«Me escocía ir a una gasolinera y tener que echar 90 euros»

Su proyecto consistía en instalar placas solares en su casa para hacer la operación rentable. Tenía los ahorros para hacer esa inversión inicial, empezó a mirar coches –su capricho era el Tesla, el modelo que compara con el iPhone, pero se le iba de precio– y compró un Hundai Kona. «Yo quería un primer coche para la casa, no un complemento». Tenía una ranchera que decidió quitar cuando sus hijas crecieron. «Empiezo a seguir a dos o tres 'youtubers' buenecillos que hablaban del tema y elegí ese modelo porque era el que más autonomía tenía por menos precio».

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Segovia

La escasez de puntos de carga ralentiza la implantación del coche eléctrico

Luis Javier González

La crítica a los eléctricos está en su autonomía: unos 600 kilómetros en ciudad y unos 350 'reales' en autopista. «Si te metes más de tres horas de viaje sin parar, un eléctrico no es para ti. A mí me gusta parar hora y media o dos horas, es perfecto». Acaba de venir de París, unos 3.000 kilómetros, y su tirada más larga fue de cuatro horas. Aprendió de un viaje a Portugal que le salió «fatal» por un problema con las aplicaciones para extranjeros que le llevó a recargar el coche a precio de gasolina.

Una de las mayores pegas que tienen los cargadores en España es que cada uno tiene su aplicación. «Es un tostón». Hay diferentes calidades: «Están los gratuitos, que fallan mucho, pero son gratis; los medio-buenos, de Iberdrola y Endesa –los de la estación de autobuses de Segovia y el hotel Los Arcos, dos ejemplos en los que documenta muchos fallos– y los buenos, como los de Tesla, grandes estaciones que cargan a gran velocidad de las que se ha surtido en su viaje a Paris. «En Segovia no hacen falta, te vale con uno que no falle».

David tiene ya una guía de viajes para documentar su logística. En Sanabria tuvo que desviarse 20 minutos porque era una zona muy montañosa y no había cargadores. En un parque de atracciones de Albacete, la carga era gratis. Misma operación en Valencia, en un centro comercial. La velocidad de carga depende del precio y del día a día. Él no cambió la potencia eléctrica de su vivienda para no aumentar gastos y carga unos 150 kilómetros por noche (un 30%), suficiente para alguien que hace unos 40 al día.

Lamenta que la normativa disperse los puntos de carga en cada estación de servicio sin un fin práctico. «No tiene ningún sentido poner un cargador a velocidad lenta en una gasolinera en mitad de la nada». Los primeros coches eléctricos tardaban tres días en cargar; el suyo, a 70 kilovatios, carga en 45 minutos. Su filosofía de viajes es alternar paradas cortas de una media hora para cargar un tercio de la batería con otras más largas –para comer, por ejemplo– en la que hace una carga completa.

Había un requisito antes de comprar el coche: esperar a que su mujer aprobara las oposiciones. El coche lo compró al día siguiente. En el apartado técnico, fue clave la potencia. «En el eléctrico es instantáneo, tú aprietas y te tira para atrás. Es una pasada. Yo tuve un Citroen C-2 y cada vez que quería adelantar tenía que coger carrerilla». Y la ventaja de Segovia. «Como hay tan pocos coches, tengo el hueco de la plaza de toros reservado, nunca está usado».