Sheila Rincón, junto a su hijo, al que tuvo tras descubrir que la celiaquía causaba su infertilidad. Antonio Tanarro
Segovia

Dejar el gluten para ser madre

Sheila Rincón se quedó embarazada tras descubrir que la celiaquía era la causa de su infertilidad

Lunes, 13 de marzo 2023, 08:07

Tras años buscando quedarse embarazada, Sheila Rincón recibió la llamada de su médica para ver cómo iba su nueva vida sin gluten. En la mano, tenía un test de embarazo que acababa de hacerse, sin mayores esperanzas. Positivo, la mayor alegría de su vida, apenas ... a unos días de empezar el tratamiento de fertilidad para someterse a la fecundación in vitro. Tras tocar teclas y teclas, descubrir su celiaquía resolvió su ecuación más importante. Su experiencia reivindica la múltiple casuística de esta enfermedad. «Muchos somos celiacos asintomáticos y no lo sabemos. Puedes tomar cosas que a lo mejor no te sientan mal, pero el daño intestinal está ahí, aunque tú no lo notes».

Publicidad

Después de dos años intentando ser padres y con la espada de Damocles de los 40 años encima, pidieron ayuda médica. «Se pasa fatal cuando intentas tener niños y no puedes. Solo ves embarazos y carritos, afecta mogollón». Las pruebas a las que ambos se sometieron no explicaron nada: todo estaba bien. Así que entraron en la lista de espera de dos años del Rio Hortega, en Valladolid.

Sheila siguió su vida normal y una tarde habló con una amiga que también las pasó canutas para quedarse embarazada. Cuando detectaron la celiaquía a su primera hija, diagnosticaron positivamente a toda la familia. Así que le dejó un consejo: «Mira el tema del gluten, a ver si te va a pasar también a ti». Sheila tuvo la «suerte» de que su médica de digestivo le llamó la víspera de la declaración del estado de alarma por la pandemia y le dio cita para una gastroscopia, la prueba más concluyente para alguien que no tenía síntomas, más allá de sus migrañas, ya diagnosticadas por el neurólogo. «La celiaquía afecta a mil cosas que no te puedes imaginar».

La gastroscopia de junio de 2020 observó daño intestinal, pero no era concluyente. Así que el consejo médico fue: «Prueba la dieta sin gluten, a ver qué tal, y en enero hablamos». Al día siguiente, revolución en la cocina. El primer efecto es que desaparecieron sus migrañas. «Llevaba un mes sin dolor de cabeza, que yo era de migrañas horribles de meterte en la cama, mínimo una por semana». Aquella llamada de enero llegó con ella en shock; aquella médica fue la primera persona que supo de su embarazo. Como los test negativos son desoladores para la pareja, no se hizo muchos en aquellos años de búsqueda. «Me dolían los riñones, me notaba un poco rara y me lo hice, por si acaso». Cuando llegó su marido a casa, le sorprendió con el test nada más cruzar la puerta. Sobraban las palabras.

Publicidad

«Me ha compensado dejarlo; con esta edad ya has probado todas las cosas y no es como cuando eres pequeño y no sabes lo que te pierdes»

Sin contemplar la celiaquía, Sheila no sería madre. «No tendría a mi niño. El tratamiento, con todo lo que ello supone, que se pasa fatal, habría dado igual porque yo hubiera seguido comiendo con gluten». Su hijo nació el 24 de septiembre, apenas 15 días antes de que ella cumpliera los 40. El mejor regalo posible. «Me ha compensado dejarlo. Con esta edad ya has probado todas las cosas, no es como cuando eres pequeño y no sabes lo que te pierdes. El pan y la cerveza costó, pero te acostumbras».

Aunque la enfermedad es genética, su hijo no es celiaco hasta que algún síntoma diga lo contrario, así que su dieta es con gluten. Como lo toca todo, la contaminación cruzada es difícil de evitar. En la cocina han separado los productos con gluten de los que no lo tienen; incluso tienen cazuelas separadas –no es necesario porque el jabón lo elimina– para redundar en seguridad. «La paciencia de mi marido, el pobre, porque le toca pasar rápido el estropajo en cuanto parte un cacho de pan para que no tengamos lío».

Este contenido es exclusivo para suscriptores

0,99€ primer mes

Publicidad