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Una excavadora pica el suelo y recoge los adoquines levantados en el inicio de las obras de Blanca de Silos, este jueves. Óscar Costa

Segovia

Las dudas cercan las primeras excavaciones en Blanca de Silos

Las obras comienzan con rodeos, quejas por la falta de aparcamiento en las calles aledañas, confusión con las señales y el enfado de repartidores

Jueves, 22 de febrero 2024, 19:02

Pasaban unos cinco minutos de las nueve de la mañana. Con una hora de retraso con respecto a lo previsto, ya sí, han empezado las obras para reconvertir la ahora alicaída calle Blanca de Silos en un bulevar comercial. Eso es lo que quiere ... el equipo de gobierno del Partido Popular en el Ayuntamiento de Segovia, revitalizar esta arteria que une la plaza de la Universidad con Somorrostro. No se muestran tan ufanos algunos vecinos y comerciantes de la zona. En las primeras horas de trabajos guardan cautela, dicen estar expectantes, hay quienes no ocultan un cierto escepcticismo y se encomiendan resignados a la rapidez de la adjudicataria para que las molestias sean las menos posibles.

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La mayoría de los damnificados preguntados son conscientes de que para hacer una tortilla hay que romper huevos. En este caso, el adoquín que alfombraba el primer tramo en obras, que va desde Somorrostro y avanza por Buitrago hacia el cruce en el que Blanca de Silos recibe a uno de sus afluentes, la calle San Antón.

Las máquinas están a la puerta de su peluquería. Gema Gil está peinando a Reyes, clienta habitual que este jueves «me las he visto y deseado para aparcar». «Es un jaleo de calles y flechas, dando vueltas en bucle por donde te van indicando entre Caño Grande, calle Larga, Santa Isabel y la Universidad para luego llegar al mismo sitio», se quejaba la clienta. El principal trastorno que ven y padecen, además de los decibelios de la excavadora, es la retirada de plazas de aparcamiento. «Yo vengo pronto del Sotillo y suelo dejarlo en la puerta, hoy he tenido que de irme detrás de la Universidad», señalaba Gema.

Colocación de paneles informativos en la plaza de la Universidad. Ó. C.

Luego está «esta música», añade en alusión al ruido que se cuela inevitablemente de la calle. «No oigo el timbre», comenta la dueña de la peluquería, quien confía en que al final los inconvenientes sean para bien. Su vecina de Tejidos Leticia trata de minimizar las sonoras y sucias molestias. «Aunque ha estado haciendo bueno, al final tengo que cerrar la puerta para que no entre el polvo y por el ruido», asevera Leticia. Reconoce que vive «con incertidumbre» el cambio de imagen que se quiere dar a Blanca de Silos, más allá de renovar el alumbrado o de sustituir las tuberías, cuestiones que a su juicio podrían ser necesarias sin tener que entrar en una cirugía mayor.

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Coincide con Gema en que el aparcamiento va a ser el quebradero de cabeza mientras duren las obras y la ordenación del tráfico en las calles adyacentes de Santa Eulalia. «Hay gente que venía de La Granja que me ha llamado para ver por dónde tenían que venir», comparte Leticia al hablar del déficit de aparcamiento generado por las reformas. «Han quitado 25 plazas», advierte de la escasez de huecos dejados para quienes suelen dejar el vehículo en esta arteria, bien porque son vecinos, bien porque trabajan allí.

Pedagogía y paciencia

En el otro extremo de la arteria, aún virgen de máquinas y cuadrillas, las vallas amarillas con las señales de dirección prohibida y el aviso del corte en Blanca de Silos advierten a los conductores que provienen de la plaza de la Universidad de que han de desviarse. Cerca de allí, unos trabajadores de la ORA se afanan amablemente en explicar a unos vecinos residentes en María de Pablos de Cerezo las opciones que hay de tráfico en este entramado de calles adyacentes al futuro bulevar. «Va a haber muchas dudas», anticipan los empleados de la concesionaria, «aunque al final la gente termina acostumbrándose», apostillan con el asentimiento de los vecinos que intentaban trazar los mejores recorridos alternativos.

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Una de las quejas que más alto comentan es, cómo no, la del estacionamiento. Lamentan que solo residentes de Blanca de Silos tengan tarjeta que les habilita a aparcar en el recinto habilitado por el Ayuntamiento de Segovia en el antiguo Regimiento. «Hay gente que no la utiliza, aparca aquí [por la calle María de Pablos Cerezo] porque les queda más cerca para lo suyo; y luego los que vivimos aquí no podemos aparcar ni en el Regimiento porque no tenemos tarjeta, ni en nuestra calle porque nos la han ocupado», critican los tres vecinos. Juana incide, además, en los rodeos excesivos que han de dar para ir a determinados destinos de la ciudad. Por ejemplo, «para ir al Hospital con mi marido tengo que dar la vuelta a Segovia ahora».

Un anciano observa tras una valla el cambio de sentido en San Antón, cortada al fondo antes de entrar en Blanca de Silos. Ó. C.

José Luis llama la atención sobre la señalización que ha puesto la empresa adjudicataria de las obras y que, en algunos lugares, es insuficiente o apenas se ve. Es el caso de una obligación de sentido en María de Pablos Cerezo.

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También alerta de atascos en los accesos a Coronel Rexach y de que los vehículos que bajen por esta vía hasta la plaza de la Universidad no ven un aviso de obras colocado en la rotonda, más perceptible para quienes circulan desde la avenida de la Constitución, lo que lleva a que tuerzan hacia Blanca de Silos y se topen casi de bruces con el corte del tráfico y el desvío. José Luis comenta que en la mañana de este jueves «he tenido que acompañar a uno hasta la calle Independencia». No sabía cómo salir del entramado de señales, flechas y vallas que cercan el inicio de los trabajos.

«Sorpresa» en San Antón

Una de esas restricciones ha cogido «por sorpresa» a conductores y residentes de San Antón. Consuelo vive en esta calle y guarda el vehículo en un garaje situado también en esta vía. «Esto no era lo que nos dijeron en un principio», lamentaba mientras señalaba las vallas que impedían la desembocadura habitual del tráfico en Blanca de Silos, a la altura de la plaza de Santa Eulalia. Esta vecina reitera que «creíamos que las obras empezaban aquí», en referencia a la intersección de San Antón con Blanca de Silos, no en el tramo de Buitrago.

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Más enfadados con estos cortes y cambios de sentido en los alrededores del futuro bulevar estaban los repartidores, que negaban con la cabeza la conveniencia de las obras en un trajín que, en las primeras horas de trabajos, aún ha sido más estresante. Las vueltas, los rodeos y las lógicas confusiones de la primera jornada han jugado en contra de una tarea que es contrarreloj. Al final, dudas y más carreras a pie hasta cumplir con la entrega, resumían algunos afectados.

Un repartidor realiza su trabajo en la zona condicionada por las obras, este jueves. Ó. C.

Marga, que regenta La Gloria, tienda de alimentación en San Antón, animaba a uno de los repartidores. Lo que más le ha llamado la atención es «el silencio como el que había en la pandemia, aunque ahora podemos estar en la calle». Deduce que los trabajos y los cambios de tráfico tienen que ver en ese ambiente más relajado que el habitual en una mañana cualquiera de tajo. «No pasa nadie, no ha venido un alma», decía. Marga explica que esta vía «normalmente es de paso, no es que vengan específicamente», y esa banda sonora es la que este jueves echaba de menos.

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El Ayuntamiento aclara que los trabajos se van a desarrollar en dos fases. La primera, ya empezada, tiene dos meses de plazo de ejecución y durante los trabajos se mantendrá cerrado al tráfico todo el tramo entre la Universidad y Somorrostro. La segunda, que se prolongará también dos meses, la interrupción de la circulación se cincunscribirá a la parte de la calle que va desde la plaza de la Universidad hasta Buitrago, a la altura del cruce con San Antón.

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