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Hace 35 años adquirió con gran ilusión lo que sería la casa en la que viviría algunos de los momentos más importantes de su vida. No se imaginaba el infierno que le esperaba. Según estima Manuela Álvarez, vecina del barrio de San Millán, todo comenzó en noviembre a raíz de la paralización de las obras del Teatro Cervantes. Desde hace ocho meses, convive con filtraciones, humedades y goteras que se extienden por las paredes y cimientos de su vivienda. Después de todo este tiempo, «me planteo seriamente mudarme a otro sitio», asegura.
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En su acogedor hogar guarda archivados cada uno de los requerimientos que ha trasladado a las diferentes instituciones, como laSubdelegación del Gobierno e incluso el Ayuntamiento de Segovia. «Ninguno ha tomado medidas para solucionar el problema», lamenta.Tampoco ha recibido respuesta a su último escrito remitido el 19 de junio al delegado territorial de la Junta de Castilla y León en Segovia, José Luis Sanz Merino.
«Estoy desesperada», sostiene. Aunque no han desaparecido por completo, las filtraciones han dado una tregua estos días. Es un descanso necesario después de las persistentes lluvias que se han sucedido durante varias semanas. «Cuando ha caído mucha agua, no daba abasto a vaciar los barreños, recoger las toallas empapadas, que no se secan...», explica Álvarez.
Lo peor son las noches en vela. Si hay tormenta de madrugada, «me despierto desquiciada para bajar a coger agua, me mojo la ropa... Esto hay que vivirlo», insiste.Aún sin precipitaciones, la situación ha empeorado «considerablemente», testimonia, a la vez que confirma que las filtraciones no han cesado ningún día desde que empezaron. Ha calculado los litros que aproximadamente recoge por jornada: entre cuatro y doce.
También ha acudido al médico en varias ocasiones por la angustia que le produce esta situación. No puede irse de vacaciones por temor a que, cuando regrese, los cubos se hayan desbordado y la bodega se haya inundado. Las ventanas de este lugar permanecen abiertas «día y noche» para combatir el olor, por lo que exige implementar una solución antes de que llegue el invierno.
«Tendré que buscar un alquiler u otra alternativa para esas fechas, así no puedo seguir», hace hincapié. Nunca había vivido nada parecido. Su vivienda se encuentra en el desnivel existente entre la Calle Real y el acceso a San Millán. Consta de dos plantas y en la escalera que conecta los pisos apostó por mantener la roca de la pared, que es la que está debajo de la muralla, al descubierto.
12 litros
de agua ha llegado a recoger la vecina de San Millán en un día por la filtración en la roca que hace pared con su vivienda, tras el vaciado de los barreños y el secado de toallas.
Por este motivo, la vecina de San Millán pronto se dio cuenta de que empezaba a aflorar agua de las fisuras de la piedra, que semanas después afectaron a otras habitaciones de su vivienda y, posteriormente, a otro inmueble de su misma comunidad. Justo cuando las máquinas que trabajaban en el Teatro Cervantes se retiraron y se paralizó la actividad de forma indefinida.
Al principio no relacionaba ambos acontecimientos. Atribuyó la causa cuando descartó todas las demás posibilidades, después de hacer reparaciones, limpiar tejados, canalones y el repaso de los sellados de su edificio. Incluso llegó a solicitar la reparación del pavimento de la acera y el saneamiento que da acceso a su portal, que tampoco ha llegado a buen puerto.
La quejas por las goteras de Álvarez coincidieron en tiempo con la reubicación de los trabajadores del Centro de Recepción deVisitantes por filtraciones en el edificio y el desplome de un techo en la Casa de los Picos, así como las molestias de vibraciones que notificaron locales de la Calle Real y el agravamiento de las humedades del talud de la bajada de La Canaleja. En estos sucesos, las pesquisas apuntaron a las obras del Cervantes.
La vecina urge la restauración de la «situación inicial del solar», que supone el relleno del socavón y la dotación de la «adecuada» canalización de agua. Pese a ello, no tiene esperanzas de que las labores de construcción se retomen en un futuro próximo.
Manuela Álvarez
Vecina afectada por las filtraciones
En marzo, ocho funcionarios municipales y del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana (Mitma)visitaron su vivienda y tomaron fotografías con un dron para identificar los posibles orígenes de la afluencia de agua. «Ninguno de ellos ha vuelto a contactar conmigo para interesarse por la evolución de esta circunstancia», se apena.
Hace justo un mes se produjo el hundimiento en la calle Arturo Merino, que Álvarez relaciona con las obras citadas al encontrarse inundado. Después del reciente derrumbe de un bloque de viviendas en Teruel, «la situación nos resulta en extremo alarmante. Y el silencio y la falta de atención institucionales, incomprensibles», remarca en una de las comunicaciones.
Por el momento, la vecina agudizará la revisión sobre el sistema de drenaje que ha diseñado con un canalón que recoge el agua sobrante de las toallas, sábanas y barreños que soportan las filtraciones de la roca. La Policía Local ha visitado la vivienda en una ocasión por la inundación de la bodega. «He comunicado la gravedad del problema, pero no me hacen caso», concluye.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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