Turismo atribuye la extensión de humedades bajo la muralla a las obras del Cervantes

Las humedades no son algo nuevo en el Centro de Recepción de Visitantes (CRV) de la plaza del Azoguejo. Son un problema histórico y «estructural», subraya el concejal de Turismo y de Obras e Infraestructuras, Miguel Merino. Sin embargo, en los tres últimos meses se han agravado junto a las goteras, los desconchamientos de pintura y el moho de las paredes. Los trabajadores, delegados sindicales y el Consistorio admiten la existencia de diversas afecciones en el almacén y los baños de los empleados, justo en la parte trasera que linda con la muralla.

«No es un problema de dejadez, sino intrínseco a toda la zona de debajo de la muralla», declara el edil. La causa es la escorrentía de aguas procedentes del casco histórico que llegan al subsuelo. «Las humedades han estado presentes toda la vida en esta instalación», asevera. De hecho, retrocede en el tiempo para insistir en que, cuando un banco gestionaba el edificio, su cámara acorazada «ya presentaba signos de humedad».

El Ayuntamiento atribuye el empeoramiento de estas filtraciones a las últimas actuaciones en el teatro Cervantes. «Antes, había mucha tierra que absorbía como una esponja, pero ahora se ha retirado, lo que provoca que la escorrentía caiga mucho más rápido y en mayor cantidad», subraya Merino.

La Oficina de Turismo se implantó en este edificio en 2004 y los trabajadores montaron estanterías en los sótanos para almacenar el material de papelería. A los cuatro meses se tuvo que retirar porque el papel quedaba «acartonado» y desde ese momento no han tenido uso. El hedor a humedad que emana de ellos ha alcanzado la oficina de los técnicos hasta cobrar una mayor intensidad en las últimas semanas, ante lo que el Consistorio estudia medidas.

Entre ellas se sitúa la propuesta de desplazar el almacén hacia los despachos para preservar el material, para lo que es necesario reubicar a nueve empleados. El objetivo es «generar una mayor tranquilidad», sostiene Merino. Si bien es cierto que «sus dependencias se encuentran más cerca de la zona afectada por las humedades», desmienten que su integridad física «corra peligro», corroboró este jueves la Empresa Municipal de Turismo.

El análisis de la situación se remonta a diciembre, cuando se barajaron tres localizaciones para el traslado de los técnicos. Hace diez días se solicitó el uso de la Casa de la Tierra, en San Millán, mientras que los informadores y la atención a los visitantes se seguirá prestando en el edificio del Azoguejo, ya que en esta estancia «no hay humedad ambiental como para incumplir ninguna normativa».

El último informe de prevención de riesgos laborales redactado por Quirón Prevención, en posesión del concejal, indica que la concentración de monóxido de carbono presenta valores elevados en los sótanos, pero no en las oficinas, donde «son cero». Según justifica Merino con el certificado de inspección de correcciones de deficiencias de alta tensión, expedido por la Junta en octubre de 2022, las humedades tampoco han hecho mella en el sistema eléctrico.

Asimismo, tanto el edil como la gerente de la empresa, Patricia Otones, descartan que las obras en la terraza de Santa Columba hayan supuesto un perjuicio y coinciden en el éxito de la impermeabilización. Respecto a los baños públicos de su interior, Merino matiza que el problema es de «goteras» que aparecen cuando llueve, lo que conlleva en ocasiones a su cierre. A día de hoy, esto supone un problema para los turistas, ya que la clausura de los servicios de la Plaza Mayor se prolongará durante varios meses.

El Ayuntamiento ha barajado realizar varias actuaciones para salvaguardar la situación, como es la puesta en marcha de ventilación forzada, pero el concejal aclara que las soluciones no llegarán hasta que no se ponga en marcha el proyecto modificado del Cervantes. La Subdelegación del Gobierno asegura que, por el momento, no hay novedades sobre este documento y tampoco tienen constancia de las humedades.

Todo ello cuando el titular de Turismo notifica que las filtraciones de agua afectan a la Casa de los Picos y a numerosos locales y viviendas de la Calle Real y la bajada de La Canaleja. Algunos de los comercios todavía conservan a la vista las rocas en las que se apoyan las murallas, como es el caso de La Roca y la joyería Bayón. Sus gerentes, Natalia Garrido y Juan Carlos Martín, respectivamente, confirman que por el momento no sufren humedades. De hecho, este último considera que el derribo del teatro ha servicio para «sanear» aún más las filtraciones.

Por su parte, ambos temen que las vibraciones de las obras que les «atormentaron» durante meses regresen. «Había mucho ruido y se movía todo», subraya la segoviana, que ha recibido en varias ocasiones la visita de agentes de la Policía Local ante las quejas y avisos de los trabajadores y residentes en la zona. «Aquí no había quien estuviese», concluye.