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Félix Yubero, en el consultorio médico de Torrecaballeros que llevará su nombre. Antonio de Torre
El enfermero «24 horas al día» de Torrecaballeros

Segovia

El enfermero «24 horas al día» de Torrecaballeros

El municipio honra los más de 20 años de ejercicio de Félix Yubero y su profesión poniendo su nombre al consultorio médico

Lunes, 27 de mayo 2024, 00:24

El último día de Félix Yubero como enfermero de Torrecaballeros fue el 22 de abril. Un mes después, sigue recibiendo llamadas: «Me he enterado de que te has jubilado. Pero vendrás a verme ¿no?» Y él, a sus 64 años, asiente: se acercará personalmente a sus casas, como siempre. «Y es lo que haré». Por eso este segoviano ha sido elegido Hijo Adoptivo del municipio, una decisión tomada por unanimidad. Y el consultorio médico en el que estuvo más de 20 años atendiendo llevará su nombre, una placa que el Ayuntamiento colocará en un acto público que promete ser un baño de masa de pacientes.

El alcalde de Torrecaballeros, Rubén García, explica el honor como un doble reconocimiento: tanto a la profesión como a la persona. «No se ha limitado a cumplir sus horarios estrictos de atención. Es que le podías ver un miércoles a las siete de la tarde saliendo de casa de la Rufina porque por la mañana cuando le había hecho la prueba del azúcar estaba regular y sabía que sus hijos no estaban. Así con todos». No solo es que diera su teléfono personal a los vecinos para cualquier urgencia, sino que él mismo les llamaba para seguir su evolución. Un compromiso que se multiplicó durante la pandemia. «Como muchísimos sanitarios, se desvivió».

El homenaje de Torrecaballeros no solo reconoce su disponibilidad, sino su empatía. «Esa implicación absoluta, nos conoce perfectamente». García subraya que el enfermero y la persona en este caso son un tándem indisoluble. «En la figura de Félix, queríamos agradecer a todo el personal de una profesión que quizás no siempre está bien reconocida. Así como la sanidad pública y la importancia de una atención tan cercana en el medio rural. A veces tenemos problemas por falta de profesionales, pero los que están suplen con su profesionalidad y sobre todo con su forma de ser todas esas carencias». El Sacyl está atendiendo las últimas semanas con suplencias en enfermería, pero García pide un recambio «lo más rápido posible» para mantener los cinco días semanales de servicio con lo que cuenta el pueblo actualmente.

Félix habla de «un grandísimo honor» inesperado. «Cuando te jubilas siempre te dicen, 'vamos a tomar un vino'. Esperas que sea una cosa más sencilla de cortesía. Me sentí muy honrado. Primero como persona y luego como profesional». Destaca sobre todo este último aspecto. «La enfermería siempre es una profesión de segunda línea, solapados por la figura del médico». Habla de la labor de un enfermero en el medio rural –él pasó del Hospital General a Atención Primaria en 1999– como «difícil» por la soledad del día a día, aunque trabaja «a ratos» con el médico. «Entre los dos hay que formar un buen equipo».

Gracias a su vocación, Félix es un vecino más. «Los enfermeros somos los que más conocemos a la gente del pueblo porque en los pueblos pequeños los médicos a veces no van a todos los días». El médico pone el tratamiento, pero el enfermero es el garante del cumplimiento. «Tienes que ver que ellos tomen de forma adecuada la medicación, que hayan entendido lo que les ha dicho el médico. Muchas veces salen de la consulta, te dicen que no se han enterado y te piden que se lo expliques». La primera ventanilla a la que recurren cuando hay dudas, una responsabilidad que siempre ha abrazado. «Cada vez hay más protocolos y eso puede mermar la relación personal. Pero los que somos más mayores hemos tenido mucha cercanía».

Porque su teléfono también suena un domingo. «Eres enfermero 24 horas al día todos los días». Y lo compara con una labor muy distinta, la del hospital. «Formas parte de una rueda con turnos de mañana, tarde y noche. Y nos tenemos que coordinar todos como equipo. Aquí hay una soledad que necesitas rellenar tú constantemente». Lo hace por vocación, porque le llena. Pero también por compromiso. «A medida que la gente ha ido envejeciendo se hace más vulnerable. Se sienten más sensibles. Yo me he acordado mucho de mis padres; cuando eran mayores, nos necesitaban constantemente». Porque un enfermero también es psicólogo. Todo empieza por un malestar general: «Llevo una época en la que me siento mal, estoy como muy caído». El dolor de tripa horroroso en fin de semana y el médico no pasa consulta hasta el martes. Además de Torrecaballeros, atiende a Cabanillas, Basardilla, Santo Domingo de Pirón, Adrada de Pirón, Losana de Pirón, Brieva y Torreiglesias. A este último iba dos días a la semana; al resto, uno. «Si yo creía que alguien me podía necesitar, siempre tenía mi teléfono. O me desviaba un rato; es una carretera, no me cuesta nada, son 300 metros».

Félix estudió el primer curso de Ingeniería Topográfica, pero no le gustaba y se pasó a enfermería aprovechando que un cuñado la ejercía. Una vez que terminó sus estudios, hizo el servicio militar, aprobó las oposiciones del ejército y estuvo destinado en Badajoz como brigada. «La vida castrense no me gustaba, así que volví a Hospital de Segovia». También es antropólogo –se licenció a los 40 años por «mero placer»–, quizás su mejor formación. «Me ha ayudado muchísimo a comprender y respetar la diversidad de la gente». La enfermería le ha dado una familia –conoció a su mujer en la carrera y tiene una hija que ejerce– y un sinfín de pacientes que ya son amigos. «Lo que más voy a echar de menos es el contacto con la gente, que me llamen».

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