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Durante todo el mes de noviembre, enlazando con la recién pasada festividad de Todos Los Santos, la villa segoviana de Cuéllar recupera su propuesta teatralizada 'Castillo de ánimas', un espectáculo en el que las almas de mancebos, nobles, humanistas y presos que han vivido ... en la fortaleza a lo largo de la historia acercan a los asistentes cómo fue su vida, sin olvidarse de la arquitectura del lugar.
Son los fantasmas de Catalina 'La Baratilla', una manceba que vivió en palacio; Hernán López de Yanguas, humanista que estuvo a la orden de los Duques de Alburquerque; Isabel de Zuazo, esposa del regidor de Cuéllar a finales del siglo XV, y un preso tuberculoso. Ellos guían a los visitantes a través de las estancias del castillo palaciego, adentrándose en las distintas épocas del edificio e interactuando con los turistas. En el recorrido teatralizado no faltan los puntos humorísticos tan habituales en los espectáculos teatralizados que se llevan a cabo en la fortaleza.
Y aunque son estas ánimas tan particulares las que ejercen de cicerones por el castillo, se trata de un montaje pensado para todos los públicos, que inicia su recorrido en la liza del castillo, donde La Baratilla realiza un rápido repaso por la historia de la edificación, desde su construcción en el siglo XIII hasta la actualidad, cuando alberga un instituto de Secundaria, recordando desde el primero al séptimo Duque de Alburquerque, que vivieron tras sus muros, y algunos de los diferentes usos de la fortaleza, que fue cuartel general de Lord Wellington y refugio del general Hugo durante la Guerra de la Independencia, sin olvidarse de su tiempo en el que fue una prisión.
También es su ánima quien explica algunas de las partes del castillo, como el foso, la barbacana o la fachada sur con su esgrafiado segoviano, para invitar a los visitantes a pasar al interior, en concreto al granero, donde les recibe López de Yanguas. Sus lecciones comienzan por la mazmorra, para después continuar por la zona habilitada como capilla y seguir por parte de una torre militar, parándose en detallar uno de los reposteros que cubren las paredes.
En la sala del trono irrumpe Isabel de Zuazo, cuyo sepulcro se halla en la iglesia de San Esteban, en un lugar en el que, durante su rehabilitación, se descubrió un conjunto de bulas incunables de su propiedad, de las que también se habla en el espectáculo.
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El paseo continúa con la visita de uno de los presos tuberculosos que albergó el castillo en una de sus últimas etapas. Su ánima se encarga de llevar a los turistas a la parte alta del castillo para disfrutar de las visitas al mar de pinares. En este punto, cuenta la historia de una fuga que hubo en la cárcel en 1957. También protagonza de un pequeño espectáculo musical antes de que el recorrido desemboque en el patio, donde se dan a conocer algunas de las curiosidades de los escudos que adornan la galería.
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