El tamaño ha definido el mote de David Martínez Otero, el autor del primer gol de la historia de la Gimnástica Segoviana en Primera RFEF. «De pequeño me llaman Davicín; como ahora estoy ancho y fuertote, cambiaron a Davo. Fue como un Pokemon, que evolucionó». ... Su entrenador, Ramsés Gil, le metió en la Pokeball porque vio valores comunes, algo que el gallego corrobora. «Siempre fui de dar mi máximo, mi cien por cien. Balón que vea que puedo luchar, voy a ir. Tengo ese ADN de la Segoviana». Con esa filosofía trabaja esta semana de cara a su debut en partido oficial en La Albuera ante la Ponferrradina. «Tengo muchas ganas de que llegue el domingo para ver el campo lleno. Y ojalá regalarles una victoria más».
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Como la que gestó con su mano a mano en Amorebieta. «Pensé muchas cosas. En el minuto que era, si metía gol prácticamente eran los tres puntos. Confiar en mí mismo, que tenía que entrar». Primero, tuvo piernas para llegar frente al portero. «No tantas», bromea, antes de poner en valor el esfuerzo colectivo. «El otro día corrimos mucho, la verdad. Una vez que me llega el central, veo que el portero se me adelanta, que me quiere cerrar espacios, e intenté finalizarla a un ladito, a la esquina». Unos segundos en los que pasaron otras ideas por su cabeza. «Pensé en regaterarlo, pero cuando noté un poco de contacto del defensa, vi más claro echarla a un lado».
Fue el debut perfecto de alguien que no necesitó demasiadas cábalas para dar el sí cuando la Segoviana llamó a su puerta a finales de junio. «Fue así de la nada, una llamada de mi representante, no es que lleváramos semanas hablando. Y no fue muy difícil decir que sí, se hizo rápido». Fue su única oferta de Primera RFEF, un caramelo. «Tenía alguna que otra, pero es esa ambición de ver hasta dónde podía llegar. Por suerte, Ramsés confío en mí y me llamó». Unas semanas después, ha visto que la presentación era fiel a la realidad. «A veces te la pueden colar, pero la verdad es que no me mintió en nada. Me dijo que era un equipo peleón y, aparte, una familia. Hoy en día, entrar contento, como digo yo, no es fácil ya en estas categorías. Que se entrenaba a tope y que luego en los partidos se competía al cien por cien».
Esos intangibles contaron más que el salario, pues rechazó ofertas con mejor sueldo en Segunda RFEF. «Ya depende de la persona y de lo que busca. A mí cuando me llamó Ramsés y me dijo lo que había, pues prefiero ganar mucho menos y ser feliz. Y competir en Primera RFEF. Opté por crecer como jugador y no el dinero». Un vestuario sano cuyas anécdotas ya guarda para dentro y un personaje que pone en valor: el utilero, José Luis Gómez 'Josito'. «Es un crack, la verdad es que alegra mucho. Es una persona importantísima. Me doy cuenta yo, que llevo aquí semanas. Eso hace mucho equipo».
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Como Manu o Rubén. «Estar en el equipo de tu ciudad es precioso. Me encantaría estar toda la vida en el Choco». Su pueblo, con equipo en Tercera, en el que también jugó Fernán, otro de los gallegos, como Hugo Díaz. Pero en la Sego no hay regionalismos. «Sin más, no es nada diferencial». Y ese grupo unido asumió con valentía el debut en Amorebieta. «Durante la semana confiamos muchísimo. Igual la gente no se lo esperaba porque los resultados de la pretemporada no fueron buenos. Era un recién descendido contra un recién ascendido. Pero estábamos entrenando muy bien, íbamos a hacer daño». Que por lo menos el rival dijera: «Joder con la Segoviana».
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Quique Yuste
Un equipo que fue a más con el paso de los minutos. «En la segunda parte no fuimos superiores en cuanto a juego, de dar mil pases, pero sí en intensidad, en ritmo. Hacia el final nos dimos cuenta de que podíamos ganar. Estábamos nosotros más cerca de la victoria que ellos». Parte lo explica el físico, toda una prueba ante un rival con una base de fútbol profesional. «La pretemporada, los entrenos de Ramsés. Aparte, este calor malo que hace aquí también ayuda». Y la cabeza. «A veces es querer. Quisimos ganar y la recompensa llegó al final».
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Y el primer día cumplió con su circunstancia, la de tener una ocasión y marcarla. «Hay que intentar acertar porque al final en estas categorías hay muy pocas ocasiones y si no las metes, estás jodido. Un delantero son rachas. Igual ahora marco tres goles seguidos o estoy 15 jornadas sin marcar. Hay que llevarlo bien; ni cuando metes eres buenísimo ni cuando no metes eres malísimo». Y asume que ese acierto puede marcar el éxito o fracaso colectivo del año. «Los equipos fichan a los delanteros para que marquen goles. Si te marca diez goles en vez de cinco, a lo mejor ahí está la permanencia».
Evgeniy Malashevich no será jugador de la Gimnástica Segoviana. Al menos, durante los próximos días. El jugador bielorruso, que estuvo a prueba durante varias semanas y que incluso llegó a jugar un par de amistosos con el equipo azulgrana, no ha podido desvincularse del Minsk para llegar libre al equipo segoviano. El club quería al extremo y el futbolista deseaba fichar por la Segoviana, pero sin la carta de libertad su incorporación a la plantilla de Ramsés Gil ha sido imposible, toda vez que la Gimnástica rechazó desde el primer momento realizar cualquier pago al club bielorruso por el jugador.
Con contrato en vigor hasta el próximo diciembre, las puertas de la Segoviana se han cerrado temporalmente para Evgeniy. Otra cosa es a medio o largo plazo, es decir, en el mercado invernal. Si para entonces el club azulgrana sigue a la búsqueda de un extremo y el jugador bielorruso ha logrado desvincularse de su equipo, su llegada a la Gimnástica podría volver a valorarse.
Hasta entonces, el club presidido por Agustín Cuenca explora el mercado de fichajes –que se cierra mañana a medianoche– para intentar encontrar un extremo derecho que complete la plantilla de la Gimnástica Segoviana. La dirección deportiva del club no es optimista, pero estará pendiente del mercado consciente de que las últimas horas son siempre las más movidas con un buen número de jugadores dispuestos a encontrar un hueco en una plantilla. Lo que sí tiene claro la Sego es que tan solo se fichará a un jugador si de verdad se está convencido de su aportación.
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