Segovia

La falta de baños públicos desborda a los bares: «Lo único que dejan son restos»

El problema afecta a casi todos los bares de la principal arteria turística de la ciudad: Acueducto-Catedral-Alcázar. «La milla verde entera. Es algo que viene coleando desde hace años. Vienen excursiones de 50 personas en autobús, les vacían en el Acueducto y muchos vienen de un viaje largo. Tienen que mear en algún lado y se meten en los bares. Es una cosa que no tendríamos por qué asumir, pero es nuestra vida diaria», resume el vicepresidente de la patronal hostelera Hotuse, Javier García Crespo. Hay quien pregunta por el aseo o lo busca de forma autónoma. Una fórmula que funciona por la presunción de inocencia. «Muchas veces no sabes si es de la terraza o de una excursión». Así que el hostelero rara vez se niega.

Las averías en los baños del Centro de Recepción de Visitantes han agudizado el problema en fechas recientes, pero el vicepresidente de Hotuse no cree que solventen el problema. «Para ellos es muy cómodo tener unos baños y cobrar encima por ello. Nosotros no cobramos y nos toca gastar agua y limpieza. Ya parece que somos un servicio público. Es que saturan los baños y los dejan hechos una pena». Grupos grandes que van con prisa para que no se les escape la excursión y que no consumen. «Ese tipo de turismo no deja nada en la ciudad porque luego se van a Ávila o Salamanca; entran por un lado y salen por el otro, lo único que dejan son restos».

Chipén es uno de los nuevos negocios de la avenida del Acueducto, donde reparte churros, café o helados desde 2021. La crónica de su personal es que los baños de Turismo están cerrados más días que abiertos. «Lo hemos pasado muy mal los primeros dos años». Han remitido escritos al Ayuntamiento a través de Hotuse, sin grandes remedios. «Al final tienes discusiones y tus clientes se encuentran los baños sucios. Si pones un monedero, te rompen la puerta, como les pasa al McDonalds o al Burger King. Nosotros hemos claudicado, dejamos entrar a todo el mundo».

El argumento para esta decisión es la esperanza en el consumo, aunque no sea en el momento. O que de un grupo de diez tomen café dos. Frente a otros negocios que invitan a estancias más largas, la suya es una cafetería que vende mucho para llevar. La época en la que sus camareros eran porteros de seguridad quedó atrás porque se resentía el servicio y se traducía en una sangría de malas reseñas en redes sociales que le convirtieron en uno de los locales céntricos con más suspensos.

Limitar daños, porque el gasto en agua, jabón o papel aumenta y los baños están siempre sucios. «¿Qué haces? No puedes contratar a una persona solo para que limpie los baños», subrayan. No es un flujo constante, sino cuando llegan los autobuses: la presión es menor de lunes a jueves, pero es «una locura» a partir del viernes. Entre 9:30 y 11:30 es la peor franja horaria para el encargado porque el papel se acaba. El perfil del visitante varía; el asiático es el más educado, suele pedir un café. El español de avanzada edad es más problemático porque no suele preguntar, esgrime su derecho a usar el baño y no acepta el precio: «Es que esto es un robo. ¿Un café a 2,30?» Con los colegios hacen la vista gorda. «Qué van a hacer los chavales, como mucho tienen propina». El «fatal» se lo lleva el turista sudamericano. «Se creen que estás para servirles». Ante esta situación, la propiedad plantea que el Ayuntamiento subvencione a los bares por ofertar sus baños. «Si nos dan 500 euros, pagamos el mantenimiento».

El turista alcanza su punto máximo de estrés en el Acueducto y llega algo más relajado a la Plaza Mayor. Lo sabe Julián Conde, propietario de El Cochifrito, con locales en ambos puntos. No tiene que pensar mucho para recordar incidentes. «Hace un rato ha llegado un señor que tenía que entrar urgentemente al baño, empujando a la camarera». Amenazando con una queja monumental, con «cagar en la puerta». Habla de «cachondeo» por el volumen de usuarios pícaros y por las formas, pues las urgencias educadas siempre se atienden. «Es que te lo exigen, yo flipo en colores». Por eso subraya la necesidad de más baños públicos en ambos puntos.

La mayor presión la viven los locales de la Plaza Mayor en las fiestas. Conde pone toda la noche a una persona en la puerta para que solo entren sus clientes, a los que identifica con sellos, al estilo de las discotecas. Días en que la mitad del local la ocupan no clientes. En los días normales no hay tanto problema: «Te llega una excursión de 50 personas; diez te consumen un café y los otros entran al baño. No puedes hacer nada». Asume la complejidad del problema. «La gente tiene que entrar al baño y no hay ningún sitio con baños públicos. Es algo que debería estar bastante potenciado en una ciudad turística». Pidió antes de las últimas fiestas unos treinta aseos, pero el Ayuntamiento le tildó de exagerado y puso seis. «Lo que no hay derecho es que los policías denuncien a una mujer por orinar en la calle cuando no hay baños».

Conde no claudica, mantiene su negativa educada: «Perdone, esto es solo para clientes. Una botella de agua, un café, algo, tampoco te estoy pidiendo que comas». Hay clientes que lo aceptan y otros que se marchan. «No sé dónde se irán». Porque los hosteleros no tratan el tema entre ellos. No descarta establecer un acceso por monedas –llegó incluso a preparar la instalación–, una idea que defiende. «No lo he aplicado, pero debería de ser así».

Los únicos aseos públicos municipales disponibles ahora mismo en Segovia son los que hay junto al Santuario de la Fuencisla, reabiertos en marzo por el Ayuntamiento tras un desprendimiento en enero. También se pueden utilizar los de otras infraestrucutras como los aparcamientos subterráneos de la avenida del Acueducto o Padre Claret, así como los ubicados en dependencias municipales como la Casa de la Lectura, La Alhóndiga o los pabellones deportivos.

El concejal de Obras, servicios e infraestructuras municipales, José Luis Horcajo, explica el cierre de los de la Plaza Mayor por su «estado de abandono y peligro de derrumbe». El proyecto para su reforma está licitado; sus obras empezarán «muy en breve», pero tardarán al menos cuatro meses, así que no estarán para las fiestas. El Ayuntamiento atendió en sus dependencias a los turistas hasta el derrumbe del hotel Victoria. Las humedades del Centro de Recepción de Visitantes mantienen cerrados los baños. El Consistorio está tramitando una obra de emergencias para atajarlas y después deberá reparar los aseos, una «obra menor» que podría concluir «para mediados de julio, con un poquito de suerte».

El Ayuntamiento tiene presupuestados unos baños en la plaza de Artilleria –junto a los contenedores del bar La Bien Tirada–, unos aseos preconstruidos –no son fijos, pero tampoco portátiles–, un proyecto que está redactando Turismo. «Esperamos que a lo largo de este año puedan estar instalados. Si conseguimos llegar a diciembre con todo funcionando sería un éxito», subraya Horcajo, que considera «suficiente» la red para atender la demanda. Los baños del Centro de Recepción de Visitantes seguirán siendo de pago, como los de la estación de autobuses. «Los demás tendremos que valorarlo, pero seguramente también».