Segovia

Ejecutan el derribo del histórico chalé de Villa Estrella

Durante las últimas horas del jueves ya se había observado movimiento en la parcela ajardinada situada entre el paseo Ezequiel González y la calle Santo Tomás. La propiedad ya había desmontado la puerta de forja ornamental, con el nombre de Villa Estrella, que daba acceso a la finca. En su lugar había dos vallas de obra que advertían del próximo inicio de las labores de demolición. Estas no se demoraron. Muy pocos pudieron despedirse de uno de los últimos vestigios existentes del ensanche de la ciudad a principios del siglo XX.

A las ocho de la mañana las máquinas iniciaron los trabajos, unos instantes después de señalizar con carteles y una valla el entorno. El ruido alertó a los vecinos de la zona y las nubes de polvo resultantes del derribo se sucedieron cada pocos minutos. Pese a que un operario lanzó agua con una manguera de manera constante para evitar grandes polvaredas, puntualmente la espesa niebla llegó a dificultar el tráfico más madrugador.

«Estaba levantándome de la cama cuando mi mujer, asustada, ha venido corriendo a decirme que un edificio se estaba cayendo», aseguró un residente en un bloque de viviendas de la calle Santo Tomás. «Me vino a la cabeza Turquía, cuando el terremoto», refirió, a la vez que aseveró que «al salir al balcón nos hemos dado cuenta de que se trataba de Villa Estrella». Aunque el vecino era conocedor de estas obras de demolición, «no creía que fuesen a empezar tan pronto», sostuvo.

Varios testimonios similares documentan este hecho. Las actuaciones se prolongaron durante toda la jornada y no hay fecha prevista de finalización, según los operarios presentes en la zona. Lo que sí se conoce es que, en apenas tres horas, del singular edificio diseñado por Pagola tan solo han quedado fotografías y el recuerdo.

La demolición comenzó en la parte este de la vivienda, de arriba a abajo. Lo último en caer al mar de escombros fue la torre de más altura en torno a las 10:20 horas. La pala de una gran retroexcavadora se encargó de poner fin a la demolición del inmueble, que estaba vacío, para lo que fue necesario realizar varias maniobras. En el suelo, se amontonaron toneladas de ladrillos, piedras, vigas de madera, tejas, canalones y persianas. Hasta la escalinata de entrada al chalé fue desmantelada. En los últimos momentos de la mañana, todavía esperaban ser retiradas.

El estruendo de los cristales, que explotaban al caer la infraestructura, y la gran nube de polvo llamaron la atención tanto a vecinos como paseantes. Estos no dudaron un minuto en pararse a las puertas de Villa Estrella para observar el proceso e incluso hacer fotografías y vídeos, hasta amontonarse en ciertas ocasiones más de una decena de personas.

Hubo momentos de cierta tensión y también de sorpresa. Los conductores de autobús miraban por la ventanilla y los coches pitaban a su paso por la parcela. El derribo ha reflejado el contraste de opiniones entre los segovianos. «¡Qué barbaridad!», exclamó un hombre que se había acercado por casualidad a la zona. A los dos minutos, otro transeúnte aseguró que «ya era hora de que lo tirasen todo abajo». Asimismo, no eran pocas las personas que preguntaban a los trabajadores el porqué del derribo y qué se iba a construir en ese entorno. Ninguno obtuvo una respuesta concreta.

La resignación se observó tanto en jóvenes como adultos. Un grupo de estudiantes puso de relieve su oposición a las labores con varias proclamas al comienzo de la mañana, a la vez que multitud de personas de mayor edad se acercaron con familiares para dilucidar el pasado del edifico e indagar en su estado actual. «Ha sido un símbolo de mi infancia, va a ser raro pasar por aquí y no verlo más», subrayó una mujer que vive cerca de Villa Estrella. Numerosos residentes se asomaron desde los balcones con privilegiadas vistas a la finca. Algunos vigilaban que sus vehículos, aparcados en la zona, no sufrieran ningún daño.

El espacio verde y ajardinado, con castaños de indias y lilares en plena floración, contrastaba con los desechos de materiales de obra. Sobre las 11:00 horas, las labores se trasladaron a la parte trasera de la parcela, colindante con la calle Santo Tomás, y a otras inmediaciones del solar donde había al menos tres pequeñas estructuras o cobertizos.

Al caer la tarde, varios medios mecánicos y humanos continuaban realizando labores en la finca sin pausa. Un camión trasladó dos escombreras de grandes dimensiones que se instalaron a la entrada, donde los operarios almacenaban los residuos para su posterior recogida con la ayuda de una grúa. Los trabajos de limpieza no habían acabado al cierre de esta edición, momento en el que los segovianos más tardíos peregrinaban a este lugar para ver con sus propios ojos la desaparición de un edificio que muchos consideraban histórico.

La propiedad todavía contaba con casi cinco meses de un plazo máximo de seis, según la licencia expedida, para ejecutar el derribo. En las últimas semanas varios sectores de la población se habían posicionado en contra de este derribo, desde particulares hasta instituciones. Es el caso de Izquierda Unida, la Real Academia de Historia y Arte de San Quirce o la Asociación Amigos del Patrimonio. Una solicitud presentada por un segoviano para su declaración como Bien de Interés Cultural (BIC) había sido admitida recientemente a trámite, aunque por el momento no ha recibido respuesta.