y hasta tórridas que traen consigo las embestidas sostenidas de calor como la que se alarga desde la semana pasada en la provincia de Segovia. Los termómetros no bajan lo suficiente y ese bochorno dificulta el necesario descanso.
Sin ir más lejos, las madrugadas del sábado al domingo y del domingo a este lunes han sido las más agobiantes hasta ahora en lo que va de temporada estival y, por ende, del año. A muchos segovianos les costó conciliar el sueño, ya que el mercurio no descendió de los 24,7 grados el fin de semana, como recogen los datos recabados por el estación meteorológica de la capital, situada en la calle Las Nieves, en el barrio de San Lorenzo.
Si no hubiera sido por el reventón de la tormenta que ha descargado en la ciudad del Acueducto en torno a la dos de la tarde, la mínima de este lunes habría sido de 24,2 grados, tal y como se desprende de los valores recabados por el sistema de observación de la Agencia Estatal de Meteorología. La segunda noche consecutiva de ambiente tropical en la meseta castellana.
La tromba que ha caído a primera hora de la tarde ha hecho que la temperatura se desplomara de repente doce grados, de 31º a 19º, aunque al cabo de tres horas el calor ha elevado de nuevo el listón hasta los 30 grados.
Los niños y los ancianos son las personas más vulnerables a los episodios de canícula. También la salud de los enfermos crónicas es más propensa a sufrir complicaciones debido a estas temperaturas extremadamente altas. El sistema de monitorización de la mortalidad diaria del Instituto Carlos III refleja en su actualización que de los seis segovianos fallecidos en nueve días (del 20 al 28 de julio, ambos inclusive) a consecuencia de los fallos orgánicos atribuibles al abundante calor, todos habían cumplido los 65 años. La investigación va más allá y especifica que la víctima más joven tenía entre 75 y 84 años de edad.
Las cinco defunciones restantes fueron de personas que habían soplado 85 velas. De ahí que las autoridades insistan en reforzar los cuidados de los ancianos cuando la meteorología se vuelve extrema y los termómetros se desvían hacia valores que amenazan el bienestar y la salud. A partir de la experiencia recabada en sus estudios por el modelo MoMo, se observa que las mujeres son más vulnerables que los hombres. El fuerte calor de estos días está detrás de los óbitos de cuatro segovianas, tres de ellas octogenarias. Los fallecimientos de bebés atribuibles al fuerte calor son más residuales en las estadísticas. En la provincia no hay registrado ninguno, según se extrae del la monitorización del organismo científico.
17 defunciones
atribuibles al exceso de calor durante el año pasado en la provincia, según el sistema MoMo. La mayoría, mujeres y, en cuanto a la edad, mayores de 85 años.
2 defunciones
el año pasado en la provincia segoviana achacables del frío, a un defecto de temperatura. Ambas se produjeron en el mes de diciembre.
Otra de las conclusiones que se sonsaca de la vigilancia con afán preventivo que hace el Instituto Carlos III es que la sobreabundancia de frío mata menos que la canícula excesiva. Quizás también por la propia evolución del clima, con estaciones que antes eran más crudas y rigurosas y que con el paso de los años y la incidencia del cambio climático se van suavizando. En Segovia, las seis defunciones en lo que va de año atribuibles a episodios meteorológicos atípicos se han producido cuando el calor ha apretado las tuercas, episodios que en meses como este julio que se están haciendo más habituales y frecuentes.
El sistema MoMo registró el pasado invierno dos muertes en la provincia, las dos en el mes de diciembre. Sin embargo, el sofocante agosto que se vivió hace prácticamente un año fue letal para la población más débil, en este caso, los ancianos, con 17 fallecimientos a causa de unos termómetros disparados por la persistencia y la fuerza de la calorina. Catorce de los finados tenían más de 85 años, según el modelo de vigilancia del Instituto Carlos III. Se dio la circunstancia de, en ese mes fatídico, hubo dos periodos que resultaron especialmente mortales. Uno, de 9 al 15 de agosto, ambos inclusive, con un fallecimiento cada día por el calor asfixiante que hizo; y el segundo, entre las jornadas del 22 al 30, en las que perecieron nueve segovianos.
En esta oleada del presente julio, apenas hay rincones de la provincia que se libren del sofoco. Las zonas montañosas de la sierra también padecen los rigores de los termómetros demasiado altos. Lugares como Pedraza o Aldeanueva de la Serrezuela han alcanzado picos de 35 grados y una temperatura media diaria de entre 28º y 29º, lo que quiere decir que por las noches no ha bajado lo suficiente el mercurio como para refrescar el ambiente. En la capital segoviana, por ejemplo, la media no bajó de los 30 grados este sábado.
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El objetivo con el que nació MoMo, como explica en su tarjeta de presentación el Instituto Carlos III, era identificar las desviaciones de mortalidad diaria observada con respecto a la esperada según las series históricas de mortalidad. Posteriormente, se amplió su utilización a otras situaciones durante todo el año para estimar de forma indirecta el impacto de cualquier evento de importancia en salud pública. En este panel de seguimiento se actualizan cada jornada las estimaciones de excesos de mortalidad por todas las causas y las que son atribuibles a un exceso o defecto de la temperatura.
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