Desbordante desfile infantil en el Carnaval de Segovia

Este año ha habido tres colectivos que han coincidido en sumergirse bajo el agua y descubrir sus particulares mundos submarinos en los que peces, tortugas, medusas, estrellas y caballitos de mar bailan y marchan al compás de las charangas. Las inmersiones de los colegios Elena Fortún, Peñascal y Santa Eulalia revelan una estela felizmente caótica que emerge a la superficie entre el alboroto de los más pequeños.

El cortejo de centros educativos con sus singulares disfraces se extendió y desplegó por prácticamente toda la Calle Real sin apenas dejar un hueco para el pasillo de transeúntes. Es, quizás, la cita más multitudinaria de los carnavales de la capital segoviana. Y es que cuando el niño expande su creatividad crea un universo ilimitado que puede ser tan esponjoso como el tacto de las nubes de azúcar o tan férreo como el hierro de las pesas que porta con gracejo un levantador que aspira a colgarse la medalla de oro en unas Olimpiadas.

La cooperativa Alcázar ha exhibido en el desfile todo un universo de dulces, golosinas y tartas. También lucían apetecibles las chucherías andantes del colegio Villalpando, quienes por cierto han debutado también como comparsa oficial en esta edición del Carnaval de Segovia. Por su parte, los del Domingo de Soto se han adelantado unos meses a los Juegos de París y deportistas y hasta los cajones del podio han desfilado como si de la ceremonia inaugural se tratara, saludando al público mayoritariamente familiar que comparte con los niños sus emociones carnavaleras.

Para compensar tanto culto a la chuchería, los chicos del colegio de Nueva Segovia han ofrecido un alternativa más sana con una suerte de huerta andante de fresas, berenjenas, zanahorías y otras frutas y verduras para alimentar una juventud «más maja que el sol», como se definen en su tarjeta de presentación.

En esa desbordante imaginación también caben los pingüinos de la escuela municipal La Senda, que no han echado de menos los gélidos hábitats en los que viven y han aprovechado la bendición meteorológica para asomar sus picos y aletas por estas latitudes. El grupo del colegio Domingo de Soto bien parecía un desayuno a la carta, con sus cartones de leche para aclarar el café o el chocolate y unas apetitosas galletas más grandes que sus pequeños portadores.

Figuras como las marchosas fregonas de la asociación de vecinos de Zamarramala; o los coloridos trolls del Centro Rural Agrupado Los Almendros, de La Lastrilla, o los piratas e indios casi sacados de un juego de Playmobil llegados del centro Marqués del Arco de San Cristóbal, se han sumado al desfile de la capital. Y entre todos, barajados como los naipes a los que representaban, los ases de la Aneja y un sinfín de disfraces entremezclados para dar fe notarial del jaleo infantil en el que se ha sumergido la tarde de este lunes. Y es que cientos de participantes han coloreado y rejuvenecido el jolgorio, al que también se han apuntado formaciones oficiales como La Semifusa o los Vacceos.