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Las celebraciones de Nochevieja proliferan en los pueblos del alfoz en una conjunción de muchos factores, desde la comodidad a la seguridad vial o a ... la pertenencia de los vecinos con el ocio en el propio municipio. San Cristóbal de Segovia, Palazuelos de Eresma o Valverde del Majano han adaptado sus pabellones municipales para dar a cientos de personas una alternativa con bebida y música –a través de un DJ– que molesta a algunos locales de ocio nocturno de Segovia, pues entienden que les resta clientes con unas condiciones con las que no pueden competir. Los ayuntamientos defienden una actividad más que ofrecer a sus habitantes y que se gestiona de forma local, desde peñas a comerciantes.
San Cristóbal de Segovia organizará junto a su Comisión de Festejos por tercer año seguido una fiesta de Nochevieja en el pabellón municipal. Su alcalde, Óscar Moral, habla de «evitar que los jóvenes cojan el coche» y subraya que muchos prefieren «quedarse en el pueblo con sus amigos y con toda la gente con la que conviven habitualmente». Son los propios peñistas los que organizan el servicio. «La Comisión elige a un grupo de chavales que se dedica a ello, se autogestionan. En vez de estar de fiesta, algunos prefieren pasar esa noche compartiendo con sus vecinos, pero desde el otro lado de la barra». Así se palía otra de las dificultades de un 31 de diciembre: la falta de personal y el coste de sus servicios. El regidor pone en valor que la recaudación revierta en el municipio, pues la Comisión lo destina a la organización de actividades durante el año, como charangas en las fiestas.
«La verdad es que los dos años anteriores ha sido un éxito, desde los 18 años a la gente de 60. Incluso algún bar madruga después para dar el tradicional chocolate con churros». Otros pueblos permiten la entrada de menores en el evento, aunque luego establezca la norma de no venderles alcohol, pero Moral se pone la venda antes de la herida. «Eso no funciona, todos hemos sido jóvenes. A mí que no me cuenten que si entra un chaval de 17 años no se le sirve alcohol; te lo pide el amigo de 19». La entrada cuesta 20 euros, un filtro que reduce el número de vecinos en pos de hacerlo más manejable, e incluye tres consumiciones. El resto se venden a cinco euros o en bonos. «El que bebe menos siempre tiene algún amigo que bebe más y le regala o vende las copas. También pretendemos restringir que entre gente simplemente por el hecho de entrar y muchas veces masificar una noche en la que se bebe mucho. Intentamos evitar que haya ningún tipo de bronca».
La fiesta de San Cristóbal empieza a la una y se extiende hasta pasadas las seis y media. Una fórmula que no resta al comercio local. «Tenemos bares pequeñitos y si abre uno, la tipología de clientes es diferente a esta gente más joven que quiere ir a una fiesta». El aforo, de 1.000 personas, no se cubre, pues el año pasado acudieron unas 600 y 700. El principal riesgo de dedicar una pista deportiva muy cotizada por los equipos del pueblo es dañarla, así que el Ayuntamiento compró un suelo que instalan los operarios municipales y que aguantará hasta la fiesta de Reyes. Costó unos 10.000 euros y son unas grandes alfombras.
Moral subraya «con cariño» que el Ayuntamiento Palazuelos de Eresma fue a su pabellón a interesarse por ese suelo: «Ese pequeño municipio del que nos separamos que nos copia absolutamente todo». Gracias a esas alfombras será el primer año que lo organice bajo techo, en su polideportivo Arroyo de la Vega, tras celebrarlo antes en una carpa que alquilaba el Ayuntamiento. La nueva opción es más cómoda y más barata. «Entre unas cosas y otras ahorramos 6.000 euros», subraya su concejal de Festejos, Juan José Martín, por prescindir de baños portátiles o tubos de calor. Su oferta durará hasta las siete y también incluye DJ local. «Este año hemos intentado que sea del municipio, que tenemos unos cuantos».
Palazuelos pone en valor la comodidad de un pabellón frente al frío del invierno. «Una carpa está bien, pero no es lo mismo. La gente se pegaba el año pasado un poco al tubo de calor y se iba cuando llevaba un rato». Acudieron unas 300 personas, una cifra que prevén aumentar, no solo en número, sino en tiempo. «Que con la comodidad de la calefacción la gente se quede un poquito más». El pabellón ya ha acogido en los días previos la fiesta de Tardebuena, con un concierto de dos horas, o la reunión navideña del AMPA. El suelo –negro, de goma dura– aguantará hasta el día 2 de enero y las actividades deportivas programas para esta época se llevarán a cabo a partir de esa fecha.
«Lo que queremos es sociabilizar. Está muy bien ir a Segovia, pero a nosotros nos gusta que la gente se divierta en el municipio y que no anden con coches para allá o para acá», argumenta el concejal, que destaca el ambiente «sano y alegre» que propician los grupos conocidos frente al riesgo de juntar mucha gente distinta en un espacio a veces pequeño como ocurre en muchas discotecas de Segovia. Frente a San Cristóbal, la entrada será libre y el hostelero que tiene adjudicado el bar del polideportivo pone la barra. «El que quiera venir solo a bailar puede hacerlo perfectamente». No se permite meter bebida y Martín asegura la eficacia en cuanto a prohibir la venta de alcohol a menores. «Se pide documentación, ellos son profesionales y saben perfectamente cómo lo tienen que hacer».
El vecino de Palazuelos es de media avanzada edad. «Intentamos que sea para todo tipo de gente y que los jóvenes se queden, con los DJ, pero es cierto que tienden a bajar más a Segovia». Mientras, en San Cristóbal, la media de edad baja. «Casi todos los jóvenes se quedan, la gran mayoría entre los 18 y los 38; obviamente, tenemos mucha juventud y no puedo decir todos, pero llevamos muchos años trabajado a la juventud y utilizan los servicios», añade su alcalde. También es habitual dividir la noche entre el pueblo y la capital.
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Una figura que critica parte del ocio nocturno de Segovia, no solo por los precios, sino por entender que sus negocios están más exigidos en el cumplimiento por ejemplo, en el acceso a menores o en la normativa de los edificios. Un problema que el sector asume como difícil de acotar, pues cualquier local se convierte en discoteca ocasional. Y que tiene otros factores como la oferta de taxis para moverse de la ciudad al pueblo, toda una odisea en una noche así.
San Cristóbal defiende sus actividades, ya sean culturales, deportivas o de ocio. «Entra dentro de las competencias municipales. Quien hace las cosas bien va a conseguir llenar sus negocios. Y las cosas bien, en un Ayuntamiento, es que mis vecinos que quieran quedarse puedan hacerlo. Yo tengo que dar esa posibilidad», argumenta Moral. Aunque compartan nicho. «Es competencia, no tiene nada de desleal, existe en cualquier ámbito. Lo que tienen que hacer los hosteleros, y seguro que lo hacen, es dar las mejores posibilidades a sus clientes». Mientras, Palazuelos defiende su decisión de no cobrar entrada y esgrime que en muchos locales la aplican: «El que quiera consumir, va a tener que pagarlo. Al final hay para todos».
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