Herranz rescata un empate agridulce para el Balonmano Nava

Los números del Nava en el primer tercio de encuentro fueron de mínimos históricos: apenas cuatro goles en 20 minutos. Ramiro Martínez, el extremo derecho intocable que llevó a la cesión de Lautaro Robledo a tierras segovianas, estrenó el marcador desde los siete metros mientras los locales cimentaban sus intentos en el quiero y no puedo de Isaías Guardiola, ejecutor prioritario, desde el estático a la contra que negó Krystian Witkowski, amo del primer tiempo. Unos minutos plomizos –en diez, un pírrico 3-2, la última ventaja navera– tras los que el Benidorm cogió ventaja porque resolvió con goles como el de David Roca, con la fortuna de cazar el rechace a su tiro bloqueado por la defensa en pasivo. Y porque el portero polaco asustaba parando penaltis: Dani Pérez, el gran especialista, se estrelló con su pie derecho y Óscar Marugán la tiró fuera. Así que Mane Abdoulah fusilaba el 4-7 y forzaba el tiempo muerto local de Álvaro Senovilla.

Un par de goles de Borja Méndez lideraron la tibia reacción del ataque navero, pero la pendiente iba a favor del Benidorm, como el penalti que paró Luis de Vega antes de que el balón se colara llorando a su espalda. En un partido que acaba en empate, toca acordarse de goles así. El ambiente era tenso, con exclusiones por ambos lados: Isaías aprovechó la de Abdoulah para marcar su primer gol tras 26 minutos. Pero Witkowski mantuvo la renta por sus santas paradas y se marchó al descanso rozando el 50% de efectividad. Salvó con el pie abajo un sprint fugaz de Méndez por el carril central, sacó un tiro escorado de Pérez en seis metros y repelió sobre la bocina un intento de Isaías después de que el golazo de Juan Carlos Sempere pusiera el 10-14 al intermedio.

Como si no hubiera mediado un descanso, el propio Sempere la puso en la escuadra izquierda mientras Yeray se vencía a la derecha Una exclusión de Nevado y otro penalti de Rama ponían la máxima, un +6 que olía a quemado. Pese a todo, el ataque segoviano volvió más enchufado e Isaías se desquitó con tres goles seguidos antes de asistir a Pancho Ahumada con un precioso pase por la espalda. Los goles de Méndez y Nevado –el balón entró llorando en la misma meta en la que había encajado Luis de Vega– acortaron el déficit y Sasha lo dejó en la mínima expresión, aprovechando un bloqueo de Marugán: parcial de 5-0 y 17-18.

Cuando se le escapaban los ahorros, el Benidorm usó a su comodín, Nacho Valles, su cerebro y mucho más. Tras una tímida primera parte, asumió los focos. Primero, en la finalización, plantándose ante Yeray para definir con una rosca exquisita. Después, acelerando el ritmo de sus ataques para generar ventajas o asistir el mismo, pases que desnudan como el balón picado con el que encontró a Zhukov en el pivote. Aprovechaba cualquier rendija. Por ejemplo, tras la doble exclusión de Carró y Zhukov: respecto al ataque ordinario seis contra seis, en el que vaciar la portería para sumar a un jugador más tiene una eficacia cuestionable, el formato cinco contra cinco beneficia al poseedor del balón, que sí saca rédito con la operación. Así engordaba el cuadro visitante y colmaba la paciencia de Senovilla (22-26).

Pero su equipo estaba haciendo todo lo posible para no ganar, como un error inocente al reemprender el tiempo muerto sin recordar los 17 segundos que quedaban de exclusión: así que les cayó otra. Como la que le pitaron al técnico por protestar. La renta creció con otra asistencia de Valles a Moscariello en seis metros y un tiro potente de Vainstein, que puso el 24-29 y tuvo el honor de marcar a Yeray el último gol de su carrera. Así fue el adiós de alguien que rechaza estrellatos, sin actos, solo los cánticos del público cuando todo acabó. No había síntomas de hazaña local cuando Abdoulah, con su tala de jugador de baloncesto, se sacó de la nada un tiro de cadera.

En un escenario calcado al del partido de mayo, el Nava perdía de cuatro a cinco minutos del final –entonces el déficit fue de cinco– y Borja Méndez consiguió a la quinta el primer gol de penalti del Nava ante un Witkowski que había negado también a Pancho y a Lautaro, hábil para recoger el rechace y embocarlo. El frenesí estaba en marcha y una pérdida de Abdoulah lanzó el tres contra uno del empate, firmado por Marugán por la escuadra. Un minuto escaso por jugar y un tiempo muerto para cada entrenador. El Benidorm hizo sus deberes con un lanzamiento de cadera en pasivo de Valles y el Nava, con 25 segundos por jugar, aprovechó la exclusión de José Oliver para desplegarse con uno más, encontrar a Herranz y salvar un punto ante un rival que se subió al autobús pensando qué más tiene que hacer para ganar un partido en Nava de la Asunción.