Una fiestera y gélida bienvenida al Año Nuevo

Son muchos los que ya tenían los propósitos de 2025 preparados horas antes de las campanadas, mientras que otros compartieron sus deseos con amigos y familiares instantes después de comerse las uvas. Pero los discursos no se alargaron, ya que las calles y carreteras experimentaron gran afluencia tras la medianoche con motivo de los desplazamientos a los hogares y a los lugares de fiesta.

No fue una de lasNocheviejas más apacibles del presente siglo en Segovia. La niebla dificultó en gran medida los traslados, aunque afortunadamente no hubo que lamentar ningún siniestro de especial gravedad. La situación climatológica no mejoró con el paso de las horas, cuando los termómetros cayeron varios grados bajo cero en la práctica totalidad de los municipios de la provincia.

Los abrigos se multiplicaron por doquier, aunque eso no impidió lucir vestidos y trajes elegidos para la ocasión. Las discotecas tanto de la capital como de los diferentes pueblos segovianos no tardaron en llenarse, pues el tiempo no acompañaba a quedarse fuera. También se completó el aforo en diversidad de restaurantes que tenían previsto dar la bienvenida por todo lo alto al 2025 con cotillón, música en directo y tras el banquete.

Las buenas expectativas que manejaba el sector turístico pronto se cumplieron. «Hemos alcanzado el lleno», coincidieron los representantes de Hotuse y Festur. Sobre todo en las primeras franjas de la noche, cuando las familias participantes en estas iniciativas hosteleras compartieron espacio en las pistas de baile, desde jóvenes hasta adultos y personas mayores.

Es un celebración que tuvo también su reflejo en los espacios municipales de algunos pueblos, los cuales desde hace año organizan en sus pabellones diferentes eventos especialmente pensados para sus vecinos, que nuevamente en la entrada al 2025 firmaron su éxito.

Con los primeros rayos de sol, muchos segovianos alargaban los festejos para poner el broche de oro a la primera noche del año al disfrutar del amanecer. No sin antes reponer fuerzas y temperatura con un desayuno. La desaparición de la niebla invitaba a continuar la juerga en las calles, si bien algunos cedieron este espacio a los paseantes más madrugadores.