«En esta diócesis he gozado mucho más de lo que he sufrido»

César Franco se mostró alegre al dar la bienvenida al nuevo obispo segoviano, Jesús Vidal, quien tomará posesión del cargo en enero. «Me siento muy tranquilo y muy bien, contento también por descansar del ministerio episcopal», subrayó. El actual prelado saliente conoció la noticia durante la pasada comisión ejecutiva de la Conferencia Episcopal Española, que se celebró a principios de noviembre.

Desde esta fecha ha obrado con cautela. «Ese día se me comunicó que sería este martes a las 12:00 horas cuando podría hacerlo público», subrayó. Los vicarios más cercanos ya lo sabían en los momentos previos, pero en ninguna ocasión quisieron adelantarse a los hechos. «Estoy dando gracias por haber servido a esta diócesis durante este tiempo», insistió César Franco, unas palabras que también traslado a sus «hermanos, prebísteros y laicos».

La comunicación de su despedida tuvo lugar en el aula de Teología situada en la planta baja del Obispado y fueron muchos los trabajadores que se acercaron a acompañar su emoción con aplausos. «No soy muy dado a hacer balances míos, eso le corresponde a la gente, pero sí que puedo decir que me he sentido muy agusto y he trabajado con todas las energías siempre que he sido capaz», determinó.

Las circunstancias en muchas ocasiones no han acompañado. En su trayectoria al frente de la diócesis provincial ha tenido que lidiar con el envejecimiento de la población, la crisis de las vocaciones y las dificultades de los sacerdotes para llevar a cabo su labor diaria en las diferentes parroquias del medio rural. Estas dificultades se agravaron aún más con la llegada de la pandemia. «He hecho lo que he podido y lo que las circunstancias me han dejado hacer, a veces no es uno el que tiene su plan y lo lleva adelante», matizó.

Su toma de posesión tuvo lugar el 20 de diciembre de 2014 y así se constituyó como sucesor del obispo emérito Ángel Rubio. Tras cumplir los 75 años hace justo doce meses, presentó su renuncia, que no se ha hecho realidad hasta esta semana. «El peso de los años se nota», insistió. Por tanto, ahora su nueva vida tendrá como escenario el Primer Monasterio de la Visitación de Madrid junto a la comunidad de hermanas Salesas, en pleno barrio de Chamberí.

«Me han dicho que me dejan un confesionario para todo el tiempo que quiera», relató. También dedicará gran parte de sus jornadas a rezar, a leer, a estudiar y «a prepararme para morir; es la última etapa en mi vida». No descarta realizar publicaciones si la inspiración así lo requiere, aunque «la cabeza pierde ritmo y ejercicio», confiesa.

Segovia seguirá muy presente en su memoria, ya sea por las relaciones que ha entablado a lo largo de esta década y los recuerdos vividos. «Tengo muchos, son agradables, aunque también ha habido disgustos porque el ministerio episcopal sin disgustos no es ministerio», consideró. «En esta diócesis he gozado más de lo que he sufrido, aunque también he tenido sobre todo en mi enfermedad momentos muy fuertes de sufrimiento», aseguró.

César Franco asume que estará unido a la provincia de la que ahora se despide «hasta la muerte». De hecho, ya ha solicitado que le entierren en la Catedral. «He solicitado el sitio pero no sé si el Cabildo luego estará de acuerdo», bromeó. «Soy obispo segoviano emérito y, del mismo modo que hasta ahora todo lo que he hecho ha sido por esta diócesis, lo que haga en mi retiro también lo será», concluyó.