Roberto Moreno, junto a la puerta y el cartel colocado en su negocio. Antonio Tanarro

Segovia

Cien personas usan cada día sus baños sin consumir: «Esto es un coladero»

El Secreto de San Clemente va a invertir casi 4.000 euros en una puerta que ayude a controlar el acceso a sus aseos en plena avenida del Acueducto

Martes, 7 de mayo 2024, 12:07

Roberto Moreno ha dado el visto bueno a un presupuesto de 3.708,92 euros para instalar una puerta especial y evitar el río de gente que entra a su local de la avenida del Acueducto, El Secreto de San Clemente, por su puerta trasera, ... al resguardo de las escaleras que conducen a la plaza de la Tierra. «Esto es un coladero, estamos pasando una auténtica pesadilla». Su factura de agua ha crecido un 60% –desde unos 800 euros a 1.780 en el último cuatrimestre–, así como el gasto de papel o vandalismo: desde grifos abiertos a pintadas o jeringuillas.

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Esa puerta nació para cumplir el protocolo de emergencia y dar salida al cliente del comedor. Pero se abre desde fuera. «Se lo ha aprendido todo el mundo, la mayoría son segovianos». En esa cristalera que tiene los días contados hay un llamativo cartel amarillo que restringe el acceso a clientes y que la mayoría ignora. La nueva puerta podrá abrirse desde dentro y tendrá un código para que el personal acceda desde la calle. «Es una vergüenza por parte del Ayuntamiento de Segovia que todavía no haya unos baños en toda esa zona. Lo mío se ha convertido en un baño público». El cálculo de Moreno, que pidió estos aseos cuando dirigió la patronal hostelera, es que un centenar de personas entra cada día a sus aseos sin consumir.

Este hostelero traza un perfil de jubilados que pasean por la zona, bajan las escaleras y se meten. Pero también «manadas» de adolescentes que se reúnen allí por la noche. «Hemos pillado a más de siete personas dentro». Desperfectos que le han llevado a cambiar dos veces póliza porque la aseguradora le subía la cuota ante la acumulación de incidencias como atascos por compresas o trapos, daños en los cerrojos o carpintería. «Tengo cámaras en las que se ve la riada de gente que entra». En ocasiones Moreno se pone en la puerta para evitarlo. «El otro día tuve un enfrentamiento muy violento con un tío que se me puso borde». Los clientes le apoyaron. El problema se remonta a casi un lustro, pero se ha incrementado «una barbaridad» en los últimos dos años.

Un reto para las empleadas de limpieza, con un estrés extra. «Cada tres cuartos de hora tienen que entrar a los baños. Yo tengo que dar un servicio y tienen que estar exquisitos. Acaban colapsándolos y los clientes tienen que esperar». Moreno tiene en la cabeza una amplia lista de jubilados que entran a la misma hora. «Entre las 11 y las 12 hay siete u ocho personas que no fallan un puñetero día». Cree que la nueva puerta erradicará el problema, pero asume que más de uno intentará camuflarse por la entrada principal.

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