«En Chad o Angola no te dejan ir con familia, hay toques de queda»

Su trabajo como cooperante está más enfocado en la sostenibilidad, en el largo plazo. Por eso en Chad vivió su gran reto. «Fue una experiencia muy dura en los campos de refugiados, con todas las crisis de Sudán. Nada de largo plazo, eran todos proyectos de emergencia», relata el segoviano. La covid les pilló en España como pausa a su periplo en Laos, así que lo suyo fue un doble confinamiento porque no pudieron volver hasta noviembre y el país vivió entonces una dura ola epidemiológica. Así que se fueron a Zambia.

«Cuando estás tú solo no tienes que dar explicaciones a nadie, pero con familia cambia el concepto. En Chad o Angola no te dejan ir con familia, hay toques de queda, seguridad armada en la puerta… Este es un sitio muy seguro», afirma.

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Alberto, de 42 años, teletrabaja en Lusaka, la capital. «Tengo una vida muy normal, aunque a gente en España le cuesta visualizarla. Trabajo en casa, llevo todos los días a mis hijas al colegio. Aquí no puedes ir caminando a todos los lados, llevas el coche puerta a puerta, pero aprovechamos para viajar», comenta cómo es su vida en Zambia. La familia vuelve a España desde principio de junio a mediados de agosto y Alberto casi ve tanto a sus amigos de toda la vida como se ven algunos entre sí, aunque vivan en Segovia. «Lleváis cinco o diez meses sin veros. ¿Cómo es posible?», se pregunta.

Con todo, no descarta envejecer junto al Acueducto. «Ahora mismo no estaría allí un año. Es una ciudad con muchas limitaciones a nivel profesional y cuando te vas haciendo más mayor, se te queda pequeña; pero a mí me gusta mucho. Y aún no estado nunca en ese sitio que dices 'aquí me quedo'».