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Fuentepelayo, un carril bici en plena travesíaFuentepelayo es el pueblo invitado a la fiesta de los tres vecinos –Cantalejo, Cabezuela y Fuenterrebollo– en el proyecto para humanizar las travesías. No es la CL-603, pero la suya, la SG-222 también tiene tarea: desde el firme a aceras que llevan medio ... siglo sin tocarse. «Los árboles tienen ya una envergadura… las raíces han levantado todo el paseo», explica su alcaldesa, Alba Sanz. Su pueblo aprovechará la contingencia –y el ancho de la vía– para sumar un extra de capitales de provincia: un carril bici que conectará la carretera con el colegio.
La renovación, que cubrirá una longitud total de 1.100 metros, servirá para levantar un tramo hundido de acera junto a la báscula de camiones, la consecuencia de tanto tráfico y la falta de una entrada clara. La carretera, que une Turégano con Navas de Oro, tiene a ambos márgenes a los dos principales motores económicos del pueblo: Proinserga y Dibaq. Además de granjas de porcino o almacenes distribuidores. «Todo eso genera un tráfico pesado muy intenso». Una situación que no incentiva el movimiento en bicicleta; de ahí que un pueblo que no alcanza el millar de habitantes vea necesario un carril bici.
«Hay que ir con mucha precaución, precisamente por esa intensidad de tráfico. Reservando una zona exclusivamente para ello, la esperanza es que no la invadan los automóviles o los vehículos pesados. A día de hoy se puede ir, pero es peligroso porque no está delimitado y hay coches aparcados». Los radares pedagógicos serán otro aliado para el ciclista. «Porque la vía es ancha, da la sensación de que se abre y ancha es Castilla». La prueba es que hay cinco pasos elevados en apenas un kilómetro. «Y aun así, algunos le pisan bien. Si vemos que no funciona igual tenemos que poner un radar detrás del informativo», ironiza la alcaldesa. Quién sabe qué pasaría si la DGT cediese esa competencia a los municipios.
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El pueblo recuperará además la marquesina de autobús en la que antes esperaban los pasajeros de la línea conocida irónicamente como 'la rápida' por las entre tres o cuatro horas que tardaba en llegar a Madrid, entre pueblos –se desviaba hasta Torreiglesias o Torrecaballeros– transbordos y el puerto de Navacerrada. Sigue recogiendo pasajeros hacia la capital, sobre todo los domingos por la tarde, y sirve de apeadero. Pero la marquesina se deterioró con el tiempo. «Se rompe un cristal, se rompe otro, no se arregla y terminas quitándola porque hasta peligroso».
La apuesta de Fuentepelayo es dar a ciclistas y peatones su porción de la travesía, pues también es patrimonio urbano. «A esta carretera da un paseo muy bonito [el de los Álamos] donde te puedes tomar un café. Tiene enfrente un jardín que puede ser una zona de descanso. Es una zona realmente bonita y muy frecuentada por los vecinos porque es muy verde, muy atractiva». Pasan camiones, sí, pero el pueblo hace allí su vida.
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