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Roberto Álvarez y Ricardo de Andrés, exfutbolistas de la Gimnástica Segoviana, fundaron hace trece años el campus Roberto y Ricardo con el objetivo de crear «un campus de fútbol segoviano». Al describir las actividades que se engloban en el proyecto, Ricardo de Andrés diferencia entre ... campus segoviano y campus de la Gimnástica Segoviana. «No es un campus para encontrar jóvenes promesas para el equipo de Primera RFEF, es un campus para la ciudadanía de Segovia», sostiene. El que fuera entrenador de La Granja, ahora el segundo de Ramsés Gil en el banquillo azulgrana, asegura no «hacer una selección de futbolistas para la cantera del equipo». Pese a ello, es cierto que jugadores como Diego Gómez o Sergio Arévalo han pasado por este campus y después han llegado a jugar con la elástica de la Gimnástica.
La idea nació en el año del penúltimo ascenso de la Segoviana a Segunda B (2012). Tanto Roberto como Ricardo, aún jugadores de la aquella plantilla, ya empezaban a mostrar interés por el mundo de los banquillos y de la formación. Ambos se sacaron el carné de técnico ese mismo año y la idea surgió a partir de ahí. «Los dos ya entrenábamos en fútbol base y sabíamos que estas actividades eran un espacio que le faltaba a Segovia y que se desarrollaba en otras ciudades», describe Ricardo. A partir de ahí se unieron las ganas de poder seguir entrenando y educando a los jóvenes durante el verano, un época en la que echaban e falta un proyecto sólido en la capital para que jóvenes jugadores pudierna divertirse con el fútbol como excusa.
Trece años después el campus se ha consolidado en una de las actividades más destacas del verano para los jóvenes que les apasiona el fútbol y los valores deportivos. Las tareas que se trabajan están centradas en impartir los valores que rodean al fútbol y que según Ricardo es la base del campus, es el objetivo principal del que se debe partir. «Nuestro deseo no es formar a nadie en dos semanas. Lo principal es combinar la diversión con el respeto y el compañerismo», explica. Eso no quita para que muchos de los participantes aprendan y mejoren como futbolistas, ya que los monitores del campus son profesionales del deporte con «mucha calidad en su ámbito profesional».
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Luis Javier González
Desde el comienzo del campus hace más de un decenio los dos fundadores quisieron implantar un formato dinámico y diferente en cada edición. La idea era lograr un campus que no se quedara anclado en el fútbol y en el que el deporte fuera la base del resto de actividades. «Cada año intentamos introducir algo diferente para que aquellos niños que repitan puedan ver aspectos nuevos cada edición», describe Ricardo de Andrés. Las novedades varían en el ámbito de la nutrición, entrenamientos, preparación física, recuperación con fisioterapeutas o entrenamientos con jugadores de la primera plantilla de la Gimnástica Segoviana. «Intentamos enseñarles todo lo que rodea el deporte, la alimentación que deben consumir, talleres de primeros auxilios o la enseñanza de técnicas de fisioterapia para la recuperación de lesiones», detalla el cofundador del campus.
Un total de 80 jóvenes se han inscrito para cada sesión en el horario de nueve de la mañana a dos de la tarde. Como novedad de este año existe la posibilidad del programa de madrugadores con la colaboración de la guardería Pitufos. «Hemos tenido una buena aceptación con el público de Segovia y es cierto que cuando salen las inscripciones del campus tardan tres o cuatro días en completarse», expresa Ricardo. Aunque el espacio puede ser reducido para la demanda que tiene el campus, por el momento no se han planteado aumentar el número de semanas. «Tanto Roberto como yo tenemos nuestras ocupaciones laborales y alargar el periodo puede generar en una pérdida de valor del campus», comenta Ricardo, quien destaca la felicidad que se genera en los participantes durante el evento. «El formato funciona muy bien de la manera en la que está planeado y cambiarlo puede ser un error», apunta.
Futbolistas, entrenadores, preparadores físicos y maestros hacen de monitores durante las sesiones cada semana. Una de las máximas del campus de verano es que el monitor debe saber estar con un grupo de ocho o diez niños. «De nada te vale traer a grandes jugadores si no sabe llevar a un grupo de jóvenes», explica Ricardo. El número total de monitores asciende a uno por cada uno de los ocho grupos que se complementan. A ello se deben sumar varios más de apoyo para rotar y refrescar a los niños.
Con más de treinta grados en el termómetro de la capital, el calor es uno de los inconvenientes de cada año. «Eso es una obsesión que tenemos desde que empezamos porque sabemos que en julio las altas temperaturas se producen cada día». Para ello, la organización ha previsto este factor y cuenta con monitores de apoyo cuyo único objetivo es que los niños estén hidratados y con la cabeza y la nuca refrescada. Para no hacer una sesión continuada desde las nueve de la mañana hasta las dos, se desarrolla una sesión rotatoria de postas en donde se combinan las sesiones en los campos de fútbol de la Nueva Segovia, junto con los trabajos audiovisuales en las salas contiguas al Pedro Delgado. El objetivo es poder dar un respiro a los jóvenes y que su cuerpo se refresque y no acumule tanto tiempo bajo el sol. «Los tenemos muy controlado con la rotación cada tres o cuatro postas y es un aspecto primordial a la hora de preparar la sesión», concluye Ricardo.
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