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Artilleros custodian este jueves el monumento a Daoiz y Velarde, junto al Alcázar de Segovia.

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Artilleros custodian este jueves el monumento a Daoiz y Velarde, junto al Alcázar de Segovia. Óscar Costa

Segovia

Un elogio segoviano a la hazaña del Dos de Mayo

La Academia de Artillería cumple con la tradición de rendir homenaje a sus dos ilustres capitanes Pedro Velarde y Luis Daoiz por su participación en el levantamiento contra las tropas francesas en 1808

Jueves, 2 de mayo 2024, 17:18

El cielo amaneció cubierto este jueves, pero la lluvia dio tregua durante el homenaje a los dos artilleros más ilustres que dejaron su huella en Segovia: Pedro Velarde y Santillán y Luis Daoiz y Torres. A los pies del Alcázar, cientos de militares y autoridades conmemoraron su heroica hazaña, como se repitió en el acto. En una solemne ceremonia, se recordaron los episodios del 2 de mayo de 1808, cuando se produjo el levantamiento contra las tropas francesas y, a su vez, ambos capitanes encontraron la muerte.

Es una tradición cumple 212 años, ya que en el acuerdo de la Regencia de 1812 se dispuso que en las fechas coincidentes con este suceso histórico «se hiciera un elogio de aquellos capitanes ante los caballeros cadetes». Todo ello con el objetivo de «estimularles a imitar su ejemplo, mostrándoles el camino que deben seguir para hacerse dignos de la honrosa profesión de defensores de la Patria», recordaron.

Multitud de leales artilleros y también autoridades políticas y civiles se agolparon junto al monumento militar que se encuentra frente al colegio del Cuerpo de Artillería, en cuyo pedestal se leyeron sus nombres, como define el reglamento. El acto comenzó a las 11:00 horas, cuando la formación militar al mando del teniente coronel Guerrero Coracho desfiló desde la actual sede de la Academia de Artillería, en la calle San Francisco, hasta la fortaleza segoviana.

El sonido de los tambores anunciaban el comienzo de la marcha y también despertó la curiosidad de numerosos turistas y atrajo la atención de los paseantes que en aquel momento se distribuyeron a lo largo del recorrido, en el cual participaron cientos de artilleros. El paso de los militares por las calles del centro de la ciudad estaba precedido por el estandarte, seguido de la escuadra de bateadores, la unidad de música de Infantería y la unidad de alumnos con alféreces de la escala de oficiales, sargentos, caballeros y damas de la escala de suboficiales.

Emoción y solemnidad

Una vez alcanzado el punto de destino, el coronel director de la Academia de Artillería, Rafael de Felipe Barahona, hizo entrada en la plaza de la Reina Victoria Eugenia y pasó revista a los asistentes. No importó el frío, ya que el evento se desarrolló con normalidad y ante la atenta mirada de ciudadanos que visitaban el exterior del Alcázar.

Los artilleros sacaron a relucir sus espadas y, a continuación, tuvo lugar la imposición de condecoraciones al personal del centro militar en reconocimiento de sus méritos y de los galardones más importantes de esta fecha: 'Dos de mayo', que recayó en el alférez alumno Guzmán; y 'Sargento Ciro Martínez', que se entregó al sargento alumno Correcher. Estos premios ponen en valor «las mejores cualidades por su comportamiento, elevado espíritu militar y aplicación» de los artilleros en formación, aseguraron en el homenaje.

A continuación, el capitán Herrero realizo la lectura del elogio a Daoiz y Velarde, lo que le corresponde por antigüedad. Así, se recordó el momento en que el pueblo español se levantó frente a la invasión del ejército dirigido por Napoleón. Daoiz y Velarde son recordados por su participación en esta injerencia por aportar al movimiento popular el espíritu de Estado Nacional que hizo unirse a la contienda al ejército y demás estamentos de la sociedad.

Instantes después se entregó una corona de laurel en memoria de los artilleros caídos bajo el monumento erigido por el escultor Aniceto Marinas y se escucharon disparos al cielo. En este conjunto artístico, Daoiz está representado al pie del cañón e intentado rechazar al enemigo; cerca se encuentra Velarde, ya herido de muerte, y un grupo de ciudadanos -incluidas las mujeres- avanza hacia el lugar de la pelea. De este modo, se visibiliza la irrupción del pueblo armado y, llegados a la cima, la matrona España recoge los cuerpos de los dos artilleros moribundos.

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